Las rentas del trabajo pierden peso en todo el mundo frente a las ganancias de capital

Las rentas del trabajo pierden peso en todo el mundo frente a las ganancias de capital
Foto | ilo.org
La ingresos del trabajo en todo mundo cada vez cuentan menos en la riqueza global. De haberse mantenido la proporción que tenían las rentas laboral en 2004,  la población trabajadora del planeta dispondría ahora de 2,4 billones de dólares más.

En las últimas dos décadas, la participación en las rentas del trabajo, los ingresos totales percibidos por los trabajadores en una economía, ha bajado 1,6 puntos proporcionales. En los últimos años, la situación no ha ido a mejor. Los ingresos de origen laboral aceleransu pérdida de peso en la renta global.

Según el reciente informe de la OIT de “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Actualización : Septiembre de 2024″, el ingreso de la población trabajadora mundial ha disminuido en 0,6 puntos de 2019 a 2022, sin que desde entonces haya recuperado el peso perdido.

Celeste Drake, directora general adjunta de la OIT, confirma que “la proporción del ingreso mundial total que va a parar a los trabajadores está disminuyendo. Eso significa que, si bien los trabajadores contribuyen al crecimiento de la economía mundial, se llevan a casa una proporción menor de ese crecimiento”.

La porción del ingreso total que ganan los trabajadores cayó 0,6 puntos porcentuales entre 2019 y 2022 (de 52, 9 a 52,3 %), lo que agrava una tendencia descendente que viene de largo.

Aunque la disminución parece modesta, la OIT señala que si la participación se hubiera mantenido en el mismo nivel que hace dos décadas, cuando era del 54%, el ingreso laboral habría aumentado en 2,4 billones de dólares en 2024.

El estudio identifica la pandemia de COVID-19 como un momento clave en la pérdida de peso de los ingresos de las personas trabajadores. A lo ocurrido entre 2022 y 2022, la OIT achaca casi el 40% de la reducción de la proporción de ingresos laborales. La crisis ha agravado las desigualdades existentes, sobre todo porque las rentas del capital siguen concentrándose entre los más ricos.

Es cierto que a medida que la productividad ha aumentado, las rentas del trabajo han crecido significativamente a lo largo de estos 20 años, aun cuando la participación de las rentas del trabajo baja. Este comportamiento en la distribución de las ganancias de productividad está aumentado la desigualdad.

La productividad laboral (medida como PIB por hora trabajada) aumentó un 58% entre 2004 y 2024. Al mismo tiempo, el ingreso laboral por hora trabajada ha crecido un 53% a nivel mundial, incluso cuando la utilización del trabajo disminuyó.

Amenza a los Objetivos de Desarrollo

Afirman desde la organización tripartita mundial dedicada a las relaciones laborales que el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se está viendo seriamente amenazado, incluidos los relativos a la igualdad entre países y dentro de ellos, entre hombres y mujeres, y entre jóvenes y mayores.

También puedes leer —  Mensaje del papa Francisco a la Cumbre Mundial del Trabajo OIT 2021

La literatura económica baraja múltiples factores para explicar los descensos en la participación de las rentas del trabajo, desde los cambios en los mercados de productos, los mercados laborales, los mercados de capitales, hasta la globalización marcadamente neoliberal. El cambio tecnológico, en cambio, va tomando fuerza como una de las claves del desigual reparto entre las ganancias de capital y del trabajo.

El informe refleja que la innovación, incluida la automatización, ha impulsado la productividad y la producción. Pero admite, con muchas cautelas, que “los datos sugieren que también han contribuido a la reducción de la proporción de las rentas del trabajo”.

Los datos por regiones de los últimos cinco años dibujan panoramas bien diferentes. África, las Américas y los Estados Árabes registraron claros descensos en la proporción de las rentas del trabajo entre 2019 y 2024 (-1,2, -1,2 y -0,8 puntos). En Asia y el Pacífico también se redujo la participación del ingreso laboral, pero menos, 0,2 puntos porcentuales. Y aún menos en Europa y Asia Central, que registraron un descenso de un punto entre 2019 y 2024.

Repartir los beneficios tecnológicos

El informe advierte de que, sin políticas integrales que garanticen un amplio reparto de los beneficios del progreso tecnológico, los recientes avances en el campo de la inteligencia artificial podrían agravar la desigualdad, poniendo en peligro la consecución de los objetivos de desarrollo.

“Los países deben tomar medidas para contrarrestar el riesgo de disminución de la participación de los ingresos laborales. Necesitamos políticas que promuevan una distribución equitativa de los beneficios económicos, prácticas laborales justas y un crecimiento inclusivo, y que nos ayuden a retomar el camino hacia un desarrollo sostenible para todos”, ha apuntado Celeste Drake, Directora General Adjunta de la OIT.

Basándose en el informe “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil de la OIT”, publicado recientemente, el estudio también identifica la proporción de jóvenes que ni estudian, ni trabajan, ni están en formación (“ninis” o “NEET” por sus siglas en inglés) apenas descendió del 21,3% en 2015 al 20,4% en 2024, y se prevé que se mantenga estable durante los próximos dos años. La tasa femenina de estos jóvenes -que se situó en el 28,2% en 2024- es más del doble de la que afrontan los hombres jóvenes.

Los Estados árabes tienen el mayor porcentaje de trabajadores jóvenes que no pueden encontrar trabajo (uno de cada tres), seguidos de África (casi uno de cada cuatro, una cifra que no ha cambiado en dos décadas), y de Asia y el Pacífico u América Latina y el Caribe, con uno de cada cinco.