La pastoral del trabajo apuesta por complementar la acción misionera de las parroquias

El trabajo, dimensión constitutiva de las personas y eje vertebrador de nuestras sociedades, no puede quedar al margen de la vida y misión de las comunidades cristianas. Por eso, la pastoral del trabajo de toda la Iglesia se propone llegar a cada vez más a parroquias para construir sinergias que potencian la acción misionera de la comunidad y la evangelización del mundo.
“El trabajo con derechos, que promueve y salvaguarda la vida, y contribuye a la integración de las personas más vulnerables” sigue siendo fundamental en la misión de la Iglesia que quiere un mundo “más justo y fraterno, defendió el obispo de la pastoral del trabajo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Abilio Martínez, en IV Seminario Antonio Algora, dedicado a “La Pastoral del Trabajo en las comunidades parroquiales”.
Así lo entiende también León XIV que no por casualidad ha tomado el nombre del primer papa que dedicó una encíclica a la cuestión obrera, recordó Martínez, quien señaló a las parroquias, como motor imprescindible para la misión de la Iglesia.
“Ahora que nos acercamos a la celebración de Pentecostés, el día del Apostolado Seglar, recordamos la promesa del Señor de que el Padre enviará al Espíritu Santo, que nos ayudará en la evangelización del mundo y a avanzar en la construcción del Reino de Dios, con un papel destacado desde las parroquias.
Como reconoció el papa Francisco, en su carta a los párrocos del mundo de 2024, las parroquias se conciben “principalmente al servicio de la misión que los fieles llevan adelante al interno de la sociedad, en la vida familiar y laboral sin concentrarse exclusivamente en las actividades que desarrollan hacia dentro”.
“Los 30 años de experiencia de los llamados Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera (EPPO) confirman su importancia, y nos llevan a tratar de extenderlos, buscando con esperanza nuevos caminos”, defendió el obispo de Osma-Soria y responsable de la pastoral del trabajo.
Complemento y refuerzo de la misión
A partir de 67 cuestionarios enviados por parroquias donde esté presente la pastoral del trabajo, con equipos formalmente constituidos o grupos relaciones, la responsable del Secretariado Interdiocesano de Pastoral Obrera de Cataluña, Mercè Solé, presentó una aproximación de esta realidad pastoral.
Cuando los movimientos de pastoral del trabajo y la parroquia son capaces de caminar juntos nos complementamos y reforzamos juntos, sin entrar en competencia, favoreciendo la unidad sin uniformidad”, comentó Solè.
Celebración, liturgia y vida
La pastoral de trabajo puede aportar su “experiencia participativa y sinodal como Iglesia en salida hacia las periferias”, mientras que la comunidad parroquial contribuye a concretar la misión en un “territorio” a encontrarse con la “realidad de los trabajadores”, a reforzar el “sentido comunitario”, a conectar la “liturgia y la celebración de la fe con la vida”.
De hecho, según su análisis parcial, no están recogidas todas las parroquias con un compromiso obrero, quienes tienen la doble pertenencia a la pastoral obrera y la parroquia suelen realizar diversas tareas relacionadas con la “formación, la acción social, el acompañamiento” e incluso muestran disponibilidad para “lo que haga falta”.
Es cierto que todavía pesan muchos prejuicios sobre la pastoral del trabajo en las comunidades parroquiales. Los más comunes tienen que ver con la deformada visión de que se trata de una “actividad ideologizada y política”, tal vez, por el “desconocimiento profundo” que existe de la Doctrina Social de la Iglesia, pero también con una visión “espiritualista” de la vida parroquial, en la que no caben los problemas cotidianos.
Es cierto que, a veces, ocurre que los y las feligreses expresan que “de lo que menos les apetece hablar cuando vas a la Iglesia es de sus problemas con el trabajo”, recoció la responsable de la pastoral del trabajo de Cataluña.
Inserción en los barrios
De cara al futuro, la presidenta de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Maru Megina, identificó algunos retos de la pastoral del trabajo actual, en respuesta a la llamada a “llevar el Evangelio al mundo obrero, a los barrios obreros, al ámbito territorial de nuestras comunidades parroquiales”.
Megina señaló la necesidad de profundizar en el significado de pertenencia a una comunidad parroquial, desde el reconocimiento de lo que nos aporta y podemos aportar, como lugar donde vivir la experiencia misionera, la convivencia, la comunión, el aprendizaje y la unión con la vida de los barrios.
La presencia e implicación de las organizaciones de trabajadores cristianos en las parroquias, defendió, ha de entenderse desde “la comunión, la participación y la misión”.
En este sentido sugirió pasar de “los comportamientos estancos” a la colaboración y participación conjunta en el acompañamiento y atención a las personas trabajadores más pobres, en especial, migrantes, jóvenes y mujeres. Pero también indicó la oportunidad de reforzar comunidades interrelacionadas en los territorios y arciprestazgos con implicación diocesana.
Tejer lazo y estimular la participación
Hizo también una llamada a los militantes de los movimientos orientados al mundo del trabajo a dedicar “tiempo de calidad” en las parroquias, “tejer lazos, animar a la corresponsabilidad y participación de todas las personas bautizadas y apostar por parroquias más abiertas a las realidades de pobreza y precariedad laboral de sus entornos” para poder transitar hacia “una acción pastoral “con”, en vez de “para”.
El servicio a la sociedad confiado a las comunidades parroquiales, a su entender, pasa por el acercamiento a los grupos más vulnerables, lo que requiere del desarrollo de la acogida, el encuentro y el diálogo con las personas empobrecidas, de modo que sean capaces de descubrir al Dios de Jesús y capacitarse para para convertirse en protagonistas de su propia promoción.
Sin duda, la Pastoral Obrera, y muy especialmente los EPPO puede funcionar como estímulo para activar el compromiso sociopolítico de la fe y dar a conocer el pensamiento social de la Iglesia y promover una espiritualidad ligada a la vida tanto personal y familiar, como laboral y vecinal, explicó.
En definitiva, concluyó los Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera son una gran herramienta pastoral para “animar la misión en las periferias existenciales de la comunidad parroquial, atenta a las realidades sufrientes del mundo obrero”.
Buenas prácticas en marcha
La jornada reservó espacio para el intercambio de experiencias sobre la pastoral obrera en parroquias de distintas diócesis de España. Bajo el impulso del compromiso cristiano con el mundo del trabajo, representantes de diversas comunidades compartieron sus vivencias y desafíos en este ámbito.
Así Miguel Güeto, miembro del Equipo Parroquial de Pastoral Obrera (EPPO) de la parroquia de San Francisco y San Rodrigo de Cabra, en Córdoba, destacó la importancia de mantener una presencia activa en los entornos laborales desde la fe. “Nuestro equipo busca ser un puente entre la realidad obrera y la vida parroquial, acompañando a las personas trabajadoras en sus luchas y esperanzas”, afirmó.
Desde Barcelona, Marta Candial, integrante de la Acción Católica Obrera (ACO) y de la parroquia de Sant Bartomeu, subrayó el papel de los movimientos especializados en dinamizar la vida parroquial. “La ACO nos ayuda a leer la vida desde el Evangelio y a comprometernos en nuestras comunidades con una mirada obrera y transformadora”, explicó.
Por su parte, Imanol Morales, de la parroquia de Santa María de los Desamparados en el barrio Requena de Alicante, compartió cómo la pastoral obrera se encarna en contextos de periferia. “Nuestra parroquia está en un barrio obrero con muchas dificultades sociales. La pastoral obrera nos permite estar cerca de la gente, escuchar sus problemas y construir comunidad desde la solidaridad”, relató.

Redactor jefe de Noticias Obreras