Jesús Fernández, obispo de Córdoba: “No se puede ser cristiano y no respetar los derechos de los trabajadores migrantes”

El obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, acompaña la marcha por el trabajo decente. “No se puede ser cristiano y no respetar los derechos de los trabajadores migrantes”, afirmó durante la eucaristía posterior al acto público
El viernes 10 de octubre, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) de Córdoba se unió a la celebración que, en todo el mundo, recuerda la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, promovida por millones de trabajadores y trabajadoras y por el conjunto de la Iglesia española.
En la plaza de las Tendillas tuvo lugar un acto público en el que las organizaciones eclesiales participantes expresaron su denuncia profética frente a todo trabajo que vulnera la dignidad sagrada e infinita de la persona, y anunciaron el Evangelio del Trabajo, que lo reconoce como un bien fundamental para la persona, la familia y la sociedad. Con el lema “Trabajo decente: derecho, no privilegio”, desarrollaron un recorrido simbólico de ver, juzgar y actuar en torno a la realidad laboral actual.
“Echa una mano por el trabajo decente”
Utilizando el símbolo de las manos, el momento del ver, titulado “Manos desgastadas y heridas por el trabajo indecente”, mostró cómo, cuando el trabajo no es decente ni cuida a las personas, estas sufren la pérdida de la salud y de la vida. Cuando no se reconoce la dignidad que emana del trabajo, la persona se cosifica. Tres testimonios reales (una mujer, un joven migrante y una víctima de siniestralidad laboral) pusieron rostro al sufrimiento que provoca un trabajo sin derechos.
En el juzgar, con el título “Las manos humanas son las manos de Dios”, se ofreció una reflexión desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, subrayando qué tipo de trabajo es necesario para que todas las personas vivan conforme a su dignidad de hijas e hijos de Dios y puedan establecer relaciones de fraternidad.
Finalmente, en el actuar, con el lema “Echa una mano por el trabajo decente”, los asistentes realizaron un gesto simbólico con siluetas de manos en las que escribieron compromisos personales. Con ello mostraron que todas las manos son necesarias para que el trabajo decente sea reconocido como un derecho y no un privilegio, un compromiso que calificaron como profundamente evangelizador.
El trabajo, imagen del Creador y vocación evangelizadora
Tras el acto público –presidido por una pancarta con la leyenda “Iglesia por el Trabajo Decente” y una cruz de madera–, los participantes marcharon por la calle Gondomar hasta la parroquia de San Nicolás de la Villa. A la marcha se unió monseñor Jesús Fernández, obispo de Córdoba, quien caminó tras la pancarta hasta la llegada al templo.
El obispo presidió posteriormente la Eucaristía, en la que destacó la necesidad de un trabajo decente, especialmente para los sectores más vulnerables, como las personas trabajadoras migrantes. “No se puede ser cristiano y no respetar los derechos de estos hermanos nuestros”, afirmó en su homilía.
Recordó también que Dios creó a la persona a su imagen y semejanza, otorgándole una máxima dignidad y haciéndola, mediante el trabajo, cocreadora del mundo.
“Jesucristo, el Divino Obrero, fue un trabajador manual, llenando de dignidad el trabajo humano y la condición de trabajador, y al mismo tiempo fue obrero del Evangelio y del Reino de Justicia y Misericordia de Dios, vocación a la que todos estamos llamados”, añadió.
Un año más, la Iglesia de Córdoba se ha sumado, de forma sencilla y profética, a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

Militante de la HOAC.
Director del Secretariado Diocesano de Pastoral del Trabajo de Córdoba.