De “misericordia quiero y no sacrificios” al “quiero compromisos y no deseos”
Ya estamos en el 2025 y nos hemos deseado que este año, como siempre, sea un año de paz, de prosperidad, de bienestar, de amor, en definitiva, que la vida nos sonría y que el mundo sea una manifestación plena de felicidad, donde las guerras se acaben y el hambre dé paso a una comida digna y a satisfacer nuestra sed. Lo deseamos porque entendemos que la vida debe ser un canto a la bondad y no al odio y sería un imposible que nos deseáramos la violencia, la pobreza, el desamor, que nos abandonen nuestros amigos y amigas; deseamos la vida buena y la buena vida para toda la humanidad.
A raíz de esto, pensaba en la expresión que aparece en el Evangelio de Mateo 9, 13 que dice que Jesús de Nazaret quiere misericordia y no sacrificios, porque quiere que tengamos un corazón lleno de amor, de compasión, un corazón solidario y fraterno que empatice con todos los seres humanos y también con la naturaleza, en especial, con las personas que, por causa de la codicia, la avaricia, la ambición, la violencia y el poder, están sufriendo porque está siendo despojados de su sustento, del derecho a vivir en paz y a vivir de un trabajo digno en armonía con la creación, con nuestra causa común. Jesús no quiere que hagamos acciones espiritualistas en beneficio de nuestros intereses u orientados a satisfacer nuestros deseos y necesidades. Es un Dios misericordioso que abomina contra la guerra y contra quienes la provocan y se enfada con quieres quieren utilizarlo para buscar su propio beneficio o justificar las injusticias y la insolidaridad o quieren vivir desde la manipulación de Dios convirtiéndolo en un becerro de oro. Es el Dios que es buena noticia para los pobres, que nos libera y que humilla a los enriquecidos para que se conviertan. Es el Dios de la justicia, de la cercanía, del abrazo y la caricia y del compartir.
Podemos relacionar hoy en día la expresión evangélica de “misericordia quiero y no sacrificios” con la expresión recreada de “quiero compromisos y no deseos”. Jesús no quiere el deseo de la paz, sino el compromiso con la paz; Jesús no quiere el deseo del amor, sino el compromiso de crear una humanidad desde la cultura del amor, la amistad y la fraternidad; Jesús no quiere el deseo del bienestar, sino el compromiso para que todas las personas tengan cubiertas todas sus necesidades básicas que le permita una vida digna y feliz, que pueda saborear la existencia sin amenazas. Los deseos son vacíos, los compromisos están llenos de creación y construcción de una vida abundante.
Hay que convertir los deseos en compromisos que ahonden en caminar juntos y juntas por esas sendas de justicia, de libertad, de ternura, de bondad, de paz y solidaridad. Esos compromisos empiezan con los gestos en nuestros entornos y colaborando fuera de nuestras fronteras apoyando todas las causas justas desde la solidaridad, la protesta y la denuncia profética.
Consiliario de la HOAC de Murcia. Militante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y de la Asociación Amigos de Ritsona de apoyo a personas refugiadas. Autor del blog Sembrando sueños, construyendo humanidad