La Iglesia denuncia el impacto de la precariedad en la salud mental ante el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo

Con motivo del próximo Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, que se conmemora cada 28 de abril, los departamentos de Pastoral de la Salud y Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española han hecho pública una nota conjunta bajo el título “El trabajo decente: un bien para la salud mental”, en la que denuncian el impacto creciente de las condiciones laborales precarias sobre la salud mental de los trabajadores
La Iglesia reitera su preocupación ante el aumento de la siniestralidad laboral y la creciente emergencia en salud mental derivada del entorno laboral. En este comunicado defiende que “el trabajo digno no solo es un derecho, sino también un factor esencial para proteger el bienestar psicológico y emocional de las personas”.
El malestar generado por las condiciones y ritmos de trabajo puede llevar a situaciones extremas, como la vivida por un trabajador del Ayuntamiento de Albacete, quien, tras más de un año de baja médica por problemas de salud mental, terminó quitándose la vida, al verse obligado a reincorporarse a un entorno laboral. Una sentencia judicial calificó este trágico suceso como accidente laboral, marcando un precedente legal.
La Iglesia denuncia que este no es un caso aislado. En 2023 se registraron 597.686 incapacidades temporales relacionadas con trastornos mentales y del comportamiento, lo que representa un aumento del 13,6% respecto al año anterior. Estos datos, según el comunicado, muestran una realidad alarmante: el trabajo se ha convertido en una fuente de sufrimiento para una parte creciente de la población.
Además, alerta sobre los efectos de la precariedad laboral, especialmente en mujeres y trabajadores manuales, con estudios que vinculan directamente la falta de estabilidad laboral con un mayor riesgo de padecer depresión, ansiedad y otros trastornos mentales. Se estima que una relaciones laborales justas y saludables podrían haber evitado los cerca de 170.000 casos de depresión en España.
La nota también pone el foco en la exclusión laboral que sufren las personas con problemas de salud mental, quienes, a pesar de su deseo de integrarse en el mercado laboral, enfrentan barreras estructurales que dificultan su acceso al empleo. Se calcula que alrededor del 80% de quienes padecen trastornos mentales graves se encuentran desempleados.
En su nota, los departamentos episcopales alertan, con las palabras del papa Francisco dirigidas a los integrantes de las Asociaciones cristianas de trabajadores italianos ACLI sobre la “presión constante, ritmos forzados y un entorno laboral cada vez más sacrificado en nombre del beneficio”.
Durante su pontificado Francisco ha denunciado en repetidas ocasiones la deshumanización del mundo laboral y la falta de seguridad que sufren millones de trabajadores en todo el mundo.
Una llamada a la acción desde la fe
La Iglesia subraya que el trabajo no puede ser una amenaza para la vida ni para la dignidad humana. Por ello, hace un llamamiento a las instituciones, empresas y sociedad en general para promover el trabajo decente, entendido no solo como un medio de subsistencia, sino como una vía de realización personal y participación social.
La salud no se reduce al cuerpo, sino que abarca la totalidad de la persona: psicológica, social, espiritual y ética”, recuerda el comunicado, citando el magisterio de Benedicto XVI y Francisco. “Trabajar no debe enfermar ni matar. Al contrario, debe ser un lugar de crecimiento, comunidad y esperanza”.
Con este mensaje, la Iglesia reitera su compromiso con la dignidad del trabajo humano y llama a construir entornos laborales seguros, inclusivos y mentalmente saludables, en consonancia con la doctrina social y el Evangelio.

Redactor jefe de Noticias Obreras