10 años de Iglesia por el Trabajo Decente (ITD)

10 años de Iglesia por el Trabajo Decente (ITD)

Además de profesor del Colegio Maristas, soy militante de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) de la Diócesis de Granada. Por eso he tenido la suerte de vivir las convocatorias de la ITD en mi diócesis, desde hace diez años, con mayor o menor implicación.

Como dice el papa Francisco: «No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo».

El trabajo es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación y reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas. Mediante el trabajo construimos la vida social y política y contribuimos al plan de Dios para la humanidad. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida.

Para las personas creyentes, por tanto, es ineludible poner en primera línea la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Debía estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y empresariales y en nuestras agendas personales. Y también en las propuestas de nuestra Iglesia.

Los días 29 y 30 de abril de 2014, los representantes de organizaciones de inspiración católica y de congregaciones, se reunieron en Roma con las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo, con el objetivo de colocar explícitamente el «trabajo decente para todas las personas» entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015.

Tras eso, el 5 de mayo de 2015, mediante un acto público de presentación de la Declaración Iglesia por el Trabajo Decente, las entidades y organizaciones de inspiración cristiana, Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica (JEC), Juventud Obrera Cristiana (JOC) nos comprometíamos, en este espacio de coordinación, a favorecer dinámicas de sensibilización, visibilización y denuncia sobre una cuestión central en la sociedad y esencial para la vida de millones de personas: el trabajo humano; y de informar, sensibilizar y hacer llegar el reclamo del derecho a un trabajo decente «hacia el interior de nuestras organizaciones, hacia la Iglesia en general y hacia la sociedad».

Se pensó en el 7 de octubre, día que se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, como fecha idónea para llevar a cabo iniciativas conjuntas en la que nuestras mismas organizaciones se coordinen en las diferentes diócesis en las que estamos presentes, dando así a esta red una dimensión no únicamente estatal, sino diocesana y local.

Durante estos 10 años nos hemos propuesto, en todas las diócesis, promover el trabajo decente desde dos perspectivas:

  • Apoyando y difundiendo eventos relacionados con la defensa del trabajo decente en España y en el mundo.
  • Visibilizando y denunciando en los diferentes medios de comunicación la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la pérdida de derechos laborales y sociales que esto supone.

Concretamente, en Granada, llevamos 10 años recorriendo diferentes barrios y parroquias para realizar nuestros gestos públicos, nuestras vigilias o la celebración de la Eucaristía. Además, se han realizado charlas, o mesas redondas en relación con el tema del trabajo, para abrirnos a la sociedad civil y a todas sus realidades.

Es verdad que toda la comunidad cristiana está llamada a visibilizar y denunciar la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la negación de dignidad que esto supone, sin embargo, el camino de coordinación de las distintas organizaciones creo que no ha sido fácil, y los resultados han sido discretos. Nuestras realidades personales y eclesiales hacen que, aunque seamos invitados a participar –como he hecho cada año con mis compañeros de Colegio–, las respuestas a esta iniciativa siguen siendo minoritarias, y su incidencia es reducida.

Pero estoy convencido que, como el grano de mostaza o la levadura, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente tiene que seguir organizando y animando a participar en los actos reivindicativos y de oración convocados, cada año, en cada una de nuestras diócesis, para que sea algo de toda la Iglesia de Jesús.

Por ti, por mí, trabajo decente