Estrechar lazos entre Iglesia y mundo del trabajo “para contrarrestar los miedos reaccionarios que crean monstruos”

Estrechar lazos entre Iglesia y mundo del trabajo “para contrarrestar los miedos reaccionarios que crean monstruos”
El secretario general de CCOO, Unai Sordo; el director de la OIT en España, Félix Peinado; y el director del departamento de la pastoral del trabajo de la Iglesia en España, Antonio J. Aranda, apostaron por acrecentar el diálogo entre la Iglesia y mundo obrero para hacer frente a los retos que plantea la transformación del trabajo, en el debate dinamizado por la periodista, Irene Pozo, y organizado con motivo del décimo aniversario de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente.

Comenzó Peinado reconociendo que la Iglesia católica es una “aliada magnífica” para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entidad de Naciones Unidas con más de 105 años de historia, con el mandato de promover en todo el mundo el trabajo decente y la justicia social. “Nada nos puede unir más”, aseveró, para luego animar y alentar a ITD a continuar y ampliar su labor.

El director de la oficina de la OIT en España invitó, así, a la Iglesia a seguir difundiendo el mensaje del trabajo decente, a sensibilizar a la propia comunidad cristiana y la sociedad y a respaldar el diálogo tripartido como mejor instrumento para enfrentar los graves problemas mundiales, como el trabajo forzoso, el trabajo infantil, la informalidad o la falta de protección social, pero también en países prósperos como el nuestro, donde siguiendo la tendencia mundial, crecen los índices de desigualdad.


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Además, señaló la importancia de contribuir a romper con los clichés sobre las personas migrantes y a reconocer con más ímpetu el empleo de cuidados que en nuestro país está mayoritariamente en manos de personas migrantes mujeres, así como la aportación de quienes vienen de fuera en el sostenimiento, por ejemplo, del sistema publico de pensiones.

También el líder de CCOO, Unai Sordo valoró “la toma de posición” de las entidades de Iglesia en un asunto tan trascendente como el trabajo, y destacó especialmente su “capacidad de penetración y capilaridad social”, a través de la colaboración en red de las entidades sociales cristianas, en esta época de “sociedades desagregadas, dispersas, narcisistas e individualistas”.

El sindicalista subrayó la necesidad de crear “espacios de encuentro, reflexión y convergencia” para “contrarrestar esos miedos, provocados por la gestión reaccionaria de los problemas sociales, que acaban creando monstruos” y contribuir de esta manera a “la vertebración de la sociedad”.

FOTO | Félix Peinado (i), Irene Pozo, Unai Sordo y Antonio J Aranda

Desmercantilizar la sociedad

En concreto, indicó la conveniencia de que la Iglesia siga contribuyendo a “desmercantilizar cada vez más áreas de la sociedad” para favorecer “la convivencia y una vida digna”, desde una “visión moral y ética del trabajo y de la economía”.

El director de pastoral del trabajo de la Conferencia Episcopal, Antonio J. Aranda, constató en su intervención la existencia de “una preocupación común” a partir de la cual se debería “estrechar la colaboración” por el bien común, haciendo posible la aportación específicia de cada actor social, “sin desechar la experiencia del pasado de la que todavía queda mucho por aprender”.

Recogiendo, la declaración del cardenal Omella en la apertura de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, de la que entonces era su presidente, Aranda planteó una serie de ámbitos principales en los que la Iglesia está llamada a colaborar con gobiernos, administración, empresas y sindicatos: la lucha contra la precariedad laboral, la garantía de ingresos mínimos, el acceso a la vivienda digna, la protección a la infancia y la familia; y la regularización de personas migrantes.

El responsable del departamento episcopal, así mismo, reconoció la coincidencia entre muchos principios desde la Doctrina Social de la Iglesia y la acción sindical, por lo que animó también al “compromiso cristiano en las organizaciones de trabajadores”.

Colectivos más desprotegidos

Aranda recordó que, según el relato bíblico, Dios escuchó el lamento de los trabajadores del Éxodo esclavizados en Egipto, “ahí empezó una historia que queremos continuar”, lo que aprovechó para pedir a los sindicatos que traten de paliar con creatividad sus “deficiencias a la hora de atender a determinados colectivos de trabajadores especialmente vulnerables”.

Un reto que recogió el propio Sordo, al admitir dificultades objetivas para sindicalizar a los colectivos más precarios, que no responden a las estructuras clásicas de las organizaciones obreras, “es más difícil organizar a las trabajadoras del hogar que a los del metal”, por lo que abogó por “nuevas expresiones y formas de organización sindical más heterodoxas”, sin olvidarse de que cada vez hay “elementos de identidad colectivas donde el hecho laboral que les caracteriza no es ya central para las personas”.

En este sentido, admitió que en la reflexión que está haciendo su sindicato, figura, por ejemplo, responder mejor a la necesidad de “organizar a los trabajadores que vienen de otros países, muchos de las cuales acaban en sectores económicos más precarizados”.

Para terminar, Aranda, como primera concreción, para seguir afianzando las relaciones entre los agentes sociales, invitó a los asistentes a acudir a las jornadas generales de pastoral del trabajo de noviembre y a estrechar lazos, especialmente en cada diócesis.