Las enfermedades profesionales permanecen ocultas debido a la baja detección y escasa declaración
Las enfermedades provocadas por el trabajo siguen ocultas. El pasado año se notificaron 26.993 partes, una cantidad por debajo de los niveles alcanzados antes de la pandemia que los sindicatos consideran “escasa”.
El “subregistro” de las enfermedades profesionales se hace evidente al comparar los casos de cáncer de origen laboral con países de nuestro entorno. Mientras que el año pasado se comunicaron 106 patologías por agentes cancerígenos (55 por exposición al amianto) en España, se registraron, en el año 2016, en Alemania 6.559 casos; en Francia 2.118: y en Italia 1.033.
El sistema Comunicación de Enfermedades Profesionales en la Seguridad Social (CEPROSS) de 2024 recoge 26.993 partes de enfermedades profesionales. El incremento ha sido del 5,3%, cuando en los años posteriores a la pandemia los incrementos fueron de entre el 10% y el 14%. Sin embargo, el número de dolencias originadas por el trabajo comunicadas sigue siendo inferior al de 2019.
Con todo, las cifras revelan un aumento preocupante de enfermedades producidas por la sílice cristalina respirable. La silicosis alcanza ya los 517 partes comunicados (15 en el año 2000) y el cáncer de pulmón los 19 casos. En seis años, se ha convertido en el segundo cancerígeno ocupacional más prevalente, tras el amianto.
El papel de las mutuas y la desactualización del catálogo
La baja detección de las enfermedades de origen en laboral tiene mucho que ver, más allá de la dificultad de identificar la causalidad entre las dolencias y las exposiciones laborales, con el hecho de que son las mutuas las responsables de la comunicación de la enfermedad derivada del trabajo. Después de todo, han de proporcionar el tratamiento médico y ofrecer los servicios especializados en estos casos.
Pero también influyen la crónica desactualización del cuadro de enfermedades profesionales y la falta de voluntad política para aflorar estas patologías que acaban siendo tratadas como enfermedades comunes.
Diferencias notables por comunidades
Resulta llamativo que las tres Comunidades Autónomas con más población laboral registran menos partes de enfermedades laborales: Cataluña reúne el 9,5%; Andalucía el 5,8%; y Madrid el 4,8%. En cambio, la Comunidad Valenciana acumula el 24%; Euskadi, el 12,5%; y Murcia, el 10%.
Las diferencias autonómicas, dada la transferencia de competencias en esta materia, se explica, según el departamento de Salud Laboral de CCOO, por que estas comunidades cuentan “con sistemas de comunicación de la sospecha de la enfermedad profesional en los sistemas públicos de salud y gestionan de forma más eficaz esta contingencia profesional”.
La infradeclaración perjudica notablemente a las personas trabajadoras afectadas, ya que pierden prestaciones que les corresponden por ley, pero también a las plantillas de las empresas, a las que difícilmente se puede proteger cuando se desatienden los riesgos a los que están expuestas, y a la sociedad en general, que acaba por asumir los gastos del tratamiento de las personas trabajadoras enfermas
Como recuerda el sindicato CCOO, las Mutuas repercuten este tipo de gastos “a unos servicios públicos de salud, ya sobrecargados en la actualidad”.
Origen de las enfermedades profesionales
En cuanto al origen de las enfermedades, el 81% se deben al contacto con agentes físicos, lo que en el 78% de los casos provoca trastornos musculoesqueléticos. Los agentes biológicos originan el 6,4% de las enfermedades laborales, mientras que los agentes y sustancias no comprendidas en otros grupos suponen el 3,8% y los agentes químicos representan el 2,6%. Los agentes cancerígenos producen el 0,4% de las patologías registradas.
Si la siniestralidad laboral afecta mayoritariamente a trabajadores varones, las enfermedades, en cambio, afectan más a las mujeres. El año 2018 fue el primero año en el que los partes de mujeres superaron a los de los hombres.
El año pasado, los partes de las mujeres alcanzaron el 54% del total, a pesar de que sigue pendiente la incorporación de dolencias de mayor prevalencia entre las trabajadoras al catálogo de enfermedades profesionales.
Es el sector de los servicios donde más trastornos laborales se diagnostican, con el 56,5%, seguido de la industria (32,7%) y la construcción (7,7%) y a gran distancia del sector agrario (3,1%).
Diferencias por sexo
Son las actividades industriales donde se acumula un mayor número de partes de varones, mientras que los partes de trabajadoras mujeres se concentran en las actividades relacionadas con los cuidados (trabajo en establecimientos residenciales, actividades sanitarias), la hostelería, las actividades de limpieza y el sector agrario.
Las tres ocupaciones con un mayor número de partes de trabajadores varones están relacionadas con la construcción y la industria (obras estructurales de construcción y afines, madera, textil, confección, piel, cuero, calzado y otros en oficios, y soldadores, chapistas, montadores de estructuras metálicas, herreros, elaboradores de herramientas y afines.
Sin embargo, las trabajadoras con más partes son otro personal de limpieza, trabajadoras de los cuidados a las personas en servicios de salud y dependientes en tiendas y almacenes.
El tiempo de resolución de los partes por baja laboral va en aumento, hasta alcanzar casi los cuatro meses, 111 días, cuatro más que el año pasado y 48 más que en 2010, lo que podría deberse a un mayor “retraso en el diagnóstico”, con lo que las personas afectadas llegarían más deterioradas al tratamiento y por tanto precisan de más tiempo de recuperación.
Redactor jefe de Noticias Obreras