Humanidad y tecnología: una relación por discernir

Humanidad y tecnología: una relación por discernir

Acabo de empezar mi tarea como presidenta de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Soy Paloma y aquí estoy de paso…, para servir a la Iglesia y al mundo obrero.

En este inicio de camino he participado en el último seminario del MTCE, nuestro movimiento europeo, titulado: “La tecnología digital para las personas, no las personas para la tecnología digital”.

He tenido la oportunidad de reflexionar desde otra perspectiva este tema, en continuidad con lo trabajado por la HOAC en los cursos de verano.

Me fascinó la ponencia de Pascal Marín, filósofo francés, que me ayudó a cuestionarme. Me he traído muchos interrogantes: ¿inteligencia artificial? ¿mecanización de los datos? ¿máquinas humanas? ¿los humanos somos solo máquinas? Interrogantes interesantes, profundos, desconcertantes…

Siempre hablamos de ventajas e inconvenientes de la tecnología, pero pocas veces nos situamos en un plano más filosófico: ¿qué tipo de persona se está construyendo?, ¿qué relaciones sociales se fomentan?, ¿qué modelo de política y de sociedad está surgiendo?

Cuando hablamos de inteligencia artificial (IA), sin darnos cuenta atribuimos a los algoritmos una capacidad humana. Pero no puede haber humanidad si no hay conciencia, afectividad, relación con los iguales…

¿Cómo nos construimos como personas? Lo hacemos junto a otros, gracias a los demás. Atribuir a la llamada IA la inteligencia, la capacidad de pensar e incluso de crear… ¿a dónde nos lleva?

Vivimos en un mundo de progreso y de ensoñación. Todo el día, por todos los medios, nos convencen de que hemos de soñar con vivir mejor, tener más (poder, dinero, cosas, seguidores, likes…). Lo que parece ser verdad se toma como verdad. ¿No será por eso que los bulos y la desinformación no dejan de crecer?

Es importante preguntarnos en qué medida nuestras vidas están sujetas a sistemas digitales y algoritmos. Uno de los grandes retos que tenemos es pensar juntos, poniendo en el centro la persona y su dignidad, caminando hacia el bien común y la justicia social.

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Pero ese bien común difícilmente es lo que buscan unos algoritmos que nos envían mensajes individualizados, que nos hacen creer en inteligencias no humanas, que diluyen relaciones laborales porque son las máquinas las que dirigen y controlan, que condicionan nuestros gustos y consumos…

En los diálogos mantenidos se hacía visible la necesidad de hablar, reflexionar, cuestionarnos y generar cultura crítica. Y llevar todo esto a nuestros ambientes, a las organizaciones en las que participamos, difundirlo, formar y educar.

Depende de nosotros ser capaces de pensar críticamente y compartirlo con otros, de tomar conciencia y no dejar de ejercer nuestra humanidad.

Cada vez más necesitamos trabajar juntos. Gracias a la comunidad podemos transformar la realidad, incluso usando estas herramientas. Desde lo social, lo humanístico, lo filosófico y lo espiritual tenemos recursos para afrontar estas situaciones cambiantes.

Hemos de aprender a usar la tecnología, a no dejarnos dominar por ella ni permitir que nos sustituya. No caigamos en el aislamiento. Como decía Pascal, no se trata de demonizar la tecnología, sino de no diluir lo humano, de no dejarnos engañar.

¿Y tú, qué piensas sobre ello? ¿Qué retos crees que tenemos?

 

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