Cuidar del trabajo es respetar la dignidad humana

En la presentación del libro “Trabajo humano, el reto pendiente”, del historiador y militante de la HOAC, Francisco Porcar Rebollar, el autor reclamó una “cultura del cuidado integral del trabajo” que permita las condiciones adecuadas para que esta dimensión fundamental de la persona pueda llegar a ser también una “expresión de amor”.
El obispo de Calahorra y la Calzada-Logroño y consiliario de la Acción Católica, Santos Montoya, insistió antes del acto, en que la doctrina social de la Iglesia desde León XIII hasta ahora se ha ocupado siempre del trabajo y de las personas trabajadoras y que el magisterio eclesial defiende la dignidad de la persona” también en el marco de las relaciones laborales.
La fe impulsa a dignificar el trabajo
En este sentido, llamó a las comunidades cristianas a formarse e interesarse más por este aspecto fundamental de la vida personal y social y a comprometerse con “la defensa de condiciones dignas de trabajo y del sentido humano del trabajo”.
“La dignidad de la persona en el ámbito del trabajo en muchas ocasiones está desatendida, basta ver las condiciones de trabajo, los salarios, los descansos”, denunció y reconoció que la Iglesia debe reforzar “su tarea de proteger la dignidad de las personas trabajadoras y animar a todas las comunidades cristianas a que trabajen activamente en este campo”, frente a la idea muy extendida de que es competencia de otras instituciones.
“Conocer mejor nuestra fe y sus implicaciones pasa por esta atentos a la realidad en sus distintos ámbitos. No podemos pensar que el trabajo es asunto de otras entidade”, concluyó.
El trabajo como expresión de la dignidad humana
Francisco Porcar, trabajador jubilado, colaborador de la revista Noticias Obreras y autor de numerosas publicaciones sobre justicia social, explicó en su intervención que “cuidar el trabajo es también una expresión de amor a las personas”, subrayando que “el trabajo no puede reducirse a una mercancía, a simple medio de producción o vía para obtener ingresos”.
“El trabajo expresa la dignidad humana y sostiene proyectos de vida, hogares, familias y comunidades. Cuando es inseguro o insuficiente, se quiebran los cimientos personales y sociales”, advirtió el autor del libro.
Crisis laboral
Al igual que hablamos de crisis climática, Porcar considera que también estamos ante una “crisis laboral” en todo el mundo. Así recordó que, en todo el planeta, tres millones de personas trabajadoras cada año por accidentes de trabajo y enfermedades laborales y que casi el 60% de las personas trabajan en la economía informal, sin derechos, sin seguridad ni protección social.
Aunque la situación de España no “es comparable”, las condiciones de trabajo y la consideración del mismo impiden a muchas personas vivir con dignidad y desarrollar plenamente sus proyectos personales, familiares y sociales, señaló. Por eso, urge una “conversión social que ponga el cuidado en el centro”, tanto de las personas, de la sociedad como del planeta. “Trabajar cuidando y cuidar trabajando siembra humanidad”, apuntó Porcar.
Para avanzar en la humanización de las relaciones laborales es preciso subvertir “la lógica economicista de la mayor rentabilidad posibles”, a través de un cambio cultural y de nuevas prácticas y hábitos que contribuyan a avanzar hacia la cultura del cuidado, una “utopía” que no llegará a cumplirse nunca plenamente, pero ayuda a acercarnos a un horizonte mejor.
Cuidar la dignidad del trabajo, la persona, la sociedad y el planeta
A su entender, cuidar el trabajo tiene cuatro dimensiones complementarias: cuidar a las personas trabajadoras para que realicen su labora en condiciones dignas, seguras, con salarios justos; cuidar a la sociedad, orientando las capacidades y recursos hacia bienes que construyan comunidad (vivienda asequible, servicios esenciales) y no hacia lo que la destruye como pueden ser la industria armamentística y las actividades contaminantes; cuidar el planeta, apostando por empleos sostenibles y transiciones justas que tengan en cuenta a la población trabajadora; y cuidar la dignidad del trabajo, es decir, desde el reconocimiento de su valor humano y su sentido profundo.
Precisamente, esto último, es lo que alimenta las otras dimensiones, puesto que “la dignidad se fundamenta en que es la persona quien realiza el trabajo”. Así, el principal objetivo para la comunidad cristiana debe ser “promover e implantar las condiciones de trabajo para que este pueda ser también expresión de amor”.

Redactor jefe de Noticias Obreras