La Iglesia de Murcia se enfrenta a los discursos de odio que criminalizan a las personas migrantes

La Iglesia de Murcia se enfrenta a los discursos de odio que criminalizan a las personas migrantes
FOTO | Marcial Guillem, EFE
La mirada humanitaria de la Iglesia ha chocado con el discurso xenófobo de la ultraderecha en Murcia, obligando al obispo de la diócesis, José Manuel Lorca Planes, a recordar que el Evangelio de Mateo proclama el deber cristiano de acoger al migrante. La HOAC de Murcia se ha adherido al pronunciamiento de la Delegación Diocesana de Migraciones.

El choque entre dos visiones contrapuestas de un fenómeno tan global como imparable, como es la movilidad humana, dado el desigual reparto de recursos y bien estar en el planeta y la necesidad profundamente humana de querer salir adelante, es inevitable.

La mirada eclesial que reconoce la dignidad de todas las personas sin discriminación alguna, mucho menos, por su lugar de origen, que entiende este fenómeno como un signo de los tiempos que debe ser gestionado desde la justicia y el respeto a los derechos humanos se opone a la estrategia, abiertamente xenófoba, a la que se están sumando últimamente sectores del centro derecha y hasta de la socialdemocracia europea, de encontrar a chivos expiatorios, preferentemente entre la población más vulnerable, a los que responsabilizar de los males de la sociedad.

A primeros de septiembre, el portavoz de Vox en la Asamblea Regional de Murcia, José Ángel Antelo, acudió a las puertas del antiguo hotel Señora María de San Pedro del Pinatar, para declarar que “hay ONG que se han convertido en los barcos de negreros del siglo XXI”. Así sin más, tal cual.

Ya que estaba allí, recurrió al catálogo xenófobo típico de la formación para acusar a la política de migración de la degradación de las zonas turísticas y el aumento de la inseguridad en la Región de Murcia.

En concreto, ante las cámaras, periodistas y asesores, el líder político, sin vacilar, declaró que “este hotel, que antaño fue un lugar de disfrute para los vecinos y turistas que visitaban Lo Pagán, es ahora víctima de la inseguridad generada por la inmigración ilegal, un problema que tanto el PSOE como el PP han promovido con sus políticas de efecto llamada”.

En un ejercicio de simpleza analítica, y desprecio absoluto por los datos, los hechos y hasta el sentido común, alimentó el prejuicio de que la migración ilegal aumenta la inseguridad ciudadana.

No le bastó con ello, a continuación, en otro peligroso salto dialéctico, llegó a declarar, sin mucho aprecio por los matices, que “cada robo, violación o agresión cometida por inmigrantes ilegales tiene la firma del PSOE y el PP”. El resto de su discurso se ajustó a la ideología “destropopulista” que tanto abunda en nuestros días.

Declaraciones peligrosas

La delegación diocesana de Migraciones de Murcia se sintió en la obligación de salir al paso de lo que entendió como unas declaraciones y actitudes peligrosas para la convivencia y, sobre todo, para la población migrante sin apenas capacidad para defender sus derechos.

Más aún cuando el 9 de septiembre senadores y diputados del Partido Popular de la Región de Murcia registraron una batería de preguntas parlamentarias dirigidas al Gobierno de España vinculando la ayuda humanitaria con el más que discutido “efecto llamada”.

La delegación diocesana afeó al Partido Popular de la Región de Murcia por aceptar “la premisa de que las acciones de ayuda humanitaria producen el famoso efecto llamada”, por entender que “la inexactitud de esta afirmación fortalece las falacias defendidas en los discursos de odio contra los inmigrantes, y revela su clara y única intencionalidad de obtener rédito político con ellas”.

Desde el departamento de ayuda a la población migrante de la diócesis de Cartagena recordaban la proliferación de “conflictos bélicos, divergencias políticas y crisis económicas…”, lo que justificaría en todo caso hablar de “efecto salida”.

Además, reconocía su “profunda tristeza” al ver “como instituciones gubernamentales, ciertos grupos y líderes políticos, y algunos de los principales poderes fácticos (medios de comunicación, lobbys, etc.) están normalizando, con mucha osadía y total impunidad, peligrosos idearios al difundir y legitimar discursos de odio”.

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Señalamiento injusto a la población migrantes

Más en concreto, achacó al líder regional de Vox haber pronunciado “unas calumniosas declaraciones para diversos medios de comunicación vinculando inmigración con inseguridad ciudadana, señalando a la población inmigrante como responsable del deterioro de nuestras ciudades y pueblos”.

Como no, también le reprochó que hubiera criminalizado “la admirable y necesaria labor de las ONG que trabajan con población inmigrante con el objetivo de acompañar y ejercer la responsabilidad subsidiaria de promover la hospitalidad debida a la promoción del bien común desde la sociedad civil”.

En su comunicado, la delegación denunciaba “enérgicamente y con mucho dolor” la “amenaza” que supone el “discurso plagado de calumnias, engaños y medias verdades”, que “únicamente responden a exacerbar el miedo y el racismo más cruel”.

Conocido el mensaje de la delegación de Migraciones, la HOAC de Murcia mostró su adhesión y apoyo. “Nos sentimos identificados como creyentes con la solidaridad con las personas que huyen del dolor, la muerte, el hambre y sed”, reconocía la organización diocesana del movimiento de Acción Católica orientado al mundo del trabajo, que expresaba así su solidaridad con las personas migrantes y refugiadas, aunque ello suponga entrar “en conflicto con actitudes y declaraciones deshumanizadoras provenientes de sectores de la ultraderecha”.

La HOAC agradecía la valiente toma de postura pública de Migraciones de la diócesis, por “ser una denuncia profética necesaria en estos tiempos, donde las voces que llaman al racismo, a la xenofobia y al desprecio de los empobrecidos se multiplican. Hay que romper los discursos del odio que deshumanizan y destruyen la convivencia”.

Horas después, el obispo José Manuel Lorca Planes difundió un comunicado en el que afirmaba que “es un error señalar a personas o instituciones como causantes de este problema, ya que es responsabilidad de todos los ciudadanos y de todas las instituciones. No se trata de buscar culpables, sino soluciones”.

La intervención del prelado ha sido interpretada por algunos medios como un intento de corregir la contundencia de la delegación de Migraciones y suavizar la polémica abierta entre quienes defienden la dignidad y derechos de las personas migrantes y quienes les consideran una amenaza. Quizás esta interpretación se fundamente en haber definido las migraciones como una“problema”, al margen de aseverar, sin entrar en mayores detalles, el “error” que supone responsabilizar a persona o instituciones como desencadenantes de “este problema”.

La hospitalidad como esencia cristiana

Sin embargo, el obispo reconoce que el fenómeno de las migraciones “preocupa mucho a la Iglesia. No podemos darle la espalda”, y afirma que “está en nuestra esencia como cristianos” atender al sufrimiento que aqueja las personas que abandonan sus lugares de origen en busca de una incierta vida mejor.

De hecho, cita un pasaje del Evangelio de Mateo: “Fui forastero y me hospedasteis” y dice ser conocedor  de “la realidad de quienes llegan a nuestra Región” y que “nos tocan el corazón las llamadas urgentes realizadas sobre este tema por parte de los obispos canarios”.

También agradece “la colaboración de las instituciones de la Región de Murcia que brindan su apoyo para ayudar a los más necesitados” y propone tener “los oídos atentos a la voz de los que claman pidiendo auxilio, y pido a todos los ciudadanos de la Región de Murcia y a sus instituciones públicas que sigamos colaborando juntos, entre todos, para buscar soluciones urgentes a este problema”.

De modo unilateral, Vox Murcia ha respondido autodefiniéndose como “el único partido que realmente defiende los valores del catolicismo”, sin más argumentos que su propia afirmación, lo que fortalece la impresión de que hay quien no está capacitado, no quiere o no le interesa entender el mensaje católico y el ejemplo sobre el que se edifica la Iglesia.