Martínez Gordo: “Las estrategias pastorales actuales me parecen poco o nada esperanzadoras”

Martínez Gordo: “Las estrategias pastorales actuales me parecen poco o nada esperanzadoras”
El sacerdote y teólogo, Jesús Martínez Gordo participa en el diálogo organizado por el arciprestazgo de san José de Santander en torno a “Una Iglesia entre todos (los que quieran) y para todos (los que, igualmente, quieran)”, en el que presentará sus propuestas para revitalizar los actuales “restos parroquiales” y transformarlos en comunidades vivas.

En los últimos años se ha intentado dar un impulso a las unidades pastorales, ¿qué ha pasado?

Estamos asistiendo, desde hace unos cuantos años, al cierre y posterior agrupación de parroquias en las llamadas unidades pastorales. Y, como consecuencia de tal estrategia pastoral, también estamos asistiendo a la disolución de pequeños núcleos comunitarios, por supuesto, en aquellas parroquias clausuradas en las que hayan podido mantenerse, aunque sea por muy poco tiempo.

Este es un fenómeno que, si no me equivoco, se viene produciendo en la gran mayoría de las diócesis españolas, por no decir que, en todas, pero no solo como consecuencia de la secularización o falta de credibilidad de la Iglesia, sino también –así lo entiendo– como resultado de activar unas estrategias pastorales que me resultan alicortas y poco o nada esperanzadoras.

¿Por qué cree que no está funcionando esta renovación pastoral?

Me parecen unas estrategias equivocadas y, por ello, nada beneficiosas para la Iglesia; en particular, si se practican de manera mimética o automática y sin tener en cuenta lo que están dando de sí en otras iglesias locales.

Se trata de unas estrategias que, si no se completan con otras un poco más ambiciosas y exigentes, pueden acabar siendo peligrosas para cualquier diócesis que pretenda contar con un futuro, cierto que modesto, pero esperanzado.

Me refiero a unas estrategias pastorales que tienen como centro absoluto e incuestionable la reorganización como respuesta, al parecer, al imparable déficit de efectivos presbiterales o la imparable caída de fieles.

No se tienen en cuenta los restos parroquiales o los rescoldos comunitarios que puedan pervivir tanto en las parroquias tradicionales, como en las reagrupadas en torno a otros centros más numerosos que no necesariamente se vuelven más comunitarios o mejoran sus perspectivas.

¿Cuáles son las estrategias pastorales que se han puesto en marcha?

Hay una estrategia que es la más generalizada durante muchos años que es la “entreguista”, la de que todo siga “como siempre” hasta que se autodisuelva por inanición. La segunda, es la “contrarreformista”, “tridentina” o, en un anglicismo del gusto de sus partidarios, “revival”. Cree resolver algunas de las muchas cuestiones de la Iglesia del siglo XXI recurriendo a la estrategia del siglo XVI pero con atención especial a la música, los ropajes y las puestas en escena.

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La tercera sería la de la caridad y la justicia sin Jesús, que se decanta exclusivamente uno de los tres pilares fundamentales de toda comunidad cristiana, olvidando, de un lado, el anuncio y la formación y, del otro, la espiritualidad, la liturgia y la celebración. Se antepone, legítimamente, el programa cristiano recogido en el Evangelio, sin relación con el Crucificado en los crucificados de nuestros días. La cuarta es la agrupación de parroquias y la creación de las llamadas “unidades pastorales”, a las que me he referido antes.

La quinta se combina con las anteriores, pero recurriendo a presbíteros o seminaristas, en el mayor número posible, frecuentemente de fuera de la diócesis y del país, a pesar de que pueden situarse en las antípodas de la actualización conciliar promovida los últimos decenios o al margen de una mínima inculturación.

Sin embargo, la diócesis de Bilbao ha sido muy creativa desde hace décadas…

La sexta estrategia pastoral está ceñida a la diócesis que ha estado centrada en promover, en un primer momento, a laicos con encomienda pastoral y profesionalizados para pasar, en fases posteriores, a crear las llamadas unidades pastorales y promover la figura del laico “referente pastoral”.

¿Cuál es su apuesta de futuro para impulsar una iglesia sinodal, misionera y en salida?

Empezaría por valorar los actuales restos parroquiales o rescoldos comunitarios en busca de que quienes libremente estén dispuestos a ello, puedan encaminarse cuanto antes y con las adaptaciones que se consideren oportunas a formar comunidades vivas, con futuro y estables.

Precisamente, es lo que abordaré en la segunda parte de mi intervención, a la luz de lo que se está haciendo en otras iglesias. Creo que, si se hace bien, hay un camino que nos puede hacer avanzar.