Sobre Vox: una sugerencia a los obispos españoles

Sobre Vox: una sugerencia a los obispos españoles
FOTO | AAP

Ya sé que la reacción más previsible de una parte de los obispos españoles va a ser –cuando lean o se les informe de la sugerencia que formulo en estas líneas– una sonrisa irónica, no descartando la posibilidad de que vaya acompañada de un comentario displicente: otra ocurrencia, una más, de entre las muchas que tenemos que escuchar –y padecer– estos últimos tiempos. Pero, como he dicho, me gustaría que fuera de “una parte”, no de todos.

Confieso que vengo dándole vueltas a tal sugerencia desde que tuve conocimiento de que la Conferencia Episcopal Alemana recordó, por unanimidad, en febrero del año pasado, que “el nacionalismo racista es incompatible con la visión cristiana de Dios y del ser humano”.

Por eso, sostuvieron, “los partidos de ultraderecha y aquellos que se mueven en el límite de esa ideología” –por ejemplo, añado, por mi cuenta, Alternativa para Alemania (AfD)– no son “un ámbito en el que los cristianos puedan militar políticamente ni son aptos para ser votados por ellos”.

Pero no se quedaron solo ahí. Los obispos alemanes fueron todavía un poco más lejos e indicaron –a propios y extraños– que la militancia en estos partidos tampoco era “compatible con el trabajo dentro de la Iglesia”. Ello quería decir, en concreto, que los militantes de Alternativa para Alemania no podían tener responsabilidades de ningún tipo en el gobierno de la Iglesia alemana. Y que, si las venían desempeñando, tenían que dejarlas o ser expulsados.

Es lo que, por ejemplo, le pasó –poco más de un par de meses después– a Christoph Schaufert, vicepresidente de AfD en el Parlamento del Estado federal de Sarre y miembro del Consejo de Administración de la parroquia de St. Marien, en Neunkirchen: fue expulsado de dicho Consejo de Administración en aplicación del acuerdo adoptado por la Conferencia Episcopal Alemana contra el nacionalismo racista y xenófobo.

El vicario general de la Diócesis de Tréveris, Ulrich von Plettenberg, se encargó de comunicarlo, tras reiterar que “los partidos de extrema derecha no pueden ser un lugar de actividad política para nosotros, los cristianos”. Schaufert presentó, por su parte, un recurso contra una expulsión que –según dijo– le resultaba “incomprensible e insostenible porque a mí, personalmente, no se me puede acusar de nada”.

Sin embargo, la diócesis confirmó su expulsión al entender que debía haberse “distanciado” de los postulados que, en la AfD, violan la elemental dignidad humana. La militancia en la ultraderecha “es incompatible con ejercer cargos” en el seno de la Iglesia, sostuvo Stephan Ackermann, obispo de Tréveris.

Este hecho no es único, aunque fuera uno de los primeros y, probablemente, de los más llamativos en el ámbito germano. A partir de entonces, le han sucedido otros que han afectado a más militantes de Alternativa para Alemania en otros organismos eclesiales y que muestran con claridad meridiana la firme voluntad de la Iglesia alemana no solo de marcar distancias ideológicas, sino de romper cualquier tipo de relación con la ultraderecha, xenófoba y racista, sin paliativos de ninguna clase; al menos, por parte de su Conferencia Episcopal y de una parte notable de los católicos de “a pie”.

Se entiende, a la luz de lo recordado hasta ahora, mi sugerencia a los obispos españoles, tanto como Conferencia Episcopal y, si no fuera posible de manera colectiva, al menos, a título personal: ¿por qué no proceden como sus colegas alemanes y, además de distanciarse moralmente de Vox –en conformidad con lo dicho y hecho por Jesús de Nazaret–, invitan a que sus militantes sean apartados –por pura coherencia evangélica– de las diferentes instituciones eclesiales, abriendo, para ello, los oportunos debates en sus respectivos órganos de gobierno y decisión?

No creo que esta sugerencia sea un disparate, ni mucho menos, sino un acto de coherencia y –lo reconozco– de cierta –pero necesaria– incorrección política. Es posible que, como consecuencia de este claro, contundente y práctico desmarque eclesial, Vox experimente un aumento de voto salido de entre las filas de cristianos y católicos.

Nada nuevo bajo el sol. Es lo que ya ha pasado en las últimas elecciones alemanas tras el posicionamiento reseñado de su Conferencia Episcopal. Entiendo que tales “huidas”, además de necesarias y sanadoras, son semillas de futuro. Creo que las personas que –como Santiago Abascal– proponen hundir el Open Arms, no tienen cabida en la comunidad cristiana; como tampoco, quienes comparten tamaño disparate.

Me gustaría poder contar –cuanto antes– con un posicionamiento de los obispos españoles de parecida claridad y contundencia al de los alemanes. Y, como he adelantado, si no es posible de manera colectiva, que lo sea, al menos, a título personal por parte de algunos de ellos.

Somos muchos –católicos, cristianos y personas de buena voluntad– los que echamos de menos un episcopado español un poquito más valiente y menos “sensato” por coherencia evangélica. Ahora tienen una oportunidad. ¿La aprovecharán?