Los gozos y esperanzas de la diócesis de Jaén en el 10º aniversario de Iglesia por el Trabajo Decente

Los gozos y esperanzas de la diócesis de Jaén en el 10º aniversario de Iglesia por el Trabajo Decente

 

«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Y nada hay de verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón»
—Constitución pastoral Gaudium et spes del papa Pablo VI

 

Vivir los gozos y las esperanzas, de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, cuando estamos viviendo el décimo aniversario de la iniciativa de Iglesia por el Trabajo Decente. Dar gracias a san Juan Pablo II que, con ocasión del Jubileo de los Trabajadores del 2000, lanzó un llamamiento para una Coalición Mundial por el Trabajo Decente. El año que viene celebraremos los 25 años de aquella gran y valiente idea y que los demás papas han tenido presente en su magisterio.

Sufrir las angustias y tristezas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres, cuando miramos a nuestro alrededor y escuchamos el dolor y sufrimiento de tantas familias que se encuentra en el paro y precariedad laboral, especialmente de los jóvenes, de las mujeres y de las personas migrantes. Cuando vemos la lacra de la siniestralidad laboral –12 personas fallecidas en accidente laboral en Jaén en este 2024–, y tanta exclusión social que niega la dignidad de la persona humana y el sentido del trabajo. «Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (Encíclica Cáritas in veritate, del papa Benedicto XVI).

Vivir el gozo y la alegría a nivel personal. Todavía retengo en mi mente y en mi corazón, el hecho de que un grupo de cristianos vinieron a presentarnos el mensaje de Jesús, ante las dificultades que teníamos de perder nuestros puestos de trabajo en nuestra empresa y de quedarnos sin nada. ¿Quién no ha vivido una experiencia parecida o cercana?

En las distintas experiencias de mi vida he aprendido lo que es el sudor en el trabajo, (en el campo, en la emigración…) y que lo más importante, es respetar a la persona trabajadora, defender su dignidad y sus derechos, porque cuando sale uno de su casa para ganarse el pan, no es necesario que la dignidad del trabajador y de la trabajadora sea pisoteada por nadie.

Vivir el gozo y la esperanza, por haber conocido a la Iglesia. Mi fe cristiana se ha visto fortalecida, gracias a la vivencia de la espiritualidad y la mística en todo el proceso de Formación sistemática y permanente en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), así como mi amor a la Iglesia y a los empobrecidos del mundo obrero.


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Vivir el gozo y el agradecimiento a tantas vidas entregadas en la historia de fidelidad evangélica y de presencia samaritana en el mundo del trabajo. Estas personas son a los que el papa Francisco les llama los “santos de la puerta de al lado” (Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate).

Vivir los gozos y las esperanzas de los discípulos de cristo, al haber encontrado ese espacio dentro de la ITD, junto a nueve organizaciones eclesiales de la Diócesis de Jaén integradas por Cáritas, CONFER, HOAC, Acción Católica General, Pastoral de Migraciones, la Pastoral Penitenciaria, la Pastoral Gitana Pastoral del Trabajo y Pastoral de la Juventud.

El trabajo en esta red nos posibilita trabajar y vivir como Iglesia sinodal, remando todos juntos en una misma dirección y nos facilita abrir procesos de acompañamiento y encarnación con los más empobrecidos y que cada día haya más personas que se sientan implicadas en la tarea que la Iglesia nos ha encomendado, en las campañas y actividades específicas de la ITD. Este año el lema es: “Por ti, por mí: trabajo decente”.

Alegría y esperanza por la convocatoria del Jubileo ordinario del año 2025, el papa Francisco comienza con el deseo de que el Año Santo «sea para todos ocasión de reavivar la esperanza». El Jubileo se abre en una dimensión de evangelización universal, para todos: va más allá de las fronteras eclesiales, porque «en el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana» (Spes non confundit).