Un dodecálogo musical para la esperanza

Un dodecálogo musical para la esperanza
Imagen I Jorge Botella (vecteezy)

Esperé pacientemente al Señor,
se inclinó y escuchó mi llanto.
Me sacó de los pozos
fuera de la arcilla fangosa,
puso mis pies sobre una roca,
e hizo mis pasos firmes.
Muchos verán, muchos verán y confiarán.
Cantaré, cantaré una nueva canción.
Cantaré, cantaré una nueva canción.
¿Cuánto tiempo habré de cantar esta canción?
¿Cuánto tiempo, cuánto tiempo…?
U2 – 40 (Álbum War, 1983)

Siempre que el grupo irlandés U2 interpreta esta versión del Salmo 40 en sus conciertos lo hace al final. Su estribillo tiene algo de reproche a la humanidad que no impide que tantas personas sufran todavía y sus estrofas un mucho de confesión de que la esperanza que viene de la fe en Dios es la fuerza transformadora que no defrauda, como nuestro querido papa Francisco nos recordaba en la bula del Jubileo de la Esperanza para este año 2025.

«Así, (en el Reino de los Cielos) los últimos serán los primeros y los primeros los últimos» (Mateo 20, 16). Era de justicia, pues, abrir esta reseña musical con el canto que no solo cierra muchos conciertos de U2, sino también su tercer disco War (Guerra), centrado en las consecuencias físicas y emocionales de la guerra hasta «convertir el pacifismo en una cruzada». Emociona que miles de personas permanezcan cantando How long to sing this song? varios minutos después de finalizar el concierto.


(subtitulado al castellano)

La guerra de las Malvinas, la primera guerra del Líbano, el largo conflicto del Ulster…, inspiraron este duro trabajo discográfico en los primeros años 80 del siglo pasado, que sigue tristemente vigente ante los graves conflictos actuales, más de 40 años después. Si cualquier guerra es abominable, el genocidio en directo del pueblo palestino en Gaza y Cisjordania ha superado lo que el derecho internacional y la indiferencia humana pueden soportar. Aunque es tarde para miles de niños y adultos palestinos, cada vez más voces ciudadanas se sublevan para impedir que el Gobierno de Israel aniquile a un pueblo y colonice Gaza para el turismo de lujo. El dúo rapero palestino-israelí Dugri nos dan motivos para la esperanza todavía:

Aquí tenemos una muestra de su música conciliadora entre pueblos no tan alejados:

El grupo valenciano Edén tampoco desfallece y desde 1985 vienen proponiendo su pop reflexivo con temas como Un millón de razones:

Compartes conmigo el sueño del amor,
abres mi puerta a la esperanza,
compartes conmigo la alegría y el dolor,
junto a ti nada me falta (…)
Tengo un millón de razones para amarte,
tengo un millón de razones para no desesperar.

Arde Bogotá hace de La Torre Picasso un canto a la rebeldía, a la resistencia y a la esperanza incluso en los momentos más difíciles de una vida. El vídeo es un trabajo audiovisual original y sugerente:

Entre los restos del desastre
He descubierto alguna luz
(…) Si la felicidad se escapa
Bailaré con el dolor.

«La vida sigue, con mucha tristeza, pero sigue» termina diciendo el audio oficial del tema Un hogar de Valeria Castro, que vuelve a visitar esta página anual porque su sensibilidad lo merece y nos conmueve:

En Nueve canciones de amor y una de esperanza, Elefantes nos aseguran que: Hoy voy a empezar mi nueva vida / El contador, vuelve a cero otra vez / Hoy voy a abrir mis alas partidas / El viento me las ayudará a mover.

Y el sentimiento de sobreponerse a la dificultad con fuerzas renovadas lo tradujo, en varias canciones de su disco Rabo de nube, Silvio Rodríguez, como en El día feliz que está llegando:

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Y a mí me escarba la ansiedad,
me escarba hondo, acá, en lo blando.
Me escarba simple de escarbar,
como para que se hunda más
el día feliz que está llegando.

El argentino Axel nos anima a celebrar la vida con ritmos latinos. Su letra se identifica con las personas que leemos esta revista. Compruébalo tú mismo, tú misma en esta versión subtitulada:

Y no habrá esperanza, no saldremos mejores del mundo gris que parece imponerse, sin cuidado, como el que se tienen Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral. En palabras de Romano, en Sílvia & Salvador «se llora por Palestina, se habla de poner el corazón por delante, se reivindica la energía telúrica del recuerdo, se nos exhorta a creer en el amor, a “estar presentes” y a cuidarnos unos a otros». Delicadeza auténtica en sus voces, ritmos, instrumentación, idiomas…

En esta propuesta musical para la esperanza no podía faltar la versión en castellano de la canción que abrió definitivamente a un famoso grupo sueco las puertas del mundo hispanohablante, si bien podemos no desvelarla con la seguridad de que ya sabes cuál es. Para tu satisfacción por acertar, entra en:

Terminemos (casi) este dodecálogo (la última canción la pones tú) con una pequeña reflexión sobre la apropiación de las palabras, de las religiones, de los colores… y hasta de las canciones. Hay palabras que cuesta utilizar pues parecen adulteradas por dar nombre o ser usadas interesadamente por determinadas opciones políticas: sucede con «patria», «popular», «socialista», «democracia»… Suele suceder que quienes las hacen suyas son quienes primero las olvidan y las traicionan. También parece que no se puede ser católico sin identificarse con una determinada ideología, aunque luego sus políticas disten de la buena noticia de Jesús de Nazaret. Pasa hasta con los colores, que los partidos se apropian para distinguirse visualmente, y si te gusta un color determinado ya parece que necesariamente te identificas con el partido que lo utiliza: por ejemplo, hay «verdes» que empezaron siéndolo y hace mucho se olvidaron, y otros verdes que nunca lo fueron. Los autores de Color esperanza no mencionan el color verde, aunque pensaran en él, según su simbolismo occidental. Por cierto, la polémica por su autoría se superó felizmente, como así debe ser…

Disfruta de la versión de 2020 aquí:

¡No nos dejemos arrebatar el verde!