Ecofeminismo para tiempos de emergencia: repensar el trabajo, los cuidados y el planeta

Ester Calderón: “El sistema en el que vivimos es biocida porque ha declarado la guerra a la vida de las mujeres y de la Naturaleza”. Carmen León: “Los derechos no solo hay que conseguirlos, también hay que mantenerlos”
El espacio de diálogo dedicado al ecofeminismo ha abordado, desde dos perspectivas, una teórica –presentada por Ester Calderón– y otra desde la experiencia militante –de Carmen León–, la situación de desigualdad que vivimos las mujeres y los retos de la sociedad y de la Iglesia ante esta realidad.
Desde esta perspectiva, Ester Calderón, militante de la diócesis de Valencia, periodista y feminista, ha empezando abordando los ejes de dominación que vivimos en esta sociedad a la que ha denominado biocida, “porque ha declarado la guerra a la vida”.
Se trata, como explicaba en su ponencia Imanol Zubero, de un sistema capitalista atravesado por los ejes de dominación de clase, patriarcal, colonial y antropocéntrico.
Según la propuesta del feminismo, tal como ha explicado Calderón: “Cuando analizamos la realidad, tenemos que tener en cuenta todos estos ejes y perspectivas, porque son interseccionales, es decir, son sumatorios: no es lo mismo ser mujer blanca que negra, migrada, lesbiana, etc.”. En la HOAC, ha explicado la ponente, “tenemos claro el eje de dominación de clase, pero tenemos que incorporar de forma completa este mapa conceptual para mirar el mundo con gafas eco-violetas”.
Calderón ha realizado un repaso por las cuatro olas del feminismo, desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad, incluyendo el nacimiento del ecofeminismo, en los años 70 del siglo XX, con la aparición de las primeras reivindicaciones ecologistas. El informe encargado por el Club de Roma sobre Los límites del crecimiento, introdujo la idea de que no podía haber crecimiento infinito en un mundo finito.
Así, el término ecofeminismo fue acuñado en 1974 por Françoise d’Eaubonne, una pensadora libertaria de madre española y padre francés. A las primeras formulaciones del ecofeminismo surgidas en el hemisferio Norte, se sumarían las pensadoras del Sur, con representantes como Vandana Shiva y el movimiento Chipko contra la deforestación; o las de América Latina, como respuesta a las industrias extractivas que se apropian de bienes comunes, con destacadas lideresas que lo pagaron con su vida, como Berta Cáceres.
Como ha trasladado Calderón en su intervención, “los movimientos ecofeministas están tan dispersos geográficamente y varían tanto en sus objetivos y prácticas como para considerarlos una sola doctrina”, por lo que la ponente se ha centrado en el feminismo ecológico, que parte de que no existe una esencia feminista que ligue a las mujeres con la Naturaleza, sino que una construcción histórica ha configurado un ideal de progreso divorciado de la naturaleza y de los ciclos reproductivos”.
Se trata, según ha explicado Calderón, de una “propuesta centrada en la sostenibilidad humana, social y ecológica, que busca construir un modelo de sostenibilidad o “buen vivir” para todo el mundo”. Esta corriente bebe de dos miradas: del ecologismo de las empobrecidas, desarrollado sobre todo en el Sur global y que pone de relieve la desigualdad de la distribución de las consecuencias y riesgos de la sobre producción en el Norte; y la Economía feminista, que cuestiona tres cosas: la lógica del crecimiento mercantil ilimitado; la división sexual del trabajo; y la invisibilidad del trabajo reproductivo, que realizan, fundamentalmente las mujeres.
Manifestaciones en nuestros ambientes
Para Calderón: “El patriarcado es una antigua y longeva construcción social, que se da en todo tipo de sociedades, sean tradicionales o modernas, del Norte o del Sur, ricas o pobres, pero que no se incrusta de la misma forma, sino que se adapta”. Así, en sociedades como la nuestra que son formalmente igualitarias, la desigualdad no se impone por coacción, sino por consentimiento.
La opresión se hace mucho más sutil y más difícil de desvelar en la medida en que el sujeto mismo es quien activamente la lleva a la práctica, a través de lo que Alicia de Miguel llama el mito de la “libre elección”. Asimismo, “se reproduce la desigualdad a través del ideal del amor romántico, el rosa y el azul o la mercantilización del cuerpo de las mujeres”, así como en las cadenas globales de cuidado o con el negacionismo de la desigualdad por parte de la extrema derecha.
Desde ese punto de vista ecofeminista, para Calderón, las prioridades serían: la protección de la vida de las personas, lo que significa pensar en términos de necesidades materiales, pero también de relaciones, de afectos y de participación social; recomponer los metabolismos económicos y sociales, teniendo en cuenta los límites del planeta, lo que nos obliga a una cultura de la suficiencia y de la autocontención en lo material, a una reducción drástica de los consumos, a la relocalización de la economía para establecer circuitos cortos de comercialización, o a acabar con la obsolescencia programada; y, finalmente, a reorganizar el modelo productivo para adaptar los tiempos del trabajo asalariado a los tiempos y necesidades vitales: trabajar menos y liberar tiempo para otras actividades, racionalizar los horarios y poner en marcha un pacto por los cuidados.
Experiencia feminista que nace en la Iglesia
La aportación de Carmen León, militante de la diócesis de Córdoba, ha explicado su experiencia que nace del encuentro con las Mujeres de Acción Católica, donde conoció las implicaciones políticas de su fe y se fue conectando con diversas instituciones.
Esta toma de conciencia produjo un cambio grande en su vida y en la de su familia y la llevó, con el tiempo, a acercarse a los movimientos vecinales y sociales, así como a implicarse en el acompañamiento a las mujeres víctimas de la violencia.
”Córdoba ha sido pionera en muchas medidas contra las violencias contra las mujeres”, gracias, en parte, al trabajo de mujeres como Carmen, que recibió el reconocimiento de la Diputación de Córdoba por su trabajo en la lucha por la igualdad.
Así, León ha concluido su intervención afirmando su “certeza de que los avances conseguidos han sido muchos y muy importantes, pero sabiendo que nos queda mucho camino que recorrer; porque los derechos no solo hay que conseguirlos, sino también mantenerlos”.
Por lo que ha animado a las personas participantes en el taller a seguir involucradas: “Hasta que la igualdad, la justicia y el cuidado de la naturaleza se hagan costumbre”, como reza el lema de la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia, en la que también participa.

Periodista.
Responsable de Comunicación de Cáritas Valencia.
Militante de la HOAC