La audacia del corazón

Con todo el mundo es el título de un álbum del grupo musical Khruangbin. Sus integrantes cuentan que pusieron este título al álbum porque la bajista del grupo, Laura Lee, acostumbraba a decirse con su padre «Te quiero con todo el mundo». En nuestro tiempo, más que nunca, podemos decir que estamos conectados «con todo el mundo».
La realidad climática es inseparable de otras realidades de sufrimiento en el planeta. Cuanta más conciencia tomamos, ya sea a nivel climático o a cualquier nivel, caemos más y más en la cuenta de la profunda interrelación de toda la realidad en la que vivimos.
En el preciso momento en que escribo, 9 de junio de 2025, la Flotilla de la Libertad –una embarcación que llevaba ayuda humanitaria a Gaza– ha sido interceptada y todos los activistas que iban a bordo han sido detenidos por el Gobierno israelí.
Entre los tripulantes detenidos se encuentra la activista sueca Greta Thunberg, principalmente reconocida por iniciar el movimiento ecologista juvenil Fridays For Future. Y cabe preguntarse: ¿por qué una joven activista climática se mete en los jaleos de una guerra internacional y una crisis humanitaria a tal escala? La respuesta que ella misma da es muy simple. Porque «no hay justicia climática sin derechos humanos». Es decir, la misma conciencia climática, el mismo deseo profundo de justicia, basado en la compasión hacia nuestra Tierra y todos sus habitantes, aplica para cualquier situación de sufrimiento e injusticia en el mundo.
La mayoría de nosotros tal vez necesitamos elegir una batalla entre todas las que hay, por falta de tiempo o capacidad para asumir todas y cada una de las situaciones dolorosas que hay en el planeta. Eso es lógico y casi saludable. Pero el punto es el siguiente: si tienes sensibilidad y compromiso hacia la liberación del sufrimiento generado por la crisis climática, ese mismo proceso interno te lleva a comprender otras realidades de sufrimiento distintas. Porque todo está entrelazado y conectado.
Como dijo el papa Francisco, necesitamos una «revolución de la ternura». Esta revolución implica ser conscientes de las dificultades que existen, tanto a pequeña como a gran escala, y seguir eligiendo responder a ellas desde la ternura. La ternura no evita la firmeza, pero la completa. La ternura es una audacia del corazón, que mira el dolor del mundo tal como es y se atreve a responder a él con más amor. Y esto empieza aquí y ahora. No importa que no estés embarcada o embarcado en la Flotilla, o que no estés al otro lado del mundo salvando corales o haciendo cosas aparentemente «grandes».
La revolución es la misma, aquí y ahora, en tanto que seas capaz de percibir y experimentar en tu corazón esas situaciones, y te conmuevas. Esa apertura moviliza todo nuestro ser, toda nuestra existencia, y nos impulsa a tomar decisiones cada vez más coherentes con aquello que toca nuestro corazón.
En este proceso de apertura al dolor del mundo es fundamental haber construido unas buenas bases psicológicas. Enfrentarse a la oscuridad del mundo exige haberse enfrentado previamente a la oscuridad interna. Cuanto más hayamos integrado esa sombra interna, mayor capacidad tendremos para responder a la externa desde la compasión. En tanto que sanamos nuestras heridas internas e integramos las sombras que llevamos dentro, podemos acoger y enfrentar las heridas y las sombras del mundo que nos rodea. Las dos caras de la moneda, la realidad interna y la externa, van ligadas.
Todo el sufrimiento del mundo viene de la misma raíz común: la ignorancia (avidya en la tradición hinduista) o pecado original (en la tradición judeocristiana) que habita en el corazón humano. Como es fuera, es dentro. Por esta razón es tan importante hacer un profundo trabajo espiritual-psicológico de autoconocimiento. Esa es la base sólida para un trabajo por la justicia socioambiental sostenido y coherente.
La realidad en la que vivimos está totalmente conectada a todos los niveles: mental, físico, emocional y espiritual. Tomar conciencia de todos los niveles y buscar la forma de equilibrarnos para actuar con determinación, propósito y una visión clara, es un proceso que puede llevarnos toda la vida. Y es justamente mientras hacemos este proceso de ampliación y reajuste de nuestra comprensión del mundo que vamos actuando en el mundo.
Esperar a estar «completamente sanados» o «iluminados» para actuar sería un absurdo. Sin embargo, es imprescindible seguir haciendo este proceso espiritual y psicológico a lo largo de toda la vida. A medida que vamos desarrollándonos en conciencia y en humanidad, nuestras decisiones y acciones se vuelven más alineadas y profundas. Ese es el trabajo de fondo que toda persona pre-ocupada «con todo el mundo» tiene que afrontar con responsabilidad.
Se dice que el Buda sonríe, pero no se ríe porque, a pesar de permanecer en éxtasis, conoce el gran sufrimiento del mundo. Jesús en la cruz asumió el gran dolor y sufrimiento del mundo en su propio cuerpo y lo redimió a base de amor: «Perdónalos porque no saben lo que hacen». Esas palabras solo pueden brotar de una conciencia totalmente integrada. Nuestro propósito, si es que queremos, es acercarnos lo máximo posible a ese referente de integración y amor total.
Que este verano sea una oportunidad de centrarnos, inspirarnos y sanarnos para poder actuar, cada vez más, desde la ternura, hacia uno y una y hacia los y las demás. Realmente es en cada uno de los pasos que damos en esa dirección que renace y florece la esperanza. •
Más información y recursos
- En tu centro está tu paz (María Laín)
- «Ecología joven: activismo por el cambio climático» (Universidad Católica de Santa Fe)

Activista climática, filósofa y artista