Papa Francisco, ¡no te vayas todavía!

Papa Francisco, ¡no te vayas todavía!
FOTO | El Papa en la capilla privada del décimo piso del Policlínico Gemelli (@salastampaVaticana)

Satisface saber que en los últimos días la salud de Francisco empieza a remontar y aunque sigue hospitalizado con pronóstico reservado, parece que va a poder salir airoso de esa grave incidencia que lo ha apartado más de un mes de su función pastoral.

Ciertamente es un alivio importante para el sentir de un amplio sector eclesial, pues truncar ahora un papado tan significativo sería un trauma para asumir los grandes retos de la Iglesia católica en este momento histórico tan complejo y difícil.

No en vano Francisco es una de las pocas voces en el mundo que representa el clamor de una humanidad sufriente por los genocidios, las guerras, las injusticias sangrantes y por una desigualdad social entre clases y países, que gimen con dolores de parto, como diría el apóstol Pablo para expresar su inquietud por la vida.

El pasado 13 de marzo cumplía 12 años el mandato de Francisco al frente de la catolicidad. Es de justicia reconocer que su papel ha sido profundamente refrescante para el interno de la Iglesia, pero también para todas las gentes de buena voluntad en el planeta, ya que él nunca se ha cerrado en las paredes eclesiásticas, sino que ha mirado a toda la humanidad con respeto y, sobre todo, con compromiso para con los más vulnerables.

Esto le ha llevado a ser un papa anticapitalista, algo inédito en la jerarquía católica, y es porque ha primado la causa de los pobres, por encima de los intereses eclesiásticos y del propio Estado Vaticano, donde ha revolucionado su modo de ser y vivir a unas estructuras inmovilistas que son las que más se resisten a su línea profética. Aunque esa oposición haya frenado iniciativas más rupturistas, como el celibato opcional, que Francisco no se ha atrevido a promover por temor a una división imparable.

Sus encíclicas y escritos han marcado un constante impacto por la actualidad de los mensajes y por la gran modernidad de su lenguaje y de su dialéctica. En ellos encontramos desde lo más genuino y gozoso del Evangelio, hasta lo más candente del debate social y ecológico. Por eso su testimonio es totalmente provocador para los creyentes y para toda la ciudadanía mundial, incluyendo a los máximos responsables de los países y de las instituciones internacionales.

Además, ha promovido el llamado sínodo de la Sinodalidad, todo un movimiento asambleario en la Iglesia que, si bien ha tropezado con una institución adormecida, poco capaz de seguir su liderazgo incisivo, supone una siembra que sin duda dará frutos mayores al final del proceso.

Es obvio que un Papa de 88 años y con su salud quebradiza no puede satisfacer todas las propuestas de los sectores más avanzados de la Iglesia, que no podemos compartir algunos criterios puntuales del Papa, como la cuestión de la igualdad de las mujeres en la Iglesia. Pero justamente también esa libertad de discrepancia implica en sí misma un avance positivo hacia el futuro. Pero está claro también que en el papado de Francisco pesa enormemente más lo positivo que lo negativo y la inmensa mayoría católica desea que pueda concluir su tarea con mayor margen temporal.

Por todo ello, tanto por su simpatía porteña natural que le da una gracia especial de autenticidad, como por su trabajo pastoral novedoso y comprometido, nos permitimos agarrarnos a esa popular canción: “no te vayas todavía, no te vayas por favor”, porque te necesitamos para construir una nueva Iglesia que nos lleve hacia una nueva humanidad.