Francisco, servidor de la esperanza y de la justicia social

Francisco, servidor de la esperanza y de la justicia social
FOTO | Intervención del papa Francisco en el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares (Bolivia, 2015).

Recién aterrizado en Canarias, Fausto y yo nos enteramos en la calle del fallecimiento del papa Francisco. Su partida deja un vacío inmenso en la Iglesia y en el mundo, pero también un testimonio luminoso de fe encarnada, de esperanza obstinada y de compromiso radical con la dignidad humana.

En un momento de profunda tristeza, pero también de honda gratitud, Noticias Obreras ha comenzado a desarrollar una cobertura informativa especial In memoriam en la que recogemos reacciones, declaraciones y opiniones esta noticia de ámbito mundial.

En los próximos días seguiremos hablando de su legado, sus palabras y textos más significativos y el impacto de su pontificado en la vida de la Iglesia y en la conciencia social global. Lo hacemos desde el lugar que nos corresponde: el mundo del trabajo, los márgenes, las periferias, desde desde donde él mismo quiso hablar y escuchar.

Francisco fue un pastor “con olor a oveja” que puso el Evangelio en el centro, sin concesiones. Con él, la Iglesia volvió a pronunciar con claridad palabras como tierra, techo y trabajo, justicia, paz, diálogo, ternura, cuidado. Supo hacer de la Doctrina Social de la Iglesia una herramienta viva, orientada a transformar las estructuras de pecado en dinámicas de comunión.

El suyo fue un pontificado marcado por gestos proféticos: abrazó a los descartados, convocó, escucho y acompañó a las personas trabajadoras más humildes y sin derechos, denunció las lógicas del descarte, pidió una economía que no mate y clamó por una Iglesia embarrada, con actitud samaritana… que “salga”, “sirva” y “sane”. Con una sencillez desarmante, nos desafió a vivir la fe como seguimiento de Jesús en los conflictos del mundo, no como refugio espiritual.

Hoy queremos recoger especialmente una de sus últimas llamadas, pronunciada en la Semana Santa de 2025: “No nos olvidemos de tender la mano al que ya no puede más”;  y una crítica directa a las lógicas que descartan a los frágiles: “Deshumana es la economía en la que noventa y nueve valen más que uno. Sin embargo, hemos construido un mundo que funciona de ese modo”.

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Ese fue su magisterio: coger la mano de las personas heridas de la historia, de cada humanidad sufriente. Un gesto evangélico, firme y humilde, que nos compromete.

Su voz ha sido, y será, fuente de inspiración para tantas y tantos militantes del reino y su justicia social. Nos deja como tarea una Iglesia que se atreva a ser comunidad de hermanos y hermanas en salida, una comunidad que ore con los pies descalzos sobre la tierra, que escuche el clamor de los pueblos y de la creación, que reconozca en cada trabajador y trabajadora el rostro de Jesucristo, el obrero de Nazaret.

Francisco no ha muerto. Vive en la memoria agradecida de quienes seguimos creyendo que otra Iglesia más sinodal es posible, que otro mundo más fraterno es necesario, y que ya están en marcha, cada vez que alguien se pone del lado de la justicia, de la dignidad y del amor que transforma.

Que su vida nos siga empujando a caminar juntas y juntos. Con esperanza, con ternura y con coraje para que la injusticia no tenga la última palabra.