La precariedad que sostiene el sistema y niega la dignidad

Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el mes de mayo pasado, los problemas que más preocupan personalmente a la población española son por este orden, los de índole económica (28,6%), la sanidad (19,0%), la vivienda (18,2%), los relacionados con la calidad del empleo (16,7%) y el paro (10,7%).
Todas ellas cuestiones claves que afectan directamente a la cotidianidad y la calidad de la vida de las personas, las familias, y que están en la base que permite garantizar unas condiciones de vida a medida del ser humano, una vida digna.
Nos detenemos ahora en los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a 2024. El porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social se sitúa en el 25,8%, con el 9,1% de la población que dice llegar a fin de mes con «mucha dificultad», cifras que superan el 10% en Castilla-La Mancha, Canarias o Andalucía, el 35,8% no tuvo capacidad para afrontar gastos imprevistos y el 33,4% no se pudo permitir ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año. Datos que, insistentemente, nos recuerdan desde FOESSA en cada informe, donde la fórmula de ingresos menos gastos sigue sin ser viable para muchas familias y termina determinando la capacidad de las personas para satisfacer sus necesidades básicas.
No podemos cansarnos de señalar que, detrás de las cifras y los porcentajes, hay historias de vida, la vida concreta que afecta a personas y familias en las que se ha instalado la incertidumbre y la precariedad de forma persistente y para quienes las tan ensalzadas buenas cifras de la macroeconomía, ocultan la brecha de la desigualdad, que sigue creciendo. La recuperación económica no alcanza a las personas en situación de vulnerabilidad social grave, donde cada «bache» económico o cambio sustancial en las circunstancias familiares lleva a una mayor exclusión. No debemos renunciar a decir alto y claro ¡No son números, son personas! Tampoco podemos confiar en las llamadas «teorías del derrame», que, apostando por el crecimiento económico y favorecido por la libertad de mercado, tratan de convencernos que provocará, por sí mismo, mayor equidad e inclusión social en el mundo. Algo que el papa Francisco denunciaba sin paliativos: «Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando» (EG 54).
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Militante de la HOAC.
Responsable de la Pastoral Obrera de la diócesis de Bilbao y miembro del Consejo Asesor de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española.