El papado que viene: perfiles en disputa

Si Benedicto XVI fue elegido el segundo día, en la cuarta ronda de votaciones el año 2005 y Francisco, también el segundo día, a la quinta (2013), este cónclave es muy probable que sea un poco más largo, sencillamente, porque no se conocen muchos de los cardenales que han llegado al Vaticano desde todo el mundo. Y también porque —si entra en escena un grupo, por ejemplo, de un tercio, que vota a alguien que la mayoría de los cardenales no quiere y se mantiene firme— entonces no va a quedar más remedio que resetear todo y empezar de cero. Y eso —en el caso de que se produzca— puede también retrasar considerablemente la elección de un nuevo Papa.
Así lo ha sugerido recientemente el cardenal Walter Kasper en la radio de la archidiócesis de Colonia. Sus palabras, lejos de ser una mera opinión, tienen el peso de quien ha vivido de cerca los entresijos de la curia y ha participado en los dos cónclaves anteriores. Desde 1999 reside en Roma, donde presidió el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos hasta 2010. Su voz sigue siendo escuchada con atención.
Kasper apunta también a algo más profundo: la existencia de contradicciones internas que tensionan a la Iglesia y que podrían bloquear, al menos temporalmente, la elección. A ello cabe añadir las múltiples sensibilidades que conviven en el Colegio Cardenalicio, con diagnósticos dispares sobre el presente y el futuro del catolicismo. En este contexto, alcanzar el consenso necesario se presenta como una empresa nada fácil.
Si intentamos identificar las claves que podrían guiar las votaciones, nos encontramos con varios posibles itinerarios. Uno de ellos podría ser el que propugna una vuelta a un papado centrado en la defensa doctrinal y la recuperación de la claridad moral. Es la línea que representa Gerhard Ludwig Müller, quien ha expresado en diversas ocasiones su deseo de cerrar la etapa del “Papa de la misericordia” y recuperar la firmeza doctrinal que caracterizó a Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Frente a esa posibilidad, otra corriente podría inclinarse por dar continuidad al estilo pastoral de Francisco. Un nuevo Papa que aúne compasión evangélica y sensibilidad social, capaz de poner en el centro a los descartados, al mismo tiempo que dialogue con las democracias modernas, el pensamiento crítico y los derechos humanos. Entre quienes podrían responder a ese perfil, se mencionan con prudencia los nombres de Jean-Marc Aveline y Robert Francis Prevost Martínez. El primero, francés de origen argelino, ha mostrado una gran capacidad de escucha y diálogo; el segundo, estadounidense con raíces peruanas y españolas, representa una síntesis interesante entre tradición, reforma y mirada latinoamericana.
Otra opción que podría emerger sería la búsqueda de una figura institucionalmente sólida, con experiencia diplomática y talante organizador. En un momento de cambios y tensiones, algunos podrían apostar por alguien como Pietro Parolin, actual secretario de Estado. Aunque se le reprocha su escaso carisma personal, su perfil garantiza estabilidad y conocimiento de los equilibrios internos y externos del Vaticano.
En mi opinión, no debería descartarse una candidatura que impulse con decisión el proceso sinodal. Una Iglesia verdaderamente sinodal requiere un liderazgo que crea en la participación activa del pueblo de Dios, que dé pasos concretos hacia una corresponsabilidad efectiva en las decisiones, en el gobierno y en el magisterio. En este sentido, Mario Grech, conocedor del Sínodo y de su arquitectura interna, representa una figura a considerar con atención.
Llegados a este punto, no oculto mi preferencia personal. Sin pretender acertar –todos sabemos que quien entra Papa, sale cardenal–, me gustaría que la Iglesia fuese capaz de asumir el reto de articular las voces del Sur global y las aspiraciones democráticas del Norte. Esa encrucijada de voces y clamores reclama un liderazgo capaz de sostener la complejidad sin perder el horizonte del Evangelio. Aveline o Prevost, creo, podrían encarnar esa posibilidad. Lo deseo de corazón. Aunque, como quien necesita renovar la mirada, reconozco que —en breve— tengo que operarme de cataratas…

Sacerdote de Bilbao. Catedrático emérito en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Vitoria). Autor del libro Entre el Tabor y el Calvario. Una espiritualidad «con carne» (Ed. HOAC, 2021)