La igualdad laboral: una reivindicación inaplazable

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se erige como un momento clave para reflexionar sobre la situación de las mujeres en el ámbito laboral. A pesar de los cambios normativos y de una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, las brechas de género en actividad, empleo, remuneración y acceso a derechos laborales siguen siendo una realidad insoslayable.
Un mercado laboral desigual
Las mujeres continúan enfrentando mayores dificultades que los hombres para acceder y mantenerse en el empleo. La tasa de actividad femenina es del 53,91%, casi diez puntos inferior a la masculina (63,90%). En cuanto al empleo, la brecha de género se sitúa en 10,34 puntos porcentuales, con una tasa de empleo femenino del 47,07% frente al 57,40% de los hombres. A ello se suma la segregación ocupacional: las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores como el de los cuidados, la educación o el comercio, mientras que siguen infrarrepresentadas en la industria, la construcción y las tecnologías.
El empleo a tiempo parcial es otro reflejo de esta desigualdad. De las 2.934.275 de personas que trabajan bajo esta modalidad, el 73,25% son mujeres. Esta situación se debe en gran medida a la asunción de responsabilidades familiares y de cuidados, lo que limita las posibilidades de desarrollo profesional y económico de las mujeres. Además, el desempleo sigue afectándolas en mayor proporción: la tasa de paro femenina es del 12,68%, superior en 2,52 puntos a la masculina.
La brecha salarial: una deuda pendiente
A pesar de los avances en materia legislativa, la brecha salarial sigue siendo un problema estructural. Según los últimos datos disponibles, la diferencia de remuneración entre hombres y mujeres se sitúa en el 17,09%, lo que significa que las mujeres deben trabajar más días al año para percibir el mismo salario que un hombre. Esta desigualdad tiene consecuencias directas en las pensiones, generando un riesgo mayor de pobreza y exclusión social para las mujeres en la vejez. Si bien las subidas del salario mínimo interprofesional han ayudado a reducir esta brecha, es evidente que se necesitan medidas más ambiciosas y estructurales.
La violencia machista en el ámbito laboral
Otra dimensión preocupante de la desigualdad es la violencia de género en el trabajo. Muchas mujeres son víctimas de acoso sexual y acoso por razón de sexo, lo que afecta gravemente a su bienestar y su desempeño laboral. Es imprescindible reforzar los mecanismos de protección y prevención en las empresas, así como garantizar el cumplimiento efectivo de los protocolos contra la violencia machista. Es fundamental también establecer mecanismos de denuncia seguros y eficaces que permitan a las trabajadoras denunciar estas situaciones sin miedo a represalias.
Las reivindicaciones para avanzar en igualdad
Para erradicar estas desigualdades y construir un mercado laboral más justo e inclusivo, es imprescindible la implementación de políticas de empleo con perspectiva de género, que fomenten la incorporación de las mujeres en condiciones laborales dignas y estables, reduciendo la precariedad y la temporalidad. A su vez, la eliminación de la brecha salarial sigue siendo un desafío prioritario, lo que exige reforzar la transparencia retributiva y aplicar sanciones efectivas a las empresas que incumplen la legislación en materia de igualdad salarial.
Otro aspecto clave es la necesidad de promover la corresponsabilidad en el reparto de las tareas de cuidados, con permisos de paternidad y maternidad igualitarios e intransferibles, así como con el refuerzo de los servicios públicos de atención a la infancia y a personas dependientes. Sin una redistribución equitativa de los cuidados, la participación de las mujeres en el mercado laboral continuará viéndose afectada.
También es urgente reforzar la protección frente a la violencia machista en el ámbito laboral, estableciendo protocolos de actuación efectivos, formación en igualdad en las empresas y medidas de protección real para las víctimas. La negociación colectiva debe ser una herramienta clave para la eliminación de estas brechas, garantizando que los planes de igualdad en las empresas se apliquen con medidas concretas y un seguimiento real.
La promoción de mujeres a puestos de dirección es otra asignatura pendiente. Es necesario impulsar programas de liderazgo femenino que permitan superar el techo de cristal y garantizar una representación equitativa en los espacios de toma de decisiones. Asimismo, es fundamental abordar la desigualdad en las pensiones, asegurando medidas que corrijan la brecha acumulada a lo largo de la vida laboral de las mujeres y garanticen jubilaciones dignas y equitativas.
Por otro lado, la formación y el acceso a sectores emergentes, como la tecnología y la digitalización, son fundamentales para evitar que la brecha de género se traslade a las nuevas economías. Además, una mayor fiscalización de las empresas es imprescindible para que se cumplan las leyes de igualdad, con inspecciones de trabajo rigurosas y sanciones efectivas para aquellas que perpetúen la discriminación.
Hacia un futuro con igualdad real
El reto de alcanzar la igualdad laboral no solo es una cuestión de justicia social, sino también un factor determinante para el desarrollo económico y la competitividad del país. Un mercado de trabajo más igualitario, en el que las mujeres puedan desarrollar su carrera sin limitaciones ni discriminación, contribuirá a una sociedad más equitativa y próspera. En este sentido, la negociación colectiva y el diálogo social son herramientas fundamentales para garantizar avances sostenibles y efectivos.
Este 8M debe servir como un recordatorio de todo lo que queda por hacer. La lucha por la igualdad laboral no es una cuestión exclusiva de las mujeres, sino un desafío que debe implicar a toda la sociedad. El compromiso debe ser firme y sostenido en el tiempo, porque sin igualdad no hay justicia social ni democracia plena. La reivindicación de derechos laborales y la erradicación de discriminaciones son fundamentales para construir un futuro donde la igualdad sea una realidad incuestionable, en la que cada persona, independientemente de su género, tenga las mismas oportunidades para desarrollar su talento y tener condiciones dignas laborales.

Vicesecretaria general de UGT