La viuda del Evangelio, los millonarios y la DANA

La viuda del Evangelio, los millonarios y la DANA

Si hay algo que es revolucionario y subversivo creo, sin dudarlo, que los evangelios lo son para enfado de las élites económicas, financieras y sociales que se declaran cristianas y para los que, sin ser creyentes, tienen una concepción de la vida que podemos describir con la afirmación “el mundo está en venta”, lo que el papa Francisco describe y denuncia como la “idolatría del dinero”.

Voy a desarrollar este planteamiento a partir de la lectura del Evangelio según san Marcos 12, 41-44, que dice así:

“En aquel tiempo, estando Jesús sentado frente al arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.

Llamando a sus discípulos, les dijo: –Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

No sabemos quién era esa viuda pobre con ese inmenso corazón lleno de humanidad y ternura que echó en el arca de las ofrendas todo lo que tenía para vivir y, en cambio, los ricos echaban una cantidad importante, pero no dejaba de ser migajas. El Evangelio termina con la conciencia que esa “viuda pobre” es quien comparte más ante los ojos de Dios, pero, no ante una sociedad que queda deslumbrada. Las migajas de los ricos serían bien recibidas, obteniendo admiración y parabienes, en contraposición, la viuda pobre pasaría desapercibida por considerarla insignificante, pero no para Jesús de Nazaret, que con su mirada intuyó que, en ese inmenso gesto, había una vida de solidaridad, desprendimiento y generosidad.

A raíz de esto, pensaba en las donaciones de los millonarios y el primero que se me vino a la cabeza fue Amancio Ortega de Inditex y el segundo Juan Roig de Mercadona, que obtienen el aplauso generalizado, aunque sean migajas por la fortuna que tienen, y no somos capaces de valorar, por encima de los multimillonarios, a la gente sencilla y obrera que comparte lo que necesita, con altruismo, ofreciendo lo que tiene y lo que es.

Con la tragedia de la DANA, ya vemos que tanto Amancio Ortega como Juan Roig están en las redes sociales diciendo lo que van a aportar; la publicidad les funciona porque ya están obteniendo alabanzas y aplausos, lo cual no impide reconocer que esa contribución viene bien. Los multimillonarios que aportan siempre salen a la luz pública, ya se encargan de eso, con nombres y apellidos y anuncian la cantidad que van a dar. Nunca lo hacen desde el anonimato. Una tragedia donde hay miles de “viudas pobres” que están aportando todo lo que pueden y todo lo que son y salen en los medios con el genérico “hay miles de personas que están mostrando una gran solidaridad”, quedando en el corazón de los que han sufrido esta devastación el agradecimiento sincero, lleno de amor y lágrimas.

No es de extrañar que los millonarios, los enriquecidos no quieran pagar impuestos, porque eso sería justicia social y no lo quieren. Prefieren las donaciones que desgravan, sin dejar de tener presente que sus riquezas están mayoritariamente en los paraísos fiscales y sus fortunas se generan en lugares donde las condiciones laborales son inhumanas y se violan los derechos humanos.

Los enriquecidos acaparan desde la avaricia, causando la pobreza y la violencia, y publicitan sus donaciones por su soberbia y prepotencia, sabiendo que la opinión pública, en general, los van a poner en un pedestal; “las viudas pobres” compartan desde el silencio y, tal vez, desde la vergüenza de creer que su aportación es pequeña y que puede servir para poco, contribuyendo a hacer de este mundo algo mejor. Hay miles de “viudas pobres” por cualquier rincón cuya vida es expresión de fraternidad, solidaridad, justicia social y esperanza y, aunque no tengan cabida en las parrillas informativas, solo como anécdotas, para el Dios del amor y de la vida sí que son importantes y para esa humanidad que no se ve, pero que existe, son el futuro que queremos y deseamos.

Terminar este artículo dando gracias a todas esas “viudas pobres” que nos hacen creer en el ser humano y que son un bálsamo ante tanto sufrimiento y tantas injusticias, aunque los focos mediáticos se los lleven los millonarios.