«¡Si estos callaran, empezarían a gritar las piedras!»

«¡Si estos callaran, empezarían a gritar las piedras!»

Lectura del día

Lectura del Evangelio según san Lucas (19, 29-40)

Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto monte llamado de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos con este encargo:

–Vayan al pueblo de enfrente. Al entrar en él, encontraran en seguida un borrico atado, sobre el que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráigalo. Y si alguien les pregunta por qué lo desatan, le dirán que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.

Fueron los envidados y lo encontraron como Jesús les había dicho. Cuando estaban desatando el borrico, sus dueños les dijeron:

–¿Por qué desatan el borrico? Ellos respondieron:

–El Señor lo necesita.

Ellos se lo llevaron a Jesús. Pusieron sus mantos sobre el borrico y ayudaron a Jesús para que se montara en él. Según iba avanzando, extendían sus mantos en el camino. Cuando se iba acercando a la bajada del monte de los Olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos, llenos de alegría, gritaban alabanza a Dios por todos los milagros que habían visto. Decían:

–¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!

Algunos fariseos de entre la gente le dijeron.

–¡Maestro, reprende a tus discípulos!

Pero Jesús respondió:

–¡Les aseguro que, si estos callaran, empezarían a gritar las piedras!

Comentario

El Domingo de Ramos escucharemos el relato de la pasión de Lucas. Tiene subrayados especiales Jesús aparece víctima del populismo «hoy se grita ¡hosanna! Hijo de David», mañana «¡crucifícale!». Por otra parte, aparece como inocente ante el poder pagano, ante las mujeres, ante el ladrón, ante el centurión que sorprendido que afirma: «Verdaderamente este hombre era justo».

También puedes leer —  «Hoy se ha cumplido ante ustedes esta profecía»

Jesús aparece silencioso y paciente ante vejaciones, insultos y acusaciones. Acoge, en plena tortura a un ladrón que le defiende y le solicita misericordia; mira a Pedro con la ternura necesaria para la conversión y concede el perdón más generoso que puede existir: defender de la venganza de Dios, de su Padre, a los que le torturaban y asesinaban: «Padre perdónales porque no saben lo que hacen». Siempre descentrado de sí mismo, sin victimismo…

Jesús, también en la pasión, aparece como un hombre orante: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

Lucas invita a recorrer el camino de la cruz como discípulo, como discípula, y nos va invitando a acompañar a Jesús sintiéndonos aquellos personajes que de una forma u otra intervienen en ese camino de cruz, como Pedro, o el buen ladrón, pueblo que grita, mujeres que lloran y mujeres que le siguen acompañando, Simón de Cirene… y dejarnos mirar por el maestro. Para Lucas es clave el concepto de discipulado como seguidor del Jesús el Señor y «el discípulo no es superior a su maestro» (Lc 6, 40). Esa originalidad se nota porque muchos de los procesos judiciales posteriores que aparecen en el libro de los Hechos, sobre todo con Pablo, tienen cierto paralelismo con el de Jesús.

•••
Más en Orar en el mundo obrero, Domingo de Ramos y Semana Santa.