“Detrás de cada siniestro hay vidas rotas”

“Detrás de cada siniestro hay vidas rotas”
La Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA) celebró la segunda sesión de sus IV Jornadas de Salud Laboral situando el foco en las víctimas

La sesión del jueves se abrió con la proyección del documental de RTVE Ganarse la vida, perder la vida  y continuó con una mesa de testimonios titulada “Detrás de todo accidente o enfermedad laboral están las personas”, en la que intervinieron Teresa Casillas, viuda por accidente laboral; Pedro Luque, trabajador accidentado; y Francisca (Paqui) Paulano, madre de un joven fallecido en accidente laboral.

Sus relatos, duros y precisos, desmontaron el anonimato de las cifras y recordaron que cada siniestro “es una vida truncada y una familia marcada por el dolor”.

“No se puede seguir culpando a las víctimas”

La sesión se convirtió en una apelación directa a responsables públicos y empresas.

El moderador, José Luis Molina de AVAELA, sintetizó una idea clave que atravesó la conversación: “No se puede seguir culpando a las víctimas; la ley es clara, la responsabilidad recae en el empresario”.

A ello sumó la denuncia de presiones a familias en momentos de máxima vulnerabilidad. “Es intolerable que se intente forzar firmas en el tanatorio”, se denunció.

Tres historias que desmontan la estadística

Paqui Paulano relató la muerte de su hijo Rubén, aplastado por un ascensor mientras realizaba un mantenimiento. Relató que “se subió a la cabina, cortó la luz… el ascensor tiró para arriba y lo machacó”.

Denunció la soledad institucional: “Yo tuve que pagarme una psicóloga para que me escuchara… porque ya me iban a ingresar”. Y señaló la lógica de mínimo coste de las aseguradoras. “Por la vida de mi hijo le dieron a mi nuera 120.000 euros. Se acabó”.

Teresa Casillas quedó viuda en 2022 en una fábrica con “incumplimientos reiterados en prevención” y tres muertes en diez años. Su testimonio fue inequívoco: “A mí me engañaron desde primera hora”. La tardanza judicial agrava el daño: “Un informe toxicológico tardó casi un año… y mientras tanto la empresa seguía trabajando como si no hubiera pasado nada”.

Su horizonte es claro: “Quiero justicia… Esto no puede tardar seis años. A los cinco años el jefe habrá cambiado todo. ¿Eso es justicia? Pues no”, denunció.

Pedro Luque, albañil, sufrió en 2010 una caída de nueve metros sin líneas de vida ni puntos de anclaje: “Caí… gracias que caí retirado de las máquinas; si no, me hubiese quedado allí como un pinchito”. Ganó sus juicios, pero chocó con la insolvencia del condenado. “Se comprometió a pagarme 100 euros al mes… ni 100 euros”, contó.

Y dibujó el desamparo cotidiano, ya que “nadie se ha acordado de llamar a mi casa si necesito comida o cómo estoy”. Su frase más cruda provocó un silencio largo en la sala al indicar que “hoy en día se trata mejor a un animal que a una persona. Las personas somos un número para ellos”.

Acompañamiento real, no trámites

Las tres intervenciones coincidieron en la ausencia de una red pública de cuidados tras el siniestro laboral.

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“A mí me correspondía una psicóloga… una vez al mes… cada persona diferente. ¿Es una atención psicológica que me llame tres minutos y me diga que cómo estoy?”, cuestionó Teresa.

Frente a esa precariedad, el taller de gestión del duelo impulsado por AVAELA mostró su eficacia: “He avanzado más en el taller de duelo… que en un año con la psicóloga”. “Para mí ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida”.

Propuestas claras: prevenir, sancionar, reparar

De la mesa salió una hoja de ruta que la asociación de víctimas se compromete a trasladar a las Administraciones públicas, como es el fin de la estigmatización: dejar de sembrar sospechas sobre las víctimas para rebajar responsabilidades. “No se puede culpabilizar a las víctimas”. La acogida integral desde el primer día: apoyo psicológico continuado y asesoramiento jurídico real para familias y supervivientes.

Otra de las exigencias es una Justicia con plazos razonables: vías rápidas para siniestros laborales mortales o graves; no es admisible “esperar cinco o seis años”. Una inspección y control efectivos: más medios, más presencia, y sanciones disuasorias para que “no salga más barato tener accidentes que cumplir la ley”. Una cláusula social: exclusión temporal de contratación pública a empresas reincidentes en siniestralidad. Un seguro obligatorio que cubra a las víctimas ante la insolvencia empresarial, evitando dejar “a la intemperie” a quienes ya lo han perdido todo. Y el reconocimiento de las asociaciones de víctimas como agente social en los órganos donde se deciden políticas y presupuestos de prevención.

“Detrás de todo accidente hay personas”

El cierre de la jornada recuperó el sentido último del encuentro: humanizar un drama que se repite dos veces al día en España. “Recordar a quienes se fueron en un accidente laboral es también comprometerse con los que aún estamos aquí para que nunca más el trabajo robe la vida”.

AVAELA remarcó que esta segunda parte de las jornadas no termina en el auditorio, ya que busca impulsar cambios concretos en prevención, inspección, justicia y reparación, porque “detrás de todo accidente o enfermedad laboral están las personas”. Punto.