«Lo que has acumulado, ¿de quién será?»

Lectura del Evangelio según san Lucas (12, 13-21)
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
–Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Él le contestó:
–Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?
Y dijo a la gente:
–Miren: ustedes guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola:
–Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha».
Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: “Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida”».
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?».
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
Comentario
Aquí Lucas nos presenta un nuevo tema que tiene que ver con los bienes temporales y la acumulación que termina con una sentencia clara y rotunda: «Porque donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón» (Lc 12, 34; Mt 6, 21) que escucharemos la próxima semana. Estamos en la parte central de ese camino que va haciendo Jesús de bajada a Jerusalén.
El texto comienza con una anécdota que sirve para introducir el mensaje central, la del hombre que pide a Jesús que intervenga en una disputa entre hermanos para solucionar un tema de herencia. Jesús quiere entrar en otro orden de valores para reducir a la necedad el valor más importante de esta sociedad la acumulación de riqueza.
El evangelista describe aquel que acumula y organiza todo su tener para darse la buena vida. Describe la mentalidad de nuestro mundo, un mundo que se ha echado a perder por la ambición, por ganar el dinero fácil, por dar el pelotazo sin mirar las consecuencias. Donde es noticia estar en los primeros puestos del ranquin de la acumulación de la riqueza. Hoy se habla de la lista Forbes de los más ricos del mundo que cada año por marzo ocupan los titulares de la prensa y los números escandalizan[1].
Vivimos en un mundo cada vez más desigual, el economista francés Thomas Piketty afirma «Nuestro mundo actual es una de las sociedades más desigualitarias que han existido»[2].
Este sistema capitalista ha institucionalizado el tener y vivir bien como meta, nos convence de que la riqueza genera bienestar y soluciona los problemas sociales, pero las diferencias sociales aumentan de forma escandalosa, cada vez hay más que tienen menos y menos que acumulan muchísima riqueza de forma escandalosa y provocadora.
La ambición ha generado una crisis que pagan los más pobres y lo paga también la naturaleza como decía el padre Raniero en la Basílica de San Pedro en la 1ª Jornada de oración por el cuidado de la creación: «Nadie puede servir seriamente la causa del cuidado de la creación, si no tiene la valentía de denunciar la acumulación de riquezas exageradas en las manos de pocos».
La ambición es la droga de esta sociedad adicta a tener y cuanto más tiene más ganas de tener. Y lo peor no es que la riqueza haya subyugado al estado, a las organizaciones e instituciones llamadas a facilitar la igualdad, a promover el bienestar para todos… lo terrible es que va conquistando mentalidades y convierte en normal y necesario las grandes diferencias sociales y económicas.
Y Jesús hace intervenir a Dios de forma inesperada y contundente… y cuestiona el poder del tener al enfrentarlo con la muerte. Al final de todo es un poder demasiado vulnerable porque nadie es dueño de su mañana, pero sí podemos ser facilitadores del mañana esperanzado de otras personas si somos capaces de repartir y compartir, de facilitar que otras tengan una vida digna, de que otras personas puedan cubrir sus necesidades primarias. Vivir con lo suficiente para que otras personas también puedan tener para vivir con dignidad.
En este párrafo no entra Jesús a cuestionar el cómo se gana la riqueza, pero sí cuestiona su finalidad, y lo absurdo y vano que es dejarse embaucar por ella como sentido a la vida.
El sentido de la vida es ser rico ante Dios… presente en el que tiene hambre, sed, está desnudo, en la cárcel… ser rico ante el Dios que se presenta siempre como necesitado («Dios mendigo supremo»). Rico ante el Dios pobre que grita justicia y dignidad, rico porque puedes ejercer la solidaridad y la oportunidad de sanar sus heridas.
El papa Francisco ha llegado a decir: «Si acumulas riquezas como un tesoro, te roban el alma»[3] y en Fratelli tutti, 122 dice: «El desarrollo no debe orientarse a la acumulación creciente de unos pocos, sino que tiene que asegurar “los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las Naciones y de los pueblos”».
San Ambrosio, en el siglo IV, decía: «Cuando alguien roba los vestidos a un hombre, decimos que es un ladrón. ¿No debemos dar el mismo nombre a quien pudiendo vestir al desnudo no lo hace? El pan que hay en tu despensa pertenece al hambriento; el abrigo que cuelga, sin usar, en tu guardarropa pertenece a quien lo necesita; los zapatos que se están estropeando en tu armario pertenecen al descalzo; el dinero que tú acumulas pertenece a los pobres»[4].
Tenemos que recuperar toda esa doctrina social (una gran desconocida) que es patrimonio de la Iglesia y que nos invita a poner las riquezas al servicio de la dignidad de toda persona, sobre todo de los más empobrecidos desde tres principios claves que desarrolla: «la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes y el bien común».
[1] Elon Musk, a pesar de haber perdido patrimonio por 16 mil millones de dólares, sigue a la cabeza de la lista con un patrimonio neto de 406.500 millones. Los 24 españoles que están en la lista tienen una fortuna entre 124.000 y mil millones de dólares, a la cabeza el español Amancio Ortega.
[2] «Justicia e igualdad» (13/04/2020), José Ignacio Glez. Faus. Tema del mes, Noticias Obreras.
[3] Papa Francisco, en la red social X (antes Twitter) (5/08/2014).
[4] San Ambrosio de Milán (C. 340-397). Libro de Nabot Yizreelita.
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Más en Orar en el mundo obrero, 18º Domingo del TO.

Consiliario general de la HOAC
Cura en Gran Canaria. Diócesis de Canarias
Ordenado el 5 de noviembre 1984 por Ramón Echarren Ystúriz
Nací el 26 de septiembre de 1955