La llegada de Trump nuevamente: ¿Todo preparado?
Cuánto hemos suspirado porque no llegara ese momento, pero la política mundial y la norteamericana singularmente no tiene cortafuegos para evitar esta deriva enormemente preocupante y dañina para toda la humanidad.
Y es que el capitalismo neoliberal que nos circunda desemboca automáticamente en esta composición de lugar, parte porque la batalla de la comunicación pasa por derroteros incontrolables, parte porque el avance de la extrema derecha en todo el mundo es una realidad basada en una clara insuficiencia de las democracias existentes, que carecen del soporte de valores y praxis solventes para garantizar ir sin titubeos hacia una sociedad igualitaria y comprensiva de las respuestas eficientes a las necesidades sociales básicas de la población.
Es evidente que la dinámica previsible con la presidencia de Trump va a ser un vaivén desquiciante de iniciativas desaforadas para imponer una hoja de ruta inviable para el equilibrio internacional. Pero ese matiz de “inviable” quizás pueda permitir eludir la culminación de ciertas barbaridades expresadas, pero inalcanzables en el corto y medio plazo. No obstante, es imprescindible que haya un alineamiento sólido, coherente y articulado para resistir los envites en las mejores condiciones posibles.
De entrada, sin que nos fiemos demasiado, la urgencia de Trump por frenar en seco las guerras existentes puede tener un resultado positivo para fijar vías de negociación estables y duraderas. Acallar las armas es, por sí sola, hoy una necesidad acuciante y ojalá en este caso la presión presidencial americana tenga la capacidad de lograrlo, aunque sea para vender un éxito inicial, que le dé lustre a su nuevo mandato.
Me alegra singularmente que Biden haya tenido ese gesto favorable hacia Cuba, por ser un país ejemplar en su solidaridad internacional y por su trabajo por la paz. Pero nos tememos que sea flor de un día, pues difícilmente Trump va a compartir ese criterio.
Pero pase lo que pase en la cabeza del imperio, la Unión Europea debe imprimir un nuevo marchamo a sus políticas, tanto en el orden geoestratégico, como en su desarrollo social. En el primer aspecto la pacificación con Rusia es un elemento ineludible para consumar una coexistencia continental cada día más armónica y cooperativa. Asimismo, la relación con China debe adquirir un nuevo impulso, coherente con la intensidad de los intercambios comerciales crecientes, que nunca han de frenarse por el influjo de terceros interesados en anatemizarlos por un interés propio. Sin duda, el papel de China y de Rusia en el nuevo panorama internacional será un elemento de contención muy aprovechable frente a las veleidades del amigo yanki.
Pero también hay que hacer los deberes en nuestro entorno y ello implica que fortalecer nuestras democracias significa consolidar el estado de bienestar con todas las garantías y con toda la cobertura poblacional necesaria para que “nadie quede atrás”.
En concreto en el Estado español urge doblar el brazo de forma ostensible a la desigualdad que nos invade, donde las mejoras sociales del gobierno de coalición tienen que llegar a la ciudadanía más vulnerable sin trabas. Hay que modernizar los dispositivos públicos e implementar un nuevo sistema de cuidados universal, que rompa las inercias de los viejos servicios para consumar un cambio social capaz de dar a la democracia un sentido transformador y solvente que la justifique ética y políticamente ante las familias trabajadoras.
Abogado asturiano y presidente de la asociación PUEDO de la ONCE. Miembro de la Coordinadora Estatal de Redes Cristianas