Pastoral de Migraciones y de Trabajo de Castellón unidas en la defensa de dignidad de la persona más allá de su origen, color o religión

Pastoral de Migraciones y de Trabajo de Castellón unidas en la defensa de dignidad de la persona más allá de su origen, color o religión
La Delegación para las Migraciones y la Movilidad Humana e Segorbe-Castelló invitó a la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), junto a otras entidades, grupos parroquiales y ONG para dar forma a las actividades en torno a la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que este año se ha celebrado coincidiendo con la conmemoración del Jubileo de los Migrantes en Roma el 4 y 5 de octubre

El Secretariado Diocesano para las Migraciones presentó la jornada el 1 de octubre, bajo el lema “Migrantes, misioneros de esperanza”, con la que se ha querido destacar que “los migrantes son también misioneros de esperanza porque muchos de ellos al incorporarse a la vida de nuestras comunidades las revitalizan, las dinamizan, fortalecen la fe de sus miembros y nos recuerdan que en definitiva todos somos peregrinos, migrantes en camino hacia la patria futura y definitiva”.

La representante de Cáritas, en su intervención, hizo referencia al nuevo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo, que dificulta y no tiene en cuenta el derecho a migrar, consagrado en el artículo 13 de los Derechos Humanos. Lamentó que se vea al migrante únicamente como un factor económico.

También mencionó la prolongada espera en la tramitación de la iniciativa legislativa popular para la regularización extraordinaria de personas extranjeras y a las luces y sombras del nuevo Reglamento de Extranjería publicado en mayo en nuestro país.

Destacó finalmente las migraciones como vector de desarrollo, en positivo, para nuestro país, también para Europa, en los distintos ámbitos: económico, demográfico, cultural, también en la construcción de comunidades más abiertas y diversas.

Desde la HOAC quisimos aportar desde nuestra especificidad una reflexión sobre el trabajo, las personas migradas y la Iglesia. La migración no es un problema, ni una situación nueva, es una constante en la historia de la humanidad.

Una de cada cinco personas en nuestro país ha venido de fuera. La gran mayoría lleva más de diez años con nosotros y se encuentra fuertemente arraigada en nuestro país. Incorporándose a nuestro esfuerzo, suman una aportación valiosa y necesaria de la que dependemos (fuerza laboral, natalidad…).

Pero este arraigo en nuestra sociedad y su contribución no siempre se corresponde con una equiparación socioeconómica como la obtenida por la población autóctona.

Las personas migradas sufren mayores índices de desempleo o subempleo, acceden con más trabas a las políticas sociales y sufren mayor vulnerabilidad social.

Particularmente difícil es la situación de los trabajadores y trabajadoras migrantes que no tienen regularizada su situación administrativa, por lo complicado que es debido a nuestra legislación.

También puedes leer —  La Iglesia española defiende la regularización extraordinaria en medio de la celebración del jubileo con migrantes

Pese a que en muchas ocasiones viven hace tiempo entre nosotros y están trabajando, no pueden hacerlo de manera legal y se ven condenados a hacerlo, para sobrevivir, en la economía sumergida, con pésimas condiciones laborales y siendo muchas veces víctimas de grandes abusos.

Que las políticas migratorias sean poco humanas no es una novedad. Sin embargo, la extensión de los discursos contra las personas migrantes por parte de la extrema derecha está agravando seriamente la situación. Cada vez más, se identifica a las personas migrantes como un problema de seguridad, como si fueran individuos de los que debiéramos protegernos. Hay un interés evidente en enfrentar a pobres contra pobres.

La HOAC, como organización de trabajadores y trabajadoras cristianas, estamos convencidos de que como sociedad es necesario mejorar mucho nuestras políticas migratorias y tratar siempre a todas las personas de acuerdo con su dignidad.

“Es inaceptable hacer prevalecer ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe”

Así pues, la iniciativa legislativa admitida a trámite no es una cuestión menor, como tampoco lo es cambiar la mentalidad en algunos sectores de nuestra sociedad, para la que, como también señala el papa Francisco en Fratelli tutti “se olvida que los migrantes tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona” y además “es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno”.

El viernes 3 de octubre tuvo lugar una vigilia de oración que contó con el testimonio de dos personas que compartieron su experiencia migrante iluminada por la fe. El domingo 5 de octubre concluimos los actos de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado con una Eucaristía presidida por nuestro obispo en la que participaron diferentes colectivos de inmigrantes aportando el sabor de la diversidad en la unidad.