Ante el cierre de Azucarera de La Bañeza

Ante el cierre de Azucarera de La Bañeza
FOTO | JL Leal, vía ICAL

Efectivamente, lo que anuncia la empresa británica Associated British Foods es un verdadero cierre camuflado bajo la fórmula de ERE, para acelerar el proceso de liquidación de la planta que, bajo la fórmula directa de «cierre» se prolongaría hasta seis meses, lo que daría un margen de tiempo amplio para el dialogo o negociación con los sindicatos y las instituciones públicas autonómicas y estatales.

La empresa no presenta razones reales de falta de rentabilidad de la Azucarera de La Bañeza. El cierre pretende una mayor acumulación de beneficios económicos desde una mayor competitividad y otras ventajas derivadas de la concentración productiva en Toro.

Es decir, pretende simplemente ganar más de lo mucho que ya actualmente gana, en una dinámica catalogable de verdadera avaricia o anhelo imparable de ganancia por encima de cualquier otra consideración que tenga que ver con el bien de la sociedad y de sus propios trabajadores.

Es esta una muestra más de la voracidad de un capitalismo puro y duro, realmente injusto, inhumano, que continúa primando en la consideración de la economía, la empresa y el trabajo, desde una mentalidad normalizada en todos los ámbitos económicos, sociales y políticos.

La mentalidad general atribuye la empresa al empresario, cuando en la realidad la empresa está compuesta por el empresario con el capital o medios de producción y los trabajadores, que desarrollan todo el proceso de producción. ¿Cuál es el agente prevalente, el empresario o el trabajador, el capital o el trabajo?

Leemos en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: «El trabajo tiene una prioridad intrínseca con respecto al capital». Y cita a Juan Pablo II en la encíclica Laborem exercens: «Este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción, respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el ‘capital’, siendo el conjunto de los medios de producción, es solo un instrumento o la causa instrumental» (núm. 12).

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Afrontamos aquí el eterno dilema entre capital y trabajo y, más aún, entre dinero (beneficio económico) y persona. Evidentemente, incluso desde un punto de vista simplemente humano, se define la prioridad y centralidad de la persona del trabajador en la realidad empresarial. Ello no supone minusvalorar todos los demás aspectos de la empresa y del capital, sino conjugarlos adecuadamente para un adecuado y rentable ejercicio de toda la actividad productiva.

Pero topamos aquí con una perspectiva multisecular de explotación y colonización de personas y pueblos en función del beneficio y del enriquecimiento de la elite de los poderosos, desde la esclavitud, el feudalismo, el colonialismo de antes e incluso de hoy con formas nuevas.

Apoyamos y alentamos a los trabajadores de la Azucarera de La Bañeza, a los sindicatos y a las instituciones públicas autonómicas y estatales a continuar su lucha por el mantenimiento de la planta en la Bañeza. Su desaparición afecta negativamente a unos 120 trabajadores directos y, en algún grado, a más de 1000 trabajadores indirectos.

¡Cómo no rebelarse contra ese capricho lucrativo de una empresa que perjudica tan gravemente a tantos trabajadores y a la ciudad de La Bañeza! Es toda la sociedad, incluida la Iglesia, la que ha de definirse y posicionarse claramente en esta situación.