Sábado Santo. Oración desde los silencios del mundo obrero y migrante

Hoy, Señor, todo calla.
La vida parece detenida.
Las calles del alma se han vaciado,
y las manos trabajadoras están suspendidas en el aire,
como si esperaran una señal.
En este Sábado Santo,
nos unimos al silencio del sepulcro.
Un silencio que no es abandono,
sino espera,
espera obstinada,
esperanza sembrada entre escombros y ruinas.
Y desde ese silencio,
te traemos, Señor, los silencios de hoy:
los de los migrantes que esperan papeles,
una respuesta, una oportunidad.
El silencio de quienes han perdido su empleo
por una deslocalización lejana,
por una reconversión que no tuvo en cuenta sus vidas.
Te presentamos, Señor,
las fábricas cerradas,
los barrios obreros transformados a golpe de mercado,
las manos encallecidas que ya no tienen a qué agarrarse.
Y también los ojos que sueñan con un futuro mejor,
aunque hoy no vean más que sombra.
Hoy, en el sepulcro del mundo,
descansa también la dignidad herida de muchos.
Pero sabemos, Señor,
que tú no estás inactivo.
Que, como una semilla bajo tierra,
tu amor trabaja en lo oculto,
preparando la resurrección.
Danos, Jesús,
la fe de quienes no se rinden,
la esperanza de quienes resisten,
la fuerza de quienes esperan sin certezas.
Haz que en medio de este modelo económico
que excluye y desecha,
resuene tu palabra de vida.
Que en los corazones golpeados
renazca la confianza,
y que en cada proceso de transformación
tú seas la luz que guía.
Hoy, como María y los discípulos,
esperamos.
Y lo hacemos con los que no cuentan,
con los que ya no esperan nada del sistema
pero aún esperan todo de ti.
Porque sabemos, Señor,
que el sepulcro no es el final.
Y que también en esta historia herida
resucitará la justicia.
Amén.

Consiliario de la HOAC de Bilbao