Del pensamiento a la acción: la lucha contra la contaminación por plásticos

En la Place des Nations, una plaza ubicada frente a la sede europea de las Naciones Unidas en la ciudad suiza de Ginebra, se ha instalado a principios de agosto una réplica de “El Pensador”, la famosa obra del escultor francés Auguste Rodin.
Al igual que en la versión original de la escultura, la figura sentada apoya la barbilla sobre la mano, pero, en esta reproducción, la mano sujeta además varias botellas de plástico vacías. Un bebé reposa en el otro brazo del Pensador y apoya la cabeza sobre su mano izquierda. El Pensador mira hacia abajo, más allá del bebé, hacia un montón de desechos plásticos que rodea la estatua.
La instalación de la estatua coincide con una cumbre de diez días que se lleva a cabo en la sede de la ONU, donde los negociadores esperan alcanzar un Tratado Mundial contra la Contaminación por Plásticos, un ambicioso intento por revertir la abrumadora cantidad de residuos plásticos que contaminan el medioambiente y perjudican la salud humana de múltiples formas. La réplica es una obra del artista canadiense Benjamin Von Wong, quien tituló a su escultura “La carga del pensador”.
Von Wong habló con la agencia de noticias France-Presse mientras sumaba más plásticos a la pila de desechos: “Durante los próximos diez días, iremos agregando gradualmente más y más plásticos a esta instalación artística, para ilustrar el creciente costo que se está transmitiendo a las futuras generaciones si no tomamos medidas urgentes de inmediato. Si queremos proteger la salud, tenemos que pensar en las sustancias químicas tóxicas que está recibiendo nuestro medioambiente. Tenemos que pensar cómo limitar la producción de plástico. Tenemos que pensar en un tratado sólido y ambicioso sobre los plásticos”.
Estaba previsto que el Tratado Mundial sobre los Plásticos se completara en 2024, en el marco de una cumbre que tuvo lugar en la ciudad de Busan, Corea del Sur. Sin embargo, las negociaciones se estancaron debido a los desacuerdos entre dos bloques principales de países: por un lado, aquellos que buscan imponer controles sobre los plásticos y las sustancias químicas nocivas; por el otro, países cuya economía depende en gran medida de la producción de combustibles fósiles, como Arabia Saudí, Irán y Rusia.
Desde entonces, sucedió que Donald Trump comenzó su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, por supuesto, reafirmando su promesa de campaña de “perforar, perforar y perforar” en busca de petróleo y gas. Los funcionarios que designó, como el secretario de Energía Chris Wright —ex director ejecutivo de una empresa de fracking—, están revocando programas ambientales, desacreditando la investigación científica sobre el clima y colocando a negacionistas del cambio climático en puestos políticos claves.
Es en este contexto que The Lancet, la principal revista médica británica, ha puesto en marcha el proyecto “The Lancet Countdown on Health and Plastics” (en español, La cuenta regresiva de The Lancet sobre la salud y los plásticos), “un sistema de monitoreo global sobre plásticos enfocado en la salud y sustentado en indicadores”, en palabras de la propia revista, que está a cargo de un equipo internacional de científicos encabezado por el doctor Philip Landrigan, director del Observatorio Global sobre Salud Planetaria del Boston College.
En conversación con Democracy Now!, Landrigan expresó: “La amenaza global del plástico se ha agravado silenciosamente durante las últimas tres o cuatro décadas. Desde que comenzó su producción en la década de 1950, esta se ha multiplicado por 250 y se estima que podría duplicarse para 2040 y triplicarse hacia 2060. La rápida expansión de la producción de plástico, especialmente la de plásticos de un solo uso, se debe a la industria de los combustibles fósiles […], ya que el 99% de este material se produce a partir del petróleo, el gas y el carbón. [El sector ve] que el mercado de los combustibles fósiles está en declive […], ve una tendencia a la baja a largo plazo en su mercado y por eso está invirtiendo enormes recursos en el negocio del plástico”.
En su entrevista, el doctor Landrigan agregó:
“El plástico afecta negativamente la salud humana a lo largo de todo su ciclo, desde la extracción [de su materia prima] mediante fracturación hidráulica y la producción y transformación de esta materia en productos plásticos, hasta su vertido final en el medioambiente. Los desechos plásticos contienen miles de químicos tóxicos a los que están expuestos los seres humanos, que pueden provocar enfermedades, discapacidad y muertes prematuras”.
A la par del lanzamiento del nuevo sistema de monitoreo, el grupo de investigadores de la revista The Lancet publicó un informe exhaustivo en el que se detalla la magnitud del problema. Se ha encontrado contaminación por plásticos tanto en las fosas oceánicas más profundas como en las laderas del monte Everest. Las nanopartículas de plástico se infiltran en el cuerpo humano, desde el cerebro hasta la leche materna. Los efectos en los niños y niñas son los más graves, según Landrigan:
“Los bebés en el útero y los niños y niñas de corta edad son especialmente vulnerables a los plásticos. […] Los químicos [que] se desprenden de los plásticos ingresan al organismo de las mujeres embarazadas y luego alcanzan a sus hijos, y en los niños y niñas estas sustancias pueden provocar un amplio rango de enfermedades, como lesiones cerebrales, que generan una reducción del coeficiente intelectual; lesiones en los órganos reproductivos, que disminuyen la fertilidad en la edad adulta; y daños hepáticos, que alteran el metabolismo del colesterol y elevan el riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares”.
La escultura “El Pensador” de Auguste Rodin se completó en 1879, 17 años después de que se inventara el plástico en el Reino Unido. Rodin pretendía que la escultura formara parte de una obra épica más grande llamada “La puerta del infierno”, inspirada en el “Infierno” de Dante, la primera parte de “La divina comedia”. El conjunto escultórico “La puerta del infierno” consumió gran parte de la vida de Rodin y recién se fundió después de su muerte. Mientras tanto, la escultura del reflexivo Pensador alcanzó fama mundial por sí sola.
Nos encontramos en un momento en el que la realidad imita al arte con crudeza: la industria de los combustibles fósiles nos está llevando a un verdadero “infierno” al acelerar la catástrofe climática y bloquear avances significativos tanto en la lucha contra el cambio climático como en las negociaciones para un tratado mundial sobre los plásticos. Nos encontramos frente a una versión real de “La puerta del infierno” de Rodin: ya no alcanza con pensar en el problema; es hora de actuar.

Amy Goodman, periodista estadounidense, es la directora de Democracy Now!, medio de comunicación independiente de noticias internacionales. Denis Moynihan es colaborador de Democracy Now!