Un centenario en plena juventud

Un centenario en plena juventud
Este 2025 celebramos la oficialización de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) en su primer movimiento organizado. Su historia ha sido un desarrollo chispeante, potenciado por la genialidad de las intuiciones de Cardijn.

El alumbramiento de la Revisión de Vida Obrera (Ver-Juzgar-Actuar), las tres verdades (Fe, Experiencia y Método), la organización de un movimiento con protagonismo juvenil, la misión dirigida hacia las zonas marginales de las nuevas ciudades del siglo XX… Las intuiciones originales han traspasado las fronteras, han inspirado a numerosas personas en la Iglesia y sociedad.

En abril de 1925, en Bélgica, la Juventud Obrera Cristiana se erige de forma oficial en su Primer Congreso. Ya para entonces, hace unos cuantos años que Joseph Cardijn había empezado a dinamizar, acompañar y promover grupos de jóvenes en barrios obreros de Bruselas.

El sueño del fundador de lograr jóvenes militantes cristianos y obreros dio fruto y, en unos pocos años, la JOC se extendió por Europa, incluso, llega hasta el papa Pío XI, en 1929, quien bendice al movimiento.

Los primeros grupos denominados «JOC» empiezan a funcionar en España en 1932. Este primer proceso de expansión se detiene con la Guerra Civil, y habrá que esperar a 1947 para el renacimiento de la JOC.

La JOC no ha salido indemne de los grandes cambios de paradigmas sociales, culturales y tecnológicos. Afortunadamente, cada década de historia la JOC ha estado habitada por personas jóvenes hijas de su tiempo. Es muy interesante comparar, pero también es estéril buscar soluciones en «antes se hacían así las cosas» o lamentarse de que se «ha dejado de hacer esto».

Las personas que militaron en el movimiento en diversas épocas se enfrentaron a cambios en los trabajos. Las fábricas, los talleres, el servicio doméstico… fue dando paso a un sector servicios. También, el sistema educativo ha ido cubriendo a más población, retrasando la incorporación al mercado laboral hasta bien entrada la veintena.

Sin embargo, la «experiencia» de las personas de nuestros barrios nos permite ver cómo las miserias de la clase obrera siguen existiendo, quizás con otra forma, pero con las mismas consecuencias y siguen generando angustias, preocupación y rabia entre la juventud.

La organización ha sido permeable al resto del mundo, ha acogido preocupaciones de otras personas jóvenes y otros ambientes, se han modernizado las formas… Llama la atención lo pronto que llegaron a la JOC a algunas luchas, como la del feminismo, la de la vivienda… En esta «modernidad líquida», en medio de la rapidez y las urgencias, el amor, el cariño, la rabia, la pertenencia y las ganas de ligar siguen moviendo a la gente joven.

El tesoro de la JOC

Son precisamente estas personas y sus historias las que componen el gran tesoro de la JOC. Los emocionantes relatos recogidos en libros como «Los pobres me han evangelizado» o «Testimonios de un Evangelio obrero» de la clase obrera en cada época describen cómo el movimiento toca la vida de quien milita en él. También en la intimidad del cuaderno de vida, una herramienta en la que las y los militantes han ido expresando su oración, relatando donde encontraban a ese Jesús encarnado en su día a día, en sus ambientes.

¿Qué sentido tiene luchar
por
cambiar el mundo? ¿Creo que
las personas pueden cambiar?

Esta especie de revolución íntima, esta verbalización tan repetida de «la JOC me ha marcado para el resto de mi vida» tiene un componente educativo, pedagógico. Pero también un componente evangélico: de conocer al Dios que se encarna también en nuestros días. Con el modelo de Jesús como fuente de posicionamiento, pero con la felicidad de encontrarse con las señales del Padre en un mundo que premia otras lógicas.

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¿Qué sentido tiene luchar por cambiar el mundo? ¿Creo en que las personas pueden cambiar? No es casualidad encontrarse con militantes que estuvieron hace décadas en el movimiento y que conocen bien la respuesta a estas preguntas. Que, con una fiera convicción enraizada en la fe, siguen luchando con su edad, tirando de espacios sociales, vecinales, incluso políticos y sindicales.

Algunos elementos de actualidad

El hecho de celebrar 100 años de existencia y el aroma que inspira el propio nombre de nuestro movimiento (ese añejo término «obrero») puede dar la engañosa sensación de que la JOC es una especie de reliquia. Sin embargo, este centenario también nos invita a subrayar una serie de cuestiones que demuestran la vigencia del movimiento jocista y una de sus principales claves privilegiadas: el protagonismo juvenil.

Asegurar que el movimiento está compuesto, dinamizado y dirigido por personas jóvenes menores de 30 años garantiza que se recojan y se hagan presentes las inquietudes de la juventud contemporánea. El movimiento tiene gran dinamismo y se va actualizando con agilidad.

Su futuro depende de la búsqueda de sentido y la sed de profundidad que siguen teniendo las personas jóvenes. La JOC brinda una forma de espiritualidad cristiana apegada a la vida, que puede ser una vía de primer anuncio fácil y efectivo para muchas personas jóvenes. Es, igualmente, una suerte de escuela de organización similar a la de muchas entidades sociopolíticas y también un entorno seguro para las personas que se acercan. Palabras como acompañamiento, acogida han favorecido que la JOC esté nutrida de personas diversas, de distintos orígenes, identidades sexuales, capacidades.

Celebraremos este centenario de forma sencilla mientras los equipos siguen su camino en el día a día, las campañas, los campamentos. Pero no queremos perder la oportunidad de dar gracias por todas las personas que han llenado de vida y han mantenido este hilo de historia transformadora.

El 8 de noviembre –en vísperas del aniversario del nacimiento Joseph Cardijn, un 13 de noviembre– en la ciudad de Madrid, organizaremos un día festivo en el que encontrarnos quienes han experimentado la JOC como una escuela de vida y que aprecian el movimiento como pieza de transformación en la vida de las personas jóvenes obreras, ahora y siempre.