Mis ojos han visto a tu Salvador
La esperanza que anima todo este año jubilar que estamos viviendo es una esperanza iniciada, en acción, pero inconclusa.
Ya comenzada pero aún por vivir y realizar plenamente. Esa condición expectante nos acompaña toda nuestra vida. Como Simeón, aguardamos el consuelo que nuestro mundo anhela, pero como él somos invitados a descubrir los signos del reino que brotan en lo cotidiano, en lo pequeño, en un niño necesitado de cuidado que se pone en nuestras manos, para poder bendecir a Dios porque, en medio de la vida del mundo obrero, hemos podido contemplar la salvación que nos trae (Lc 2, 22-32). Nos ponemos en modo esperanza, aguardando y actuando el consuelo que nuestras hermanas y hermanos necesitan, bendiciendo a Dios por la humanización salvadora que va germinando en la vida obrera, sembrando semillas de humanización y fraternidad, cuidando la vida y el trabajo, ayudando a otros a descubrir esos signos de esperanza.
Contenido exclusivo para personas o entidades suscritas. Para seguir leyendo introduce tus datos o suscríbete aquí. Si no los recuerdas, haz clic aquí
De comienzo en comienzo. Ahora de vicario parroquial, y proyecto de teólogo.