Juan Grabois: “Francisco es el mayor defensor de la dignidad humana en este momento de oscurantismo deshumanizante”

Juan Grabois: “Francisco es el mayor defensor de la dignidad humana en este momento de oscurantismo deshumanizante”
FOTO | Francisco durante la bendición "Urbi et Orbi" desde la plaza de san Pedro en la pandemia
Al cumplirse 12 años del nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como Papa, el dirigente argentino Juan Grabois reivindica el legado de Francisco, destacando su coherencia, su defensa de los pobres, su papel como “restaurador” de los valores esenciales del cristianismo y llamando al pueblo de Dios a renovar su compromiso con la justicia social

En su artículo, El papa restaurador: unas palabras sobre Francisco, publicado en Cenital, el dirigente de Argentina Humana subraya que el papa Francisco ha sido siempre un “luchador” y que sigue empujando “los límites de lo posible”, incluso en medio de sus problemas actuales de salud. “Pobrecitos los que lo dan por muerto. Que Dios les perdone su mal corazón, sus malos pensamientos, sus malas acciones y su idiotez”, afirma con contundencia. Para Grabois, Francisco no solo está vivo en términos fisiológicos, sino que, en términos espirituales, “no muere nunca“.

El también miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, reivindica su testimonio desde las periferias: “Nos marcó a fuego con su conducta y su pensamiento”, recuerda, mencionando su presencia en las barriadas populares, junto a cartoneros, costureros rescatados de la trata, campesinos y trabajadores y trabajadoras de empresas recuperadas. Asimismo, destaca su constante denuncia contra “todas las formas de corrupción política, económica y mediática” y, sobre todo, contra la indiferencia, a la que considera “tan perniciosa como el odio”.

Un pontificado que restaura valores esenciales

Grabois rechaza la idea de que Francisco haya dado un giro ideológico desde su llegada al Vaticano: “Para un observador desprevenido, Francisco rompió el teorema de Baglini con un giro radical de su pensamiento cuando dejó de ser cardenal para convertirse en Papa. Pero lo suyo no fue un giro radical, sino el desarrollo natural de un proceso espiritual que, cuando se encontró con el trono de San Pedro, llegó a la plenitud de su esplendor”.

El autor reivindica al Papa como “el mayor defensor de la dignidad humana en este momento de oscurantismo deshumanizante” y como “un extraordinario hombre común” que, desde el barrio de Flores, llegó a ser “el argentino más importante de la historia”. En su opinión, Francisco no es un refundador ni un revolucionario sin doctrina, sino un restaurador: “Su pontificado se basa en la restauración de los verdaderos valores evangélicos”, afirma.

“Francisco es ‘pobrista’ porque es cristiano”

El artículo enfatiza la coherencia del Papa con el Evangelio y su insistencia en recordar a las personas cristianas sus deberes fundamentales: “Una sola indicación le bastaba: ‘Lean Mateo 25, lean las Bienaventuranzas, ahí está el resumen de todo’. Ahí aparecen una y otra vez los pobres. Qué se le va a hacer. Lo dijo Jesús. Francisco es un ‘pobrista’ porque es cristiano”, asevera.

Además, destaca su capacidad para dialogar con creyentes y no creyentes a través de un “lenguaje universal, simple, popular y profundamente humanista”. Grabois subraya que Francisco ha sabido interpretar los “signos de los tiempos” y señala que “el grito de los pobres y de la tierra es el mismo grito”, como refleja en Laudato si’. Según el autor, esto se debe a la creciente presencia de “la entidad, la estructura y el poder que los hace sufrir”, lo que, a su juicio, constituye la acción del Maligno.

El artículo finaliza con una invitación a conocer directamente el pensamiento social de Francisco, sin intermediarios ni tergiversaciones. “Si les interesa entenderlo, sienten el traste en la silla y léanlo. No se van a arrepentir”, plantea Grabois. Al mismo tiempo, advierte que quienes no tengan tiempo para leer “al más grande de los argentinos” o el Evangelio “han perdido tiempo en leer este texto“, concluye.