Una guía para prevenir la violencia contra las mujeres también en la Iglesia
La Comisión Diocesana por una Vida Libre de Violencias contra las Mujeres presenta Por una vida libre de violencias para las mujeres. Guía para parroquias hoy, 2 de diciembre, a las 18:30h, en el Salón de Actos del Arzobispado de Madrid.
En noviembre de 2016 se constituyó en la diócesis, a iniciativa del cardenal Carlos Osoro y como parte de la Vicaría de Pastoral Social de aquel entonces, la Comisión Diocesana por una Vida Libre de Violencias contra las Mujeres (CDVM).
Esta iniciativa, arriesgada e innovadora, respondía a la llamada urgente del papa Francisco de “erradicar la lacra de la violencia contra las mujeres, una vergüenza para la sociedad y para la Iglesia”. El papa la definió en Amoris Laetitia 54 como “una cobarde degradación del poder masculino y como la máxima expresión de relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres”.
Los datos de mujeres asesinadas y de hijos también asesinados por la violencia vicaria o dejados huérfanos, son tan escalofriantes que muchas veces nos dejan paralizados. Lamentablemente, estos datos son solo el final de una larga lista de violencias, muchas veces invisibles, que afectan a las mujeres de todas las clases sociales, culturas y orígenes. La mayor parte de estas violencias ocurren en el interior de la familia por las parejas o exparejas, aunque son la consecuencia de la desigualdad y la carencia de derechos que experimentan las mujeres en el mundo entero.
Conscientes de que las parroquias y comunidades cristianas no escapan de esta grave situación y que, sin duda, en ellas hay mujeres víctimas de violencia de género, la Iglesia madrileña quiere “tomar partido de manera absoluta e incondicional por las víctimas”, como subrayó José Luis Segovia. Y desde este posicionamiento crea la CDVM, formada por un grupo de mujeres cristianas que, desde diferentes ámbitos de la sociedad civil y de la Iglesia, trabajamos para la erradicación de la violencia machista en nuestra diócesis. Comisión disponible para consultas y para impartir formaciones y talleres a las parroquias y agentes de pastoral de la diócesis de Madrid.
Entendemos que lo que no se nombra no existe, por ello creemos que es necesario y urgente que la violencia y la desigualdad se visibilicen, sacándolas a la luz y hablando de ellas. No callándolas o escondiéndolas bajo la vergüenza y la culpabilización de las víctimas. La violencia de cualquier tipo es radicalmente opuesta al Evangelio. Por eso como cristianos no podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de tantas mujeres que padecen en sus vidas agresión, humillación y muerte por el hecho de serlo. Queremos favorecer que las comunidades cristianas sean un lugar seguro donde se garantice a todas ellas y a sus hijas e hijos protección, respeto y empoderamiento para enfrentarla y tomar decisiones en libertad.
Llevamos siglos de retraso en el reconocimiento y la erradicación de la violencia contra las mujeres. La tarea no puede demorarse más. Urge eliminar lenguajes y prácticas excluyentes que justifican el menosprecio y la violencia contra las mujeres. Por eso la Iglesia da un paso adelante en la denuncia y reivindicación de medidas sociales, legales, económicas y educativas para su erradicación.
Durante estos años esta comisión diocesana ha venido realizando diversas actividades: jornadas y cursos en todas las vicarías a través de la Escuela de Pastoral Social, elaboración de materiales de sensibilización y formación para agentes de pastoral, creación un decálogo de buenas prácticas y, cada 25 de noviembre durante los últimos tres años, una oración en memoria de las mujeres asesinadas, invitando a todas las parroquias de Madrid a sumarse tocando las campañas por ellas. También acudimos a dar talleres y charlas a las parroquias que lo ha ido solicitando.
La comunidad salva
El lema que está detrás de todo el trabajo de la comisión es “la comunidad salva”. Porque tenemos la convicción de que la comunidad rescata a las mujeres del aislamiento, de la impotencia, de la vulnerabilidad. Lo que ayuda a acabar con la violencia de género es romper el silencio y si hay una red de apoyo es el principio del fin. La parroquia, a través de sus distintos grupos puede ser esa red de apoyo que libere a las mujeres que sufren violencia. Soñamos con parroquias comprometidas con la erradicación de la violencia, que no callen, que rompan soledades, que tejan redes de solidaridad y acompañamiento, comunidades en las que todos y todas y, especialmente las mujeres víctimas de violencia, experimenten y compartan la mirada liberadora de Jesús.
Como fruto de lo escuchado, aprendido y compartido en el trabajo de estos años, la Comisión Diocesana por una Vida Libre de Violencias contra las Mujeres ha elaborado una guía para parroquias. Esta guía nace del sueño de lograr una vida libre de violencias contra las mujeres en la sociedad, pero especialmente en el interior de la Iglesia. Su objetivo es lograr que las parroquias sean espacios seguros, de respeto y protección para las víctimas, acogedores y libres de violencia. Quiere ser un recurso práctico y accesible para todos los agentes de pastoral de la diócesis. En ella se propone un esquema de tres pasos para abordar la violencia contra las mujeres: mirar, discernir y actuar.
Mirar para entender qué es la violencia de género y cómo afecta a las mujeres que la sufren. El 70 % de las mujeres en el mundo sufre algún tipo de violencia y casi un 40 % de los asesinatos de mujeres son a manos de su pareja masculina. Para poder entender por qué́ una mujer soporta la violencia, hace falta comprender cómo funciona esta violencia y cómo, a través de ella, se mantiene y encierra a las mujeres en una jaula invisible, de la que es muy difícil escapar. En la guía se ha intentado explicar de manera clara y didáctica las formas que adopta la violencia contra las mujeres, cómo actúan los agresores y cómo funciona el “ciclo de la violencia”. En ella se explica por qué muchas mujeres no son capaces de salir de esa relación y qué las mantiene atadas a los agresores. Entender es fundamental para no juzgar, porque el juicio no ayuda a las personas a liberarse. Para mirar más de cerca esta realidad, la guía presenta testimonios reales de mujeres que sufren o han sufrido violencia por sus parejas.
Discernir para reflexionar a la luz de la fe y del mensaje de Jesús. Toda violencia es contraria al Evangelio, y la Iglesia, aunque en el pasado tuvo hacia las mujeres un mensaje de resignación y aceptación, va cambiando de postura y marcando un camino de denuncia, de romper el silencio y acompañar a las víctimas. Porque “como Iglesia no podemos callar ante tanto dolor, hemos de hacer nuestro el grito de las mujeres violentadas, grito de denuncia, comprometido, de actitud vigilante, atenta, amorosa, de escucha y acompañamiento”. La guía se creó con la intención de generar reflexión, cuestionamiento y preguntas que orienten a las comunidades cristianas en su proceso de acercamiento a este tema.
Actuar para concretar la acción transformadora. La guía propone una serie de claves para detectar los casos de violencia machista que pudiera haber en una comunidad: realizar escucha activa y atenta, designar personas preparadas y empáticas, identificar signos de violencia.
Protección y acompañamiento
Además, muestra protocolos de actuación ante un caso de violencia, separando las actuaciones según quién es la víctima (mujer adulta, mujer menor de edad o hijos de víctimas) y también ofrece información sobre recursos de protección y acompañamiento. En cuanto al actuar, se ofrecen también material audiovisual para sensibilizar y profundizar en este tema con grupos de todas las edades y, por último, un decálogo de buenas prácticas para erradicar la violencia desde sus raíces.
La Comisión Diocesana por una Vida Libre de Violencias contra las Mujeres presenta esta guía con la alegría y la convicción de que estamos haciendo camino en la denuncia y la sensibilización de la violencia contra las mujeres, esperanzadas en la constatación de que se empiezan a romper los silencios cómplices y los cristianos y cristianas nos comprometemos en la erradicación de esta violencia. Como decimos en la plegaria eucarística: que Dios nos dé, como comunidad cristiana, entrañas de misericordia y nos inspire el gesto, la palabra y, a veces, el silencio oportuno frente a la hermana violentada, agredida y sola.
El cardenal de Madrid, José Cobo, ha expresado su deseo de que “esta publicación ayude a generar cultura del encuentro, del buen trato y del respeto mutuo, y contribuya a la iniciación de una vida nueva a quienes por fin abandonan el infierno de una relación tormentosa. Este trabajo será un paso inequívoco en la dirección adecuada”.
Neuroquímica y educadora.
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