¿De qué sirve tu cirio si no alumbra al pobre?

La Semana Santa necesita más Evangelio.
Las Cofradías tienen una deuda pendiente
con los nuevos crucificados:
los invisibles de cada día
Dicen que la Semana Santa es lo más grande que tiene nuestro pueblo. Que no hay fe más profunda, ni estética más conmovedora, ni sentimiento más arraigado. Y, sin embargo, cada año me asalta la misma pregunta: ¿De qué sirve tanto cirio si no alumbra al pobre?
Nos hemos acostumbrado a procesionar imágenes de Cristo… mientras ignoramos a Cristo vivo. Sí, ese que sigue cayendo bajo cruces más pesadas que el paso de tu Hermandad. Ese que camina sin costaleros, sin marchas, sin aplausos. El Cristo de carne y hueso que sufre cada día su particular viacrucis: migrantes sin nombre, mujeres sin paz, jóvenes sin futuro, ancianos sin voz, presos sin visitas.
Y el obrero. No lo olvidemos. El trabajador sin derechos, el que encadena contratos basura, el que llega a casa con los pies reventados y el alma rota. El parado que ha perdido no sólo su empleo, sino su dignidad. El que madruga para levantar un país que luego lo desprecia. También ahí está el Cristo.
Los nuevos crucificados no están en los templos. Están fuera del recorrido oficial. Y ahí es donde deberían estar también nuestras Cofradías. Porque no basta con cargar una imagen si no estamos dispuestos a cargar con el dolor del mundo. No sirve vestir una túnica si no nos despojamos del ego, del orgullo, de la indiferencia. No vale sacar a la Virgen a la calle si no sacamos también un plato caliente al que pasa hambre. El Evangelio no se borda en terciopelo. Se encarna en lo concreto.
Cofrade: tu misión no es brillar. Es servir. No es emoción. Es conmoverte tú primero, dejarte atravesar por el clavo del que sufre, por la espina del que llora. La Caridad no es un anexo. Es el corazón. ¿Recuerdas Mateo 25? “Tuve hambre y me disteis de comer, estuve desnudo y me vestisteis, en la cárcel y vinisteis a verme…” No hay otro examen final. No habrá preguntas sobre la saya bordada en oro, ni sobre el número de hermanos en fila. Preguntarán por los últimos. Y ahí más de uno se quedará sin respuesta.
Porque el Cristo del madero es el mismo que tiembla bajo un puente en la madrugada. La Virgen de los Dolores es la madre que llora a su hijo muerto por una bala. El Cirineo es quien se agacha en una parroquia para acompañar a un refugiado. El Gólgota no es una calle, es la vida misma.
Hay Cofradías que lo están entendiendo. Que han abierto sus casas a los que no tienen casa. Que han dejado hueco para la gente rota. Que no separan la cera del compromiso. Pero aún son pocas. Y aún son necesarios muchos más.
¿Queremos ser Iglesia? Seámoslo. Pero en serio. Con barro en las manos. Con verdad en la mirada. Con las puertas abiertas al que no tiene ni cómo llamar. ¿Queremos que nuestra Semana Santa no muera de éxito? Entonces hagámosla viva. Incómoda. Desestabilizadora. Como lo fue Jesús.
Las Cofradías no pueden ser burbujas que sólo explotan una semana al año. Deben ser refugio, hospital de campaña, hogar de misericordia. Y sí, también altavoz. Porque el que lleva al Cristo en los hombros tiene el deber de denunciar cada injusticia que lo sigue clavando.
No tengamos miedo a tocar el barro. Es ahí donde habita Dios. De nada sirve levantar tronos si no levantamos esperanzas. De nada vale tanto incienso si no perfume la vida del que ya no puede más. De nada vale tanto aplauso si seguimos sordos al grito de los descartados.
La Semana Santa, si es sólo emoción, pasa. Pero si es compasión, se queda. Se encarna. Salva. Y sí, la Resurrección también llega. Porque no todo es cruz. Porque cada gesto de entrega, cada compromiso silencioso, cada acto de justicia y ternura, es ya un amanecer de Pascua. Cada vez que una Hermandad acompaña al débil, cada vez que una Cofradía se convierte en hogar, se mueve la piedra del sepulcro. La Resurrección no es un aplauso. Es una transformación.
¿Y tú, cofrade? ¿Vas a quedarte en la foto o vas a entrar en la historia? Porque te lo repito, más fuerte que nunca: ¿de qué sirve tu cirio si no alumbra al pobre?

Impulsando el Evangelio. Comprometido con la Pastoral Penitenciaria. Activista en la Pastoral del Trabajo de Toledo, defendiendo dignidad y derechos laborales