Jubileo de los trabajadores y trabajadoras: Organicemos la esperanza

“Así es la esperanza, sorprende y abre horizontes,
nos hace soñar lo inimaginable, y lo realiza”
—Papa Francisco
Juan Pablo II, en el discurso que dirigió a los congregados con ocasión del Jubileo de los Trabajadores del año 2000, decía que “la fiesta del trabajo trae a la memoria la laboriosidad de los hombres que, cumpliendo el mandato del Señor de la vida, quieren ser constructores de un futuro de esperanza, justicia y solidaridad para la humanidad entera”. El papa Francisco, en el Jubileo Peregrinos de la Esperanza de 2005, profundiza en esta idea y nos invita a vivir la esperanza encarnados en la realidad que nos rodea: “es necesario poner la atención en todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia”.
Estamos llamados a construir y organizar la esperanza de la mano del mismo Dios, haciendo del reconocimiento de la dignidad de cada persona nuestro quehacer: “Dios creó” (Gn 1, 27) el mundo, creó al ser humano, y le dio una misión: administrar, trabajar, llevar adelante la creación.
“Nuestro sueño vuela más alto. No hablamos sólo de asegurar a todos la comida, o un decoroso sustento, sino de que tengan prosperidad sin exceptuar bien alguno. Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida.” (Evangelii gaudium, 192)
Organicemos la esperanza, siendo testigos en las periferias de la existencia humana, junto a los trabajadores y trabajadoras.
El Jubileo de los Trabajadores (del 1 al 4 de mayo) es un tiempo de gracia que plantea a la Iglesia hacerse prójima a la realidad del mundo obrero empobrecido, precario, deshumanizado… caminar con el mundo obrero, al igual que el Resucitado caminó con los apóstoles que andaban desorientados y temerosos, para que sientan la esperanza que descubrimos en Jesucristo. Esto supone acercarnos, escuchar, entrar en diálogo y compartir la alegrías y esperanzas de los hombres y mujeres del mundo del trabajo.
Si queremos ser signo de esperanza en el mundo obrero “hay que seguir preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive. Para realizar la justicia social (…) son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores, y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre”. (Laborem exercens, 8)
Hoy identificamos este sujeto del trabajo especialmente en:
- En los jóvenes, a los que la falta de un trabajo decente le impide construir su proyecto de vida,
- en las mujeres, que viven una doble jornada laboral y discriminación en el trabajo,
- en los migrantes, que por la falta de regulación administrativa se ven obligados a trabajar en la economía sumergida, muchas veces en condiciones cercanas a la esclavitud.
Nos preocupa especialmente las condiciones en las que vive el mundo obrero:
- Un desempleo estructural. Por encima de los 2,5 millones de personas.
- Unos 3 millones de personas trabajadoras viven en la pobreza.
- A más de 500 mil personas migrantes no se les permite regularizar su situación.
- Más de 1 millón de accidentes laborales registrados anualmente, 796 personas muertas en el trabajo, 26.993 partes de enfermedad profesional comunicados. Estos datos son la punta del iceberg de un problema de seguridad y salud en el trabajo.
- Grandes dificultades para conciliar la vida personal y familiar con el trabajo.
- Dificultad para acceder a una vivienda digna.
Juan Pablo II en Laborem exercens nos recuerda que “La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la ‘Iglesia de los pobres’”.
Organicemos la esperanza, respondiendo a los retos del mundo obrero.
Todo reto identificado es una invitación a “organizar la esperanza” cada empuje que hagamos en esta dirección siempre es una aportación a concretarla. Hoy más que nunca tenemos que ofertar al mundo obrero empobrecido, motivos de esperanza y para que la esperanza no defraude no puede estar llenas de palabras, debe tener ese elemento escatológico del “ya”. En las personas pobres, excluidas o que viven la precariedad laboral encontramos los destinatarios privilegiados de la esperanza, así nos lo transmitió Jesús, estamos ungidos para la esperanza, para dar una buena noticia.
Desde el departamento de la Pastoral del Trabajo nos ponemos manos a la obra, algunos pasos los iremos dando este mes de mayo, coincidiendo con el Jubileo de los Trabajadores:
- Una delegación de la pastoral del trabajo, presidida por Mons. Abilio Martínez, peregrinará a Roma para sumarse a la celebración del Jubileo de los Trabajadores.
- Hemos promovido que en nuestras diócesis celebremos este acontecimiento. Para ello hemos preparado una reflexión sobre el significado del Jubileo para los trabajadores, unos guiones litúrgicos y la propuesta de un gesto público.
- Durante la segunda quincena organizaremos un encuentro con sindicatos, empresarios y técnicos, para abordar los problemas psicosociales que se derivan de la actual configuración del trabajo.
- Y finalmente el 31 de mayo nos encontraremos sacerdotes, militantes y agentes de la pastoral del trabajo para reflexionar sobre la segunda propuesta de acción del documento de los obispos La Pastoral Obrera de toda la Iglesia: “Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dramas. La Pastoral Obrera ayudará y animará este tipo de parroquia cercana y solidaria”.
En el Jubileo de los Trabajadores nos unimos a las intenciones del papa Francisco: “Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva, donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor”.

Director del Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española.