El círculo del silencio en Huelva proclama a los migrantes como signo de esperanza: “El futuro será de encuentro o no será”

El Círculo de Silencio en Huelva convocado por la Iglesia diocesana y entidades sociales recuerda que “migrar es un acto de valentía” y denuncian la violencia que obliga a miles de familias palestinas a huir bajo las bombas
Este miércoles, entre las 19:30 y las 20:00 horas, Huelva acogió un nuevo círculo del silencio en solidaridad con las personas migrantes, convocado por el Secretariado de Migraciones de la Iglesia diocesana, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Huelva Acoge, la Asociación Latinoamericana Huelva para todos y todas, Cáritas y la Fundación Don Bosco.
Al término de la concentración, una convocatoria habitual cada último miércoles de mes, el secretariado de Migraciones dio lectura al manifiesto titulado Migrantes, signos de esperanza, un texto que quiso visibilizar la dignidad y la fuerza de quienes se ven obligados a dejar atrás su tierra para abrirse camino en lo incierto.
“Ellos y ellas, con sus manos vacías pero su corazón lleno de sueños, nos recuerdan que la humanidad no se mide en pasaportes ni documentos, sino en la capacidad de tender puentes, de abrir caminos y de sembrar futuro”, subraya el texto.
Migrar es valentía y semilla de futuro
El manifiesto expresa una lectura profunda de la migración como realidad constitutiva de la historia humana. “La historia de los pueblos está hecha de migraciones. Allí donde hubo intercambio, mezcla y acogida, florecieron las culturas, crecieron las lenguas y nacieron nuevos horizontes”, destaca.
Desde esta perspectiva, las personas migrantes no son vistas como amenaza, sino como portadores de riqueza cultural y humana. “En sus ojos cansados habita la promesa de un mundo más humano, más justo y más solidario”, se afirmó, poniendo el acento en la valentía de quienes cruzan desiertos, mares o fronteras alambradas para buscar una vida mejor.
Denuncia de fronteras y reconocimiento de gestos de acogida
Al mismo tiempo, el texto no eludió la dureza del camino de las personas migrantes, marcado por “fronteras que excluyen, políticas que criminalizan, muros que hieren y prejuicios que condenan”.
Sin embargo, en medio de ese sufrimiento, se destacaron los “signos luminosos” que surgen de las comunidades que acogen, del vecindario que tienden la mano, “de los maestros que abren las puertas de la escuela o de los médicos que atienden sin preguntar por el origen”. Cada gesto de fraternidad, destacaron, “rompe la lógica del miedo y nos muestra que otra forma de convivir es posible”.
Los convocantes insistieron en una premisa fundamental: “Hoy afirmamos que el futuro será de encuentro o no será. Que la hospitalidad no es un lujo, sino un derecho y un deber”. En este sentido, se invitó a reconocer que “cada paso migrante sea semilla en la tierra común”, que cada lengua distinta sea “canto que enriquece la armonía del mundo” y que cada herida del desarraigo “encuentre cura en la ternura compartida”.
Gaza como herida abierta
La lectura del manifiesto se cerró con una referencia explícita a Palestina, recordando la tragedia que atraviesa la población de Gaza. “No podemos callar ante el clamor de Gaza, donde miles de familias son forzadas a migrar bajo las bombas, expulsadas de su tierra y privadas de futuro”, denunciaron.
El texto destaca que, aunque se pretenda arrebatarles hasta lo más básico, “la humanidad no se rinde: Gaza es herida abierta, pero también grito vivo de justicia y anhelo de paz”.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)