Una pequeña vela en la noche obrera

Una pequeña vela en la noche obrera
FOTO | Pleno General de Representantes de la HOAC (Ávila, 5-6 julio 2025). Vía José Andrés Pérez García

(Tras el PGR hoacista)

 

Cuando una vela se enciende,
aunque tiemble, aunque arda leve,
rompe la noche más negra
y sueña el sol que nos debe.

Así nació nuestra historia,
con Rovirosa al frente,
pan compartido en la aurora
y un Evangelio ardiente.

No fue poder ni doctrina,
ni púlpito ni costumbre,
sino obreros con su espina
y una fe contra la cumbre.

Tomás Malagón, al lado,
tejiendo en alma y conciencia
la palabra del Encarnado
con justicia y con paciencia.

En HOAC somos camino,
organizados latimos
como brasas que no cesan
bajo vientos y destinos.

El mundo obrero resiste
con su dolor escondido,
pero sabe que persiste
un Dios pobre y compartido.

Hermanas, hermanos, pueblo,
militantes en la herida,
no se calla quien al cielo
alza su voz por la vida.

Somos Iglesia que escucha,
que se arrodilla y aprende,
que se forma, que denuncia,
que cuida, espera y defiende.

Acompañamos semillas
de mujeres silenciadas,
de barrios con cicatrices,
de fábricas olvidadas.

No somos red de élites
ni el eco de un campanario:
somos lucha en las aceras
y esperanza en los calvarios.

Cinco sendas hoy nos llaman:
formar, acoger, unir,
difundir lo que alumbramos
y en comunidad vivir.

Que la campaña nos guíe
con ternura, con firmeza,
y el trabajo que redime
sea casa de belleza.

Y en tiempos tan convulsos,
de ruido y descalificación,
donde el otro ya no importa
si no es mi proclamación,
donde la política es trinchera,
y el respeto se disfraza,
como un fútbol sin bandera
que arde el alma y no la abraza;
donde el mundo religioso
solo es noticia al caer,
y no cuando, silencioso,
sabe amar, cuidar, creer…

Ahí surge otra manera,
otra forma de presencia:
la militancia sincera
que siembra sin apariencias.

Una política encarnada
con ternura y dignidad,
una fe que es abrazada
por justicia y por verdad.

Testigos en lo pequeño,
en el tajo, en la asamblea,
cogiendo el reto y el sueño
que al pobre no lo rodea.

Cogiendo vida y entrega,
generosidad callada,
y haciéndonos sarmientos
de una vid resucitada.

Aunque a veces no nos vean,
aunque pocos nos escuchen,
somos levadura entera
que en silencio hace que luches.

Y si el Espíritu sopla
sobre esta mesa de panes,
nos sabremos enviados
a lo escondido, a los Juanes.

Con Paloma, Ángel, Teresa
y quienes pasan el fuego,
renovamos la promesa
de ser trigo en este juego.

Que el abandono confiado,
como el de Juan de la Cruz,
nos descubra que, aun callado,
Dios está y da su luz.

La HOAC no callará,
aunque sea solo un murmullo;
su Evangelio obrando está
en cada gesto sencillo.

Y si tú, hermana o hermano,
te descubres tan pequeño,
recuerda: una mano en mano
hace del mundo un gran sueño.

Un sueño que Dios nos pide,
un Reino ya comenzado,
donde nadie más se olvide
que somos pueblo hermanado.