La economía social de mercado que las derechas españolas ignoran

La economía social de mercado que las derechas españolas ignoran

El trumpismo político que está seduciendo al desnortado PP de Feijóo no puede estar más alejado del humanismo cristiano y de la gran tradición conservadora europea.

No se puede decir que los conservadores en España hayan sido claramente democratacristianos, por más que en ocasiones coquetearan con la idea. Sus relaciones con el franquismo y su admiración por el liberalismo atlantista les llevó a despreciar muy pronto esta tendencia.

Tampoco, en rigor, cabe definir esta corriente política, que hoy también declina en la misma Europa en la que nació, como la apuesta política oficial de la Iglesia católica, aunque, efectivamente, fue mirada durante décadas con gran simpatía por ella.

No hay que olvidar que el pensamiento social de la Iglesia no se identifica con un único modelo social, ni con un partido político concreto, porque no es su pretensión ofrecer soluciones técnicas a problemas complejos, sino principios y orientaciones con vocación universal, inspirados en valores encarnados en el Evangelio.

Influyentes sectores que se dicen católicos están haciendo una apuesta clara por subirse a la ola de la “neo-reacción”

Sin embargo, en su particular cruzada, influyentes sectores que se dicen católicos están haciendo una apuesta clara por radicalizar el discurso de la alguna vez derecha moderada patria y subirse a la ola de la “neo-reacción” que llega con fuerza desde Estados Unidos. Ya cuenta con fundaciones, centros de pensamientos, medios afines que le ríen las gracias y hasta bendicen sus delirantes discursos.

Se ha olvidado que hubo un tiempo en que la Iglesia reconocía su cercanía con los postulados de aquellos partidos que se reconocían en el humanismo cristiano y defendían el modelo de “Economía Social de Mercado” que se había implantado en la Alemania reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los arquitectos intelectuales de la economía social de mercado fue el jesuita Oswald von Nell-Breuning (1890–1991), considerado uno de los pensadores más influyentes del siglo XX en el ámbito del pensamiento social cristiano.

Su participación en el Consejo Científico Asesor del Ministerio Federal de Economía entre 1948 y 1965 fue decisiva. Allí compartió mesa con figuras clave como Walter Eucken, padre del ordoliberalismo; Ludwig Erhard, futuro canciller y ejecutor de la reforma monetaria; y Alfred Müller-Armack, precisamente el creador del término “economía social de mercado”.

Desde el propio ámbito católico fue criticado este paradigma, por su aire de prudente equidistancia y estricta ambigüedad. Los más partidarios de la libre competencia pedían menos intervención pública y quienes defendían la justicia social más Estado.

Sin embargo, se entendió que al menos potencialmente permitía el desarrollo de principios básicos de la Doctrina Social de Iglesia como la libertad individual, la preocupación por la justicia social, la subsidiariedad y colaboración entre agentes sociales y la función social de la propiedad.

La Economía Social de Mercado se consagró como el modelo económico de la Constitución española, nada menos. Fue también la orientación inicial que guio la construcción de la Unión Europea, antes del advenimiento del neoliberalismo.

Nell-Breuning aportó una visión ética y humanista al diseño del nuevo sistema económico alemán

Nell-Breuning aportó una visión ética y humanista al diseño del nuevo sistema económico alemán. Defendía que la creación de riqueza debía estar vinculada a su justa distribución, y que el trabajo debía permitir no solo el consumo, sino también el ahorro y la inversión en medios de producción

Su influencia se extendió al mundo sindical, al cooperativismo y al diálogo social, siendo reconocido por líderes sindicales como Michael Sommer, presidente del potente DGB (Deutscher Gewerkschaftsbund, Confederación Alemana de Sindicatos), por su papel en la promoción de una cultura del consenso y la justicia social.

Su reputación también se reflejó en los programas económicos de los partidos socialcristianos, como la CDU (Christlich Demokratische Union Deutschlands, Unión Demócrata Cristiana de Alemania), e incluso en la evolución ideológica del partido socialista SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, Partido Socialdemócrata de Alemania), que acabó renunciando a su tradicional ideario marxista en favor de una orientación más reformista y socialdemócrata, con la aprobación del programa Godesberg.

En el contexto histórico de la Guerra Fría, esta solución se antojaba una “vía intermedia” entre los dos paradigmas enfrentados: el libre mercado anglosajón y el estatalismo comunista.

Esta vieja historia común entre demócrata cristianos y socialistas está siendo enterrada, justo cuando el mundo camina hacia una nueva confrontación  entre el proteccionismo económico oligárquico de Donald Trump y el capitalismo planificado del partido comunista chino, aliado con el Estado corporativista de Putin.

Si la derecha española quiere salir de su extravío y distanciarse de un Vox  muy vitaminado, puede mirarse en esta experiencia, por imperfecta que fuera, que quiso armonizar pacíficamente intereses contrapuestos a través del diálogo y el acuerdo.

No estaría tampoco de más que la propia Iglesia, con especial énfasis en España, atendiera igualmente la rica tradición de su enseñanza social, para reforzar el compromiso con las personas más empobrecidas y vulnerables, en vez de saludar ingenuamente a los apóstoles de “la teología de la prosperidad” que justifican el desprecio hacia los menos afortunados.