Organizaciones católicas de justicia social denuncian el tímido paso de financiación climática de la #COP29

Organizaciones católicas de justicia social denuncian el tímido paso de financiación climática de la #COP29
CIDSE, Cooperación internacional para el desarrollo y la solidaridad, considera que la COP29 ha dado un tímido paso hacia la financiación climática. El desafío se traslada a la COP30 en Belém (Brasil), según apuntan, para intentar cambiar el rumbo de la crisis climática

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29 de Bakú, concluyó sin alcanzar la acción climática transformadora que tanto se esperaba. CIDSE, que reúne a organizaciones católicas de justicia social y cuyos valores están inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia y el Evangelio, resumió el sentimiento en el título de su comunicado: “COP29: ¿El vaso está menos medio lleno?

La financiación climática fue uno de los mayores puntos de fricción. Aunque se acordó un compromiso de 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, esta cifra está lejos de los 1,3 billones necesarios para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

“Si los países ricos no pagan la parte que les corresponde de la financiación climática, las consecuencias serán devastadoras para las comunidades vulnerables. Esto no se trata de generosidad, sino de justicia y de una profunda responsabilidad moral hacia las generaciones futuras”, expresó Josianne Gauthier, secretaria general de CIDSE

Escaso compromiso con la justicia climática

CIDSE, de la que forma parte Manos Unidas en España, ha denunciado que la falta de ambición de los países desarrollados en la COP29 perpetúa la desigualdad climática.

“Esta conferencia debía ser la ‘COP de Finanzas’, pero lo que vimos fue un Norte global que apenas se vio obligado a desembolsar unos miserables 300 millones al año, y solo para 2035. En muchos casos, estos fondos podrían llegar como préstamos, lo que agrava la deuda de los países vulnerables”, denunció Liz Cronin, de CAFOD, de la familia de organizaciones de justicia social.

El panorama se torna aún más incierto con la ausencia de un papel formal para el Fondo de Respuesta a Pérdidas y Daños. Este mecanismo, diseñado para asistir financieramente a los países más afectados por el cambio climático, quedó relegado a promesas vagas.

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“Esto corre el riesgo de que el Fondo siga funcionando a trompicones durante años, con promesas financieras voluntarias que no son suficientes. Las personas que sufren ciclones, sequías y el aumento del nivel del mar no pueden esperar a que el planeta deje de calentarse”, lamenta el escocés Ben Wilson.

Hacia Belém…

El foco se centra ahora en la COP30, que se realizará en la ciudad brasileña de Belém en 2025, para intentar cambiar el rumbo de la crisis climática. Las negociaciones pospuestas en Bakú añadirán presión a este evento, donde los países deberán presentar nuevas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC). Estas metas serán decisivas para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 °C. que requiere planes climáticos más ambiciosos para eliminar gradualmente el carbón, el gas y el petróleo.

El camino de Bakú a Belém estará marcado por retos, pero también por una creciente exigencia global de medidas audaces e inmediatas. Sabemos que los países desarrollados son capaces de proporcionar el mínimo necesario de 1.3 billones de dólares. Lo que se puso sobre la mesa no fue suficiente. Esta COP se caracterizó por la negociación en beneficio de intereses particulares, y no del bien común”, subrayó Lydia Machaka, responsable de políticas energéticas de CIDSE.

La justicia climática ya no puede esperar.