“Si no cuidamos el trabajo, no podemos cuidar a las personas”

“Si no cuidamos el trabajo, no podemos cuidar a las personas”

El pasado jueves 18 de octubre la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la diócesis de Segorbe-Castellón presentó en Villarreal su campaña: Cuidar el trabajo, cuidar la vida. Un acto que reunió alrededor de 70 personas, fue moderado por Fernanda Díaz y en el que intervinieron Paco Porcar y Xaro Castelló.

El encuentro fue una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de fomentar una cultura del cuidado: cuidado del trabajo, cuidado del planeta, cuidado de la vida social, en definitiva cuidado de las personas. Porque el trabajo en sí mismo no tiene vida propia, si no las personas que lo realizan, y si no cuidamos las condiciones en que se realiza ese trabajo no podemos cuidar a las personas.

La importancia capital de cuidar el trabajo viene dada básicamente por dos motivos. El primero porque las personas pasamos gran parte de nuestra vida trabajando. Lo segundo, porque el trabajo no es solo empleo, sino todas aquellas actividades que realizamos para satisfacer nuestras necesidades: comida, vestir, cuidado de niños, cuidado de mayores, las tareas del hogar, la participación política, en asociaciones, voluntariado, etc. De esta manera, todo está atravesado por la realidad del trabajo. De ahí la importancia de dignificar sus condiciones y poner en valor todas las tareas que se encargan de los cuidados.

La precariedad en las condiciones laborales es la primera causa del empobrecimiento de las personas. Además es la causante de muchas enfermedades físicas y mentales cuando no garantiza unos horarios razonables, una conciliación familiar o no permite la realización personal y social de los trabajadores y trabajadoras.

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Cuidar a la persona es inseparable del cuidado de nuestro planeta, y hay muchas actividades laborales que son totalmente insostenibles con la salud y los límites de nuestro planeta. Sectores como el modelo agroindustrial intensivo, dónde además del uso de petroquímicos que contamina la tierra y el agua, se explota a los trabajadores y se pone en riesgo sus vidas, o la industria de la ropa, que es una de las que más contaminación provoca con su actividad de crecimiento constante. Y qué decir de la cultura de la guerra que estamos viviendo últimamente.

De todos estos temas tuvimos la oportunidad de reflexionar y profundizar, tanto durante la ponencia como en el momento posterior de debate entre los asistentes. A pesar de las dificultades de llevar todo esto adelante en una cultura del consumo y del descarte, nos llevamos la idea de que todos podemos contribuir a generar este cambio de mentalidad en nuestros ambientes, animar a la participación en reivindicaciones laborales o cambiar hacia hábitos de vida más sostenibles.

Como decían los ponentes, las utopías no están para decirnos que algo es imposible, sino para imaginar algo mejor y mantenernos caminando hacia esa dirección.