Un Papa con los zapatos sucios

Un Papa con los zapatos sucios
FOTO | REUTERS/Max Rossi

Cada día que pasa el ritmo cardiaco se va acelerando. A pocos días del inicio de un cónclave incierto, aunque haya nombres que circulan en la mayoría de las quinielas, hay que hablar más de actitudes, de modos de entender la Iglesia y el papado. Las pocas informaciones que salen de la sala del sínodo, donde tienen lugar las congregaciones generales, dan pie a indagaciones, aunque también podríamos decir que nos llevan a soñar.

Hay elementos que no se pueden pasar por alto, son fundamentales para ser comunidad de discípulos y discípulas. Nadie puede obviar que la misión es el fundamento de la Iglesia. La encomienda que Jesús hace a sus discípulos, también a todos los que hoy somos o queremos ser, evidentemente a todos los cardenales y al posible Papa, es “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”.

Se puede usar el argumento de que todos los cardenales asumen la misión como algo fundamental en su vida, pero cuando uno habla de misión piensa en realmente ir a los confines del mundo. Se trata de llegar a las periferias, que tanto decía Francisco, sobre todo en aquellos lugares donde se ensucian los zapatos y entre aquellos con quienes te puedes ensuciar las manos.

Un Papa samaritano

Ese es un perfil que no falta entre los electores, entre quienes de no haber una sorpresa mayúscula y por la que casi nadie apostaría, debe estar el futuro Papa. Son varios los cardenales sin pompas, hombres sencillos que han hecho muchos kilómetros por caminos polvorientos, que nunca han tenido el mínimo reparo en mezclarse con los descartados, en levantar a los vulnerables, en mostrar la samaritaneidad. Para hacer carne la misericordia, llegar hasta donde está los últimos es una premisa necesaria.

Salimos de un papado al que se le acusa de no haberse fijado en la parte interna, en la estructura eclesiástica. Algo que, por otra parte, nunca ocultó Francisco, que apostó por una Iglesia en salida, una Iglesia pobre y para los pobres. Admitiendo la posibilidad de un papado más equilibrado, sería un error alguien empeñado en cuidar demasiado del bienestar de la Iglesia, de la estructura, de lo de dentro, de la sacristía. No podemos olvidar que el testimonio es válido cuando dejamos trasparecer las actitudes de Jesús de Nazaret.

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Una Iglesia sin miedo de estar a la intemperie

Una Iglesia y un Papa con los zapatos sucios nos ayuda a hacer presente a Aquel que recorrió los caminos de Galilea, que iba al encuentro de la gente, que no se quedaba encerrado en su zona de confort. Una Iglesia que se pone a la intemperie, que se arriesga, movida por su confianza en el Señor, para llegar hasta donde la mayoría no quiere ir, hasta donde el miedo no nos deja aproximarnos.

Las preguntas son claras: ¿El estilo de vida de Francisco influirá a la hora de elegir a su sucesor? ¿La Iglesia en salida, pobre para los pobres, que ensucia y gasta sus zapatos tendrá continuidad? Es tiempo de oración, de espera por el soplo del Espíritu Santo. Pero sin ignorar que el próximo pontífice será aquel que alcance los dos tercios de los votos de los 133 cardenales que en la tarde del 7 de mayo entrarán en la Capilla Sixtina.