Trama divina, hilvanes humanos

Trama divina, hilvanes humanos

Pepe Moreno no regala, con el libro Trama divina, hilvanes humanos, un traje bien hilvanado para revestirnos de Cristo, “de su compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” como dice la Carta a los Colosenses.

Este libro escrito en el taller de la vida nos ayuda a descubrir el paso de Dios por la historia de lo que nos pasa, de lo que acontece. El paso de divino por la vida de las personas ¡Dios entre costuras! ¡Una fabulosa trama divina!

Pepe escribe desde un corazón que ve, con una gran capacidad para leer en creyente. Lee la vida a la luz de la Palara y lee la Palabra a la luz de la vida. Su mirada es creyente que bebe del Evangelio y elige donde poner la atención, en quien centrar los ojos del corazón. Sus comentarios e iluminaciones a los evangelios del ciclo C están llenos de la vida de la gente con la que se van encontrando. Se fija en gente sencilla, en situaciones gozosas, en realidades dramáticas, en llamadas divinas y eclesiales.

Su mirada está llena de ternura y misericordia, que se pregunta quiénes son, hoy y aquí, en este Madrid o en Badajoz, los pobres, los sufrientes, los que necesitan una palabra de aliento, una mano tendida, una escucha sanante.

Y una mirada “arremangada”, que motiva y promueve el compromiso y el testimonio evangelizador. La Palabra no se agota en su escucha y celebración, sino que reclama el compromiso por la justicia, la reconciliación y la paz. Quien acoge, escucha y celebra la Palabra no puede desentenderse del hermano sufriente y empobrecido, al contrario, ha de saber traducir la escucha en gestos de amor y justicia.

Como él mismo dice, ese es su ministerio enriquecido por la Palabra de Dios y la vida de la gente, sin olvidar la comunidad con la que camina, en los diferentes ámbitos: el barrio, la parroquia, la ciudad, la universidad etc. Palabra leída, vivida y celebrada.

Comparto el bonito prólogo del amigo Álvaro Mota. Ciertamente Pepe reflexiona sobre nuestra Iglesia que se abre, no sin resistencias a los desafíos de nuestro mundo. Una Iglesia que se siente llamada a caminar con otros. Por eso, la Iglesia que está detrás de sus comentarios es una Iglesia de acogida y misericordia, Iglesia cuidadosa y fraterna, que hace camino compartido con la humanidad y genera cultura del encuentro. En ese sentido, nuestro autor maneja bien la gramática de la “Y” inclusiva: Palabra y vida, los divino y lo humano, la Iglesia y el mundo, los cristianos y la sociedad, la contemplación y el compromiso.

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Tejer comunidad, tejer fraternidad. Ese es el reto que tenemos y del que nos avisa nuestro amigo. Solo habrá comunidad cristiana en la experiencia de fraternidad, es decir, en la experiencia cotidiana del compartir, celebrar juntos, acompañarse mutuamente. Cada comunidad está compuesta por muchos hilos distintos. La fraternidad será el esfuerzo y el regalo cotidiano por entretejer esos vínculos desde el cuidado. Se necesita conversión espiritual para pasar de la comunidad a la fraternidad, de la comunidad entendida como estructura a la fraternidad vivida como experiencia vinculante y misionera al mismo tiempo, dar el paso de comunidades formales a comunidades fraternales desde los cuidados mutuos, que acreditan la centralidad de la persona.

Pienso que es un libro escrito al alimón con el Espíritu Santo para elaborar el entramado divino con le reverso de los hilvanes de lo humano. Es un abrirse a la acción del Espíritu que despierta el hambre y la sed de la Palabra de Dios y capacita para el anuncio de la buena noticia. El Espíritu es el que forja los heraldos creíbles.

Recibimos este regalo en el año del Jubileo, una ocasión privilegiada para reavivar la esperanza y abrir caminos a la esperanza. Como dice el papa Francisco en la bula de convocación del Jubileo “necesitamos que desborde la esperanza para testimoniar de manera creíble y atrayente la fe y el amor que llevamos en el corazón” (Spes non confundit, 18).

¡Gracias Pepe!