“Vivimos los seis en una habitación de veinte metros cuadrados que está en un sótano”
Liliana tiene 38 años y es de Colombia. Llegó a España con su familia en noviembre de 2023. Actualmente reside en Palma de Mallorca y se encuentra en una situación administrativa irregular. Pese a ello, consigue trabajos esporádicos. Participa en un curso de formación para cuidadores de personas mayores de Cáritas Mallorca.
Su familia se compone de su marido y cuatro hijos. La mayor tiene 20 años, y los siguientes 16, 15 y 3 años. Vive en una habitación que se encuentra en un sótano de menos de 20 metros cuadrados. En esa estancia están los seis miembros de la familia, ya que no hay separaciones. El baño y la ducha también están en ese espacio.
Es un subterráneo sin luz natural y sin aireación. A nivel de salud han tenido algunos problemas, por ejemplo, continuos refriados de la pequeña y una piel amarilla por la falta de luz natural que tiene la infravivienda.
La falta de aireación aumenta la condensación y la humedad. Eso también supone unas temperaturas muy elevadas en verano y tienen que dejar la puerta abierta de casa para poder tener un poco de corriente. Tienen además un problema de agua estancada en el pasillo que comparten con otros vecinos, que también están viviendo en los sótanos.
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¿Puedes explicar un poco los detalles de esta vivienda?
Ese es un subterráneo, o sea, en unos bajos. Vivimos en una pieza o en una habitación. Se compone de aproximadamente cuatro metros de frente por seis de fondo y ahí vivimos los seis.
¿Cómo es este habitáculo?
Dos literas y una cama. En la cama dormimos nosotros dos y en la litera duermen los niños. Una niña de tres años, otra de 18, el niño de 15, la otra niña de 20.
Además en el mismo espacio creo que está la cocina, el baño…
Ah, está la cocina, no hay nada de separaciones. Está la cocina, el baño, donde coloca uno la ropa… Bueno, no tenemos como un comedor porque no cabe.
¿Cómo se organiza el día a día en ese espacio?
Es duro, es duro… Para nosotros los mayores de pronto lo entendemos un poquito, pero los niños ellos necesitan un espacio, por lo menos cuando se van a vestir, cuando se van a bañar. A veces uno quiere ir al baño y el otro también, entonces, “muévale, muévale”. El niño estudia, él se levanta, desayuna, se arregla y se va, bueno, ya queda un espacio más, la niña también estudia, yo la arreglo, le doy la comidita y la llevo al cole. El niño a veces se acuesta boca abajo en la cama y hace sus tareas. Y la niña, pues ella tiene sus juguetes, tiene una coca llena y saca y juega en un rinconcito y vuelve.
Las otras dos a veces les salen horas de trabajo y también se van. Yo estoy ahí pendiente de la comida, de la casa. Pero espacio no tenemos.
A nivel de convivencia, el hecho de no tener espacio, ¿cómo se lleva eso? ¿Hay tensión o no?
Sí, a veces sí, porque uno dice no haga bulla, pero la niña pequeñita pues es la que más ruido hace siempre. Ha encontrones por eso.
¿Cómo están viviendo ellos emocionalmente esa falta de espacio?
Sufren porque cuando a veces me salen horas de trabajo y le digo a la señora si puedo llevar a las niñas y me dice que sí, las niñas lo primero que dicen: “ahhhh, yo quiero una casita así”, “quiero esto”. Emocionalmente eso te afecta.
Las niñas me dicen “quiero mi pieza” [habitación], “poder ordenar mi ropa”, “quiero tener mis zapatos ordenados”. Es duro. El niño también me dice: “quiero mi pieza donde tener mis cosas ordenadas, donde yo pueda tener un bolso colgado, donde yo pueda tener…”, pero no lo hay. Y no podemos. Primero es la plata [dinero] que no alcanza y tampoco tenemos papeles. Nos piden muchos papeles cuando vamos a ver un piso. Yo he ido a varios pisos y lo primero que preguntan es qué papeles tienes. Les dices “pasaporte” y te dicen “no, lo siento”.
A uno le da la tristeza, y uno dice bueno, entonces quedémonos ahí mientras a ver qué pasa. Pero es duro, porque piden demasiado, demasiado y piden una… ¿Cómo se llama eso? Un adelanto.
Pero ¿seguís buscando, estáis intentando buscar?
Sí. Hemos buscado en Palma y hemos buscado fuera. A veces, mi esposo aprovecha mira y pregunta, pero no tiene nómina.
De cara el futuro no sé si veis fácil vivir o no, aquí en Mallorca o si os habéis planteado otra comunidad para ver si hay más posibilidades. Sobre todo por el tema de viviendas, que aquí está bastante… Difícil.
Yo quisiera irme para un pueblo. A algún lugar donde tenga más facilidades. Pero también uno piensa en el estudio de los niños. Me voy a un pueblo y es más fácil porque eso es lo que uno escucha. Pero el estudio de los niños, la salud, o sea, son cosas que no… Y yo, la verdad, es que estoy muy amañada acá en Palma, a pesar de lo de la vida que uno lleva, estoy muy amañada. En Palma me parece muy bonito todo, o sea hay oportunidades que se dan en la vida y confiando en Dios las cosas se van a dar mejor.
¿Cuando hablas de que estáis en un subterráneo tenéis ventanas?
No, solo la del baño. Como es un subterráneo no sale el aire. No hay luz natural.
¿Cómo vives esta situación?
Es duro porque cuando uno dura mucho tiempo en una habitación así, la gente se empieza a amarillarse, entonces eso también es dañino. Nosotros necesitamos un alimento del aire puro y nosotros estamos en esa situación y como tengo una bebé y yo cuando subo las escaleras y salgo a la luz me preguntan: “Pero Mari ¿por qué está tan amarilla? Entonces eso me tiene a mí muy preocupada porque vivimos con una lucecita y eso que cuando hay. Llevamos tiempo bregando sobre la energía porque no nos está funcionando bien.
Hay noches enteritas que pasamos sin energía. Tanto es así que nosotros teníamos una estufita para hacer la comida y nos tocó conseguirnos una estufa de gas de butano y nos toca cocinar ahí porque energía no hay. Los tacos se saltan y no resisten, nada, nada conectado. A veces todos, porque hay varias viviendas, nos desconectamos a ver cuál es el problema y no sabemos por qué es.
Entonces, también estamos viviendo esa situación dando gracias a Dios que estamos en invierno porque en verano imagínese ese calor abajo. Si hace calor ahorita en invierno no me quiero imaginar en verano. Las paredes se sudan demasiado porque es un sótano. Hay paredes que se han descascarado, se levanta la pintura.
¿Lo habéis pasado mal este verano?
Sí, este verano fue fatal. Cogimos unos ventiladores, pero se ponían calientes. Entonces abríamos la puerta y dormíamos con la puerta abierta. En la puerta colocábamos cosas para que alguien no se le diera por entrar.
El hecho de tener que abrir las puertas era una sensación de inseguridad, ¿no?
Arriba en la entrada no hay portón seguro así que cualquiera pueda entrar.
¿Cuántas habitaciones hay en la edificación?
Hay como 17 piezas habitaciones. Hay de 5. Hay de 4. Hay de 3. Hay de 2. Hay de 1.
¿Y en cada habitación hay, a lo mejor una familia?
Hay de cinco, hay de cuatro, hay de tres, hay de dos, hay de uno.
¿El propietario ahora está en un proceso judicial, verdad?
Sí.
Con quién mediáis ahora
Con nadie. No hay intermediarios. Nada.
¿Vuestras demandas, vuestra situación? ¿Nadie os da respuesta?
No, nadie.
En todo caso, esta situación de vivir en un sótano sin ningún tipo de ventilación, ¿dices eso, esa situación a nivel de salud que tú notas que el color amarillo de la piel. ¿Habéis sido médico o a nivel de salud, aparte de esta situación de la piel amarilla, ¿has experimentado o habéis experimentado algún problema más? ¿O no? Quiero decir, ¿habéis tenido más procesos respiratorios?
Muchas gripa [gripe]. Y más que todo la bebés. Es que en la pieza de nosotros, a tres metros queda la fosa donde cae toda las arquetas todas quedan ahí. Entonces al rebosarse eso, sale ese olor, es horrible. Nos mantenemos echando spray como para disfrazar el olor. Y yo me conseguí un tapete que estaba por allá y le coloqué un tapete a ver si pronto eliminábamos un poquito esos dolores, pero son horribles. Hay olores de… Aguas negras. Aguas negras, que están ahí.
¿Y eso ha provocado que, por ejemplo, la pequeña tiene muchas…
Le da mucha gripa, yo la he tenido en el hospital varias veces por esa misma situación y más que todo como cuando se rebosa eso porque tenemos un problema grave sobre la sacada de esas aguas negras. Nos tocó comprar una bomba para extraer todo. Como no había quien metiera mano ahí nos tocó a nosotros mismos reunirnos y comprar la bomba.
¿Mirando un poco al futuro, a nivel de familia como lo veis?
El deseo más grande es poder encontrar un piso, poder tener la comodidad más que todo para los niños encontrar un piso.
Y a nivel de instituciones, de autoridades ¿Qué les pedirías ante la situación que está viviendo tu familia?
Yo pediría poder tener un piso, poder tener el espacio para los niños.
Redacción de Noticias Obreras.