El prometedor camino de la esperanza

El prometedor camino de la esperanza
Foto I Adisak Phuangsri (vecteezy)
La esperanza, como sentimiento que mira al logro de un futuro mejor, o como virtud teologal que desde la fe confía ese futuro al reino de Dios (Cf. Jaume Botey, Construir la esperanza, Barcelona, CCJ nº 158, junio 2008; F. Javier Vitoria, Dar razón a la esperanza en tiempos de incertidumbre, Barcelona, CCJ, nº 239, noviembre 2024…) necesita de la Promesa.

Y a su discernimiento, en los tiempos inciertos que vivimos, dedica la filósofa catalana Marina Garcés el breve pero jugoso ensayo El tiempo de la promesa. Dos aspectos caben destacarse de inmediato en su actualidad: vivimos en un mundo frágil, y urge devolver a la palabra su compromiso con la realidad y la verdad.

El tiempo de la promesa
Marina Garcés.
Nuevos Cuadernos
Anagrama, 112 págs. 2023

Distribuye Marina Garcés el libro en dos partes, tras un sucinto y clarificador «Prólogo» (págs. 9-13), en el que define «prometer» como «una acción que se hace con la palabra y que, de la nada, hace nacer un vínculo y un compromiso capaces de atravesar el tiempo y reunir, en una sola declaración, pasado, presente y futuro» (pág. 10), caracteriza nuestro hoy: «las promesas ocupan un lugar poco importante, hoy, en la manera como nos vinculamos a los demás…» (pág. 9), y reclama su necesidad porque «¿qué futuro podemos tener si no nos atrevemos a prometernos nadas? Las cárceles de lo posible son el escenario reiterado de la servidumbre y de la rendición» (pág. 11). En este contexto «prometernos algo puede ser, hoy, una forma de rebelión que introduzca en los escenarios del presente la batalla por el valor de la palabra y sus consecuencias sobre la vida que tenemos y podemos esperar» (pág. 12). En definitiva, porque «las promesas hablan del futuro, pero se hacen desde el presente y nos hacen presentes. Hablan del futuro, pero invocan un comienzo y una memoria compartida» (pág. 139).

En la primera parte del libro, «Una extraña manía» (págs. 15-58), Marina Garcés se refiere a lo imprescindible que es, para el desarrollo una vida humana digna y esperanzada, la «promesa», «prometer»: «La promesa abre un intervalo en el que sostenerse: esta es su paradoja. Desafía el tiempo de lo irreversible… pero también el de la arbitrariedad» (pág. 53). Y en la segunda intitulada «El tiempo del accidente», afronta los retos que tiene por delante la promesa en los tiempos inciertos que vivimos y que la filósofa catalana define como el «tiempo del accidente» (págs. 59-98).

En «Una extraña manía» advierte la pensadora que vivimos tiempos inciertos, pero no perdemos la esperanza en algo mejor para nuestra vida. Y la promesa desafía la indiferencia que caracteriza las relaciones de nuestro tiempo (pág. 16), porque, a través de la palabra, toma forma definida un compromiso: «prometer algo es introducir una verdad… en la trama de lo real; es una expectativa compartida» (pág. 21). Por difícil que sea en ocasiones cumplirla, su efecto esperanzador es tan grande que su tiempo es un tiempo fuera del tiempo, «es una potencia de futuro que reorganiza… el presente» (pág. 26). El desafío que afronta la esperanza en el mundo que vivimos es la fragilidad del nexo entre palabras y cosas (pág. 32).

Ese desencanto individual, social, político, religioso al que asistimos hoy es analizado por la filósofa en la segunda parte del ensayo y el lugar tan importante que ocupa la promesa como sostén de la esperanza. Este desencanto viene motivado porque «vivimos en el tiempo del accidente» (pág. 39), del acontecimiento que se ha acostumbrado a irrumpir imprevistamente en el curso regular de las cosas y en nuestra vida una y otra vez, y reorganiza el sentido de nuestra temporalidad , siempre al borde de lo incierto. Tres son sus rasgos: crisis, colapso y catástrofe. La indefinición del mañana no es un indicio de apertura, sino una amenaza (pág. 61). Se ha normalizado la crisis.

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El lugar de la promesa lo está ocupando la predicción, que únicamente conduce al cálculo. Prometer es siempre el punto de inicio de un vínculo y un compromiso (pág. 76), y en ella late una verdad que impugna el orden establecido. Solo la tiranía de la incertidumbre puede arrasar su potencia esperanzadora, advierte Marina Garcés. Y concluye este ensayo invitándonos a perder el miedo a la promesa y al compromiso que conlleva como medio empujar la esperanza.

Pasando del ensayo al relato, damos cuenta en esta ocasión y para el propósito que nos convoca del libro de narraciones Cabeza alta, del periodista, traductor literario y escritor asturiano Francisco Álvarez (Gijón, 1970). Se trata de un conjunto de relatos que, como su propio título parece sugerir, alienta la esperanza. En total veintiuna historias o, mejor, veinte relatos y una novela corta, el último texto, de corte detectivesco titulado «La ciudad negra».

 

Cabeza alta. Relatos de lucha y dignidad
Francisco Álvarez
Hoja de Lata Editorial.
352 páginas. 2022

Todos los cuentos están protagonizados por gente corriente, hombres y mujeres, también niños y niñas como sucede en «El faro de Viena» o en «Identidad». Huelguistas, mineros, marineros, mineros que cantan para espantar la muerte, el mismo Pablo Picasso o Caravaggio, hasta Rosa Parks que guarda con gran fervor la foto que se hizo junto a Martin Luther King, una niña de la guerra, desterrados, madres destrozadas por la miseria, estibadores en huelga, esposas revolucionarias, el «hijo» de un farero, mujeres detectives, etc. Un caleidoscopio de personajes que tienen un denominador común: son luchadores que no han perdido la esperanza a pesar de los reveses que han recibido a lo largo de su vida.

Historias de alcance profundo contadas con pulcritud y delicadeza, y combinando sabiamente el relato presente con el recordado, memoria de promesas en las que se ancla la esperanza. Memoria que en algunos cuentos remite a momentos históricos concretos, como la Revolución francesa, la Guerra Civil española, el destrozo nazi, la lucha contra el apartheid en Estados Unidos… El propio autor, Francisco Álvarez, en las palabras que ha puesto al frente del conjunto de relatos, ha caracterizado muy los perfiles de estas extraordinarios historias:

«En este volumen cohabitan cuentos históricos, cuentos negros, cuentos de amor, cuentos fantásticos, cuentos que no son cuento… El nexo de unión es que todos ellos son relatos de lucha y dignidad. Conviven en este libro narraciones sobre personajes insignes y relatos protagonizados por personas humildes, anónimas o inexistentes. Esto último es algo de lo que me siento especialmente orgulloso, porque creo que cierta literatura debe ejercer un poder igualitario e igualatorio entre los seres humanos» (pág. 11).