La muerte de cinco trabajadores por calor exige cambios en la organización del trabajo

“El cambio climático está teniendo ya un gran impacto en el mundo del trabajo que hay que integrar en nuestra manera de funcionar, para proteger la salud de quienes trabajan”, afirma el presidente de la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA), Miguel Cruz.
El calor se ha cobrado ya, a falta de confirmación oficial sobre las causas de la muerte, la vida de cinco trabajadores en España, en las últimas semanas del pasado mes de junio.
La primera víctima fue un trabajador de 63 años que murió sin causa patológica aparente mientras trabajaba en una nave con altas temperaturas, sin ventilación ni acondicionamiento de la empresa Cobra en Valdemoro (Madrid), el jueves 18 de junio.
El viernes 20 perdió la vida un trabajador pakistaní sin papeles que había sido trasladado en un centro sanitario de Fraga (Huesca), según la hipótesis más fiable, tras haber sido empleado en la recogida de la fruta a 39 grados de temperatura máxima.
En Córdoba, el sábado 21, con una temperatura de 42 grados, un trabajador de 58 años murió después de haber estado el día anterior instalando un panel luminoso.
El jueves 26, otro trabajador, de 47 años, cayó de un tejado a de tres metros en una obra de derribo en un edificio de Tarragona posiblemente al haber perdido el conocimiento por un golpe de calor.
La última muerte por calor ha sido la de una trabajadora de 51 años de la empresa FCC, empleada en la limpieza viaria de Barcelona, que falleció el pasado sábado en su domicilio después de una dura jornada en plena ola de calor.
“El calor mata, está más que demostrado”, asevera Cruz. Un estudio realizado por IS Global y publicado en 2024 indica que, en España, cuando la temperatura diaria sobrepasa el percentil 99 del periodo de referencia (1988-2019), el riesgo de sufrir accidentes de trabajo aumenta un 12%.
El proyecto Caloradapt de la Fundación 1º de Mayo, que ha realizado la primera encuesta en el Estado español sobre el impacto del calor en el entorno laboral, ha revelado que el riesgo por altas temperaturas ya afecta a cuatro de cada diez personas trabajadoras en España.
Además, señala que sólo un 27% de las personas trabajadoras percibe que su empleador proporciona medidas adecuadas para protegerse del calor. Más de un tercio de los trabajadores señala que sus empresas no tienen un plan de acción contra el calor y que, en aquellas que cuentan con un plan, éste sería insuficiente o inadecuado.
El riesgo de exposición no sólo se materializa en forma de accidentes por golpe de calor, sino que también es responsable de enfermedades como agravamiento de patologías respiratorias, renales, cardiovasculares, disfunciones del sistema nervioso central, partos prematuros y menor peso al nacer, entre otras. Sin olvidar que en los periodos de olas de calor aumentan el número de accidentes de trabajo debidos a otras causas.
Normas suficientes, cumplimiento deficiente
La legislación de nuestro país es “suficiente”, pero faltan “mecanismos para que las personas trabajadoras puedan hacerla valer sin miedo a perder su trabajo y vigilancia y sanciones, incluso ejemplarizantes, para conseguir que se cumpla”, considera Miguel Cruz.
El real decreto 486/1997 sobre las condiciones termo higrométricas en centros de trabajo cerrados, como los decreto leyes 4/2023 y 8/2024 sobre protección frente a altas temperaturas y fenómenos meteorológicos extremos también en trabajos al aire libre obliga a las empresas a negociar protocolos de acción frentes a este tipo de riesgos con la representación de las personas trabajadoras.
Sin embargo, se siguen registrando accidentes por altas temperaturas y se presentan un número considerable de denuncias por parte de los sindicatos por la falta de planes de prevención específicos.
Si ya cuesta extender la prevención de los riesgos laborales “clásicos”, más todavía ante los factores asociados al cambio climático, reconoce Cruz.
No estaría de más, en su opinión, poner en marcha “campañas mucho mas potentes sobre salud laboral en general y ante el calor extremo en particular que lleguen no solo a los centros de trabajo sino a toda la ciudanía para conseguir que se entienda que hay que protegerse de la calor”.
Integrar los riesgos nuevos
“Hasta que se integre y se asuma que hay que combatir este riesgo pasará un tiempo en el que tendremos que seguir lamentando la pérdida de vidas”, se lamenta el presidente de AVAEALA.
“Tenemos una cultura empresarial que minimiza los riesgos habituales, y va a costar que cale este nuevo factor”, aclara, más aún cuando “el beneficio económico está por encima de la persona y su salud”.
Las empresas deben comenzar por evaluarlos para posteriormente poner en marcha las medidas de adaptación precisas, como refrigeración de locales, proporcionar sombras, habilitar zonas de descanso con agua fresca, reducir el calor radiante y la humedad.
También pueden cambiar horarios, establecer pausas suficientes, rotar las tareas, disminuir los ritmos y proporcionar ropa y equipos de protección solar.
El presidente de AVAELA además recomienda no trabajar solo sino estar acompañado de otra persona por si hay que dar la voz de alamar o llamar a urgencias, porque “una intervención a tiempo, puede salvar vidas”.
Muchas de estas correcciones no resultan tan costosas en términos de coste, ni tiene un gran impacto en la marcha de la actividad económica. Pero, dice Cruz, “falta voluntad en unos casos, y en otros, “la capacidad de los trabajadores, sobre todo si son precarios o pertenecen a pequeñas empresas, para reclamar” que se tomen medidas efectivas.

Redactor jefe de Noticias Obreras
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