La comunidad cristiana impulsa la defensa de la dignidad humana con motivo del Primero de Mayo

En torno al 1 de Mayo, la comunidad cristiana más cercana a la realidad del trabajo no ha dejado pasar la ocasión para llamar a promover condiciones laborales justas y una organización más humana de la economía, en el contexto del Jubileo de los Trabajadores celebrado en el Vaticano.
La Iglesia se ha implicado con intensidad en la conmemoración del Día del Trabajo a través de Pastoral del Trabajo y la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente. Las diócesis programaron eventos diversos, desde exposiciones, mesas redondas y cinefórums, hasta vigilias y Eucaristías, además de alentar a participar en las actividades convocadas por las organizaciones de trabajadores de la sociedad civil.
Córdoba acogió en su programa de actividades, la exposición “Rostros y retos del mundo del trabajo”, mientras que Huelva, Valencia y Granada impulsaron diálogos y mesas redondas sobre sindicalismo, migración y precariedad laboral. En Bilbao, León y Ciudad Real convocaron eucaristías y vigilias en memoria de las víctimas de accidentes laborales.
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Por su parte Logroño y Castellón, abordando la realidad del mundo laboral desde una perspectiva crítica, con cinefórums y tertulias; Málaga y Canarias insistieron en la necesidad de mejorar las condiciones laborales, al igual que en Madrid, que celebró el jubileo con una Eucaristía en la catedral presidida por el obispo auxiliar Juan Antonio Martínez Camino.
El cardenal de Barcelona Juan José Omella publicó una carta dominical dedicada a las personas trabajadores, en la que planteó la urgencia de garantizar el derecho a un trabajo digno para todas las personas e invitó a la comunidad cristiana a mostrar su cercanía con con quienes viven situaciones de precariedad y exclusión laboral.
En la carta, titulada El derecho a un trabajo digno, Omella recuerda que esta jornada tiene su origen en las históricas movilizaciones de los obreros de Chicago en 1886, quienes lucharon y murieron por la jornada laboral de ocho horas. “Actualmente, estos derechos ya están regulados —reconoce el arzobispo de Barcelona—, sin embargo, todavía hay muchos trabajadores que viven en una situación precaria”.
El obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, en su misiva con motivo del 1º de Mayo recordó que desde sus inicios, la enseñanza de la Iglesia ha resaltado que el trabajo no es sólo un medio para obtener sustento, sino una dimensión fundamental de la persona humana, por lo que siempre ha ha reivindicado un trabajo digno, que pasa por la primacía del ser humano sobre el capital, salarios justos y condiciones laborales dignas.
“La globalización, la digitalización, la precariedad, la competitividad, el desempleo juvenil y la persistente desigualdad salarial son desafíos que interpelan nuestra conciencia cristiana y nos exigen una respuesta activa y solidaria”, afirmaba el prelado de la diócesis gallega. En su carta, emplaza al Pueblo de Dios a promover la dignidad de todo trabajador, acompañar a quienes sufren el desempleo y la precariedad y dar a conocer e iniciarse en la doctrina social de la Iglesia para que desde estos valores y enseñanzas que se promueven se genere una sociedad más justa y equitativa.
Desde la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, se ha insistido en la necesidad urgente de garantizar empleo digno para la juventud, denunciando la precariedad y la falta de oportunidades.
El Jubileo de los Trabajadores en Roma adquirió un significado especial tras el fallecimiento del Papa Francisco, quien situó el trabajo digno en el centro del magisterio social de la Iglesia. La delegación española, encabezada por el obispo Abilio Martínez, participó en los ritos jubilares y organizó un acto de oración ante la tumba del pontífice.

Redactor jefe de Noticias Obreras