Comunidad y cuidados recíprocos para lograr el trabajo decente
El 5 de mayo de 2014, en el salón noble de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, el cardenal Peter Turkson, entonces presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, por invitación de Acción Social Empresarial (ASE), presentó la versión española del documento “La vocación del líder empresarial. Una reflexión”, elaborado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz.
En el coloquio posterior, José Fernando Almazán, entonces presidente de la HOAC, me propuso que Justicia y Paz se sumara a una iniciativa en apoyo del trabajo decente en España que venía del impulso del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos.
Un año después, el 5 de mayo de 2015, en el salón de actos de la que aún llamamos la “Casa de la Iglesia”, en Madrid, presentábamos la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo, de UNIAPAC, organización ecuménica de empresariado cristiano, y del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos.
Para Justicia y Paz, Iglesia por el Trabajo Decente nacía en un momento especialmente propicio para las alianzas en el seno de la Iglesia. Yo mismo había participado en el nacimiento de “Tejiendo redes contra la trata” y en “Enlázate por la Justicia”.
Nuestra iniciativa nacía de la la reunión en Roma de representantes de organizaciones de inspiración católica el 29 y 30 de abril de 2014 con las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la OIT.
Justicia y Paz estaba dedicando el trienio 2013/2015 a la crisis económica y financiera y al derecho al trabajo. Nos proponíamos luchar contra la precariedad, contra la contratación temporal y a tiempo parcial no deseada, contra el paro, contra las jornadas excesivas, contra los salarios miserables, contra la siniestralidad, contra la esclavitud infantil, contra la trata y contra la indiferencia ante la desigualdad.
Nos proponíamos luchar a favor del trabajo digno y de la justicia fiscal
El trabajo en red forma parte de lo mejor de Justicia y Paz. El trabajo en red no significa disolver o diluir nuestras organizaciones sino buscar lo que une en la plena afirmación de la personalidad de cada entidad. Ninguna organización renuncia a su carisma. Nos unimos para maximizar sinergias y alcanzar juntos objetivos comunes.
En Iglesia por el Trabajo Decente la dimensión y la configuración de la alianza ha venido de la mano de las organizaciones locales que se sumaron inmediatamente con sus celebraciones litúrgicas y manifestaciones públicas en torno al 7 de octubre y al primero de mayo. He de decir también que la celebración del día de la mujer fue por impulso de Justicia y Paz.
“La pugna por el trabajo decente se inserta en las mejores tradiciones de la humanidad por la justicia social y por la paz”
Para Justicia y Paz la labor de Iglesia por el Trabajo Decente tiene tres retos fundamentales. En primer lugar, sumar a todas las organizaciones de Iglesia y a todo el empresariado de fe cristiana a esta iniciativa que sintoniza con lo mejor de la historia de la Iglesia desde Jesucristo y los santos padres.
En segundo lugar, incorporar a la agenda de la totalidad de los agentes sociales y políticos la lucha por el trabajo decente.
Por último, conseguir que el trabajo decente sea una realidad en toda España, Europa y el mundo entero.
La lucha por el trabajo decente parte de una concepción de la humanidad no como un agregado de individuos sino como una comunidad de personas, que se preocupan unas por otras y por la dignidad de todas.
Se inscribe en la lucha por los derechos humanos, por la dignidad humana, por la justicia social. Se inserta en la promoción, desde nuestros principios cristianos, de la agenda 2030, en la lucha contra la pobreza y el hambre, en la promoción de la igualdad y de la agenda medioambiental.
La pugna por el trabajo decente se inserta en las mejores tradiciones de la humanidad por la justicia social y por la paz con las que nació la Declaración de Filadelfia y la Organización Internacional del Trabajo. Significa hoy oponerse a la polarización, al odio y al armamentismo y al belicismo que amenazan hoy la continuidad de la vida de la humanidad.
Portavoz de Iglesia por el Trabajo Decente (ITD)
Presidente de la Comisión General de Justicia y Paz