Papa Francisco, impulso renovador del Espíritu

Papa Francisco, impulso renovador del Espíritu

Celebro con gratitud el servicio profético del papa Francisco a la Iglesia. El profeta desde su experiencia de Dios y leyendo la realidad, habla con gestos y palabras. En ese sentido empleo aquí calificativo. Y me aproximo a ese profetismo que brota de una experiencia fontal: “sin Jesús no puede existir la Iglesia; Jesús es la base, el fundamento de la Iglesia”.

Esta experiencia inspiró y  se vertebró en tres claves inseparablemente unidas  y bien marcadas en la primera exhortación La alegría del Evangelio de Francisco.

Una secreta confianza

La fe cristiana deja de serlo si se reduce a creencias. Es más bien libre y total entrega de la persona a Dios, Presencia de amor encarnada en Jesucristo que continua y gratuitamente se está dando en todos y en todo.

Así vive la fe el papa Francisco cuando redacta su primera encíclica: “Hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse como una secreta pero firme confianza aun en medio de las peores angustias. Trayendo a la memoria que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura; mañana tras mañana se renueva”.

Transformación misionera

Según el Concilio, la Iglesia, sociedad orgánicamente estructurada y Pueblo de Dios, se constituye en la misión: “continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”.

Respondiendo a esta vocación de toda la Iglesia, el papa Francisco dice: “La intimidad de la Iglesia con Jesús es intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se configura como comunión misionera. Toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer en una especie de introversión eclesial”.

“Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador. Las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin nueva vida y auténtico espíritu evangélico, sin la fidelidad de la Iglesia a la propia vocación, cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo”.

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Siendo canal de misericordia

En continuidad con el Concilio Vaticano II, la Iglesia se hace solidaria del mundo, la entera familia humana con todas las realidades entre las que vive. No como imposición sino como “madre de corazón abierto, siempre la casa abierta del Padre… “Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios”.

En la compasión o misericordia se inspira la opción por los pobres que ha sido como la brújula de orientación en  las intervenciones y viajes apostólico del papa Francisco: “Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres; nunca los dejemos solos. Todos somos invitados a salir de la propia comodidad y atrevernos  a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”

Un sistema económico cuya ideología da prioridad a la codicia insaciable y a las ganancias utilizando irreverentemente a las personas con su entono creacional “es injusto en su raíz”.

El horizonte y el mensaje del papa Francisco en significativas encíclicas han sido la fraternidad universal. La lógica de la compasión y de la gratuidad deben curar la fiebre posesiva y la cultura del descarte que hoy está destruyendo a la humanidad.

¿Quién duda de que estas tres claves  son decisivas para la renovación espiritual que hoy necesita la Iglesia?